Cada Juego Olímpico reúne a los mejores atletas del mundo quienes sueñan con subir al podio con una medalla en su pecho y la bandera del país al que representan en lo más alto. El valor que tiene cada galardón es incalculable porque detrás de cada uno de ellos -oro, plata o bronce- se encuentra el trabajo, esfuerzo y sacrificio de cada deportista, así como de su cuerpo técnico y su familia.

El valor del metálico no será para nada redituable si se tiene en cuenta la inversión económica que hay detrás de cada atleta, tanto propia como de la nación a la que representan. Por lo que alzarse con una medalla y lo que en realidad significa, “no tiene precio”.

El Comité Olímpico Internacional por estos días dio a conocer de qué están hechas las preseas que se entregarán este año y por qué serán únicas en la historia. Para producirlas se llevó adelante el Proyecto Medalla Tokio 2020 consistió en que recolectar durante dos años 78.985 toneladas de pequeños dispositivos electrónicos, entre ellos más de 6 millones de teléfonos móviles usados en todo Japón.

Se juntaron 32 kg de oro, 3.500 de plata y 2.200 de bronce para realizar aproximadamente 5000 medallas Olímpicas y Paralímpicas. Los de Tokio serán los primeros Juegos de la historia en involucrar a los ciudadanos en su producción y fabricación con materiales reciclados. El principal objetivo para embarcarse en este proyecto fue el de construir una sociedad sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

La medalla de oro tiene un peso de 556 gramos, mientras que la de plata es de 550 gramos. En realidad la dos están realizadas en plata pero la diferencia radica en que la primera está recubierta con un baño de 6 gramos de oro puro. Caso distinto es la de bronce, con un peso de 450 gramos y compuesta en un 95 por ciento de cobre y un 5 por ciento de zinc.