El 2017 fue el año en que las mujeres del mundo rompieron definitivamente el silencio. A partir de la sucesión de denuncias en Hollywood y un sentimiento generalizado de decir "basta", cientos de mujeres en todo el mundo contaron sus historias de abuso y acoso en redes usando el hashtag #MeToo (#YoTambién). Cuantas más se animaban, más aparecían para dar cuenta de que no estaban solas y que todas habían sido víctimas de alguna forma de violencia machista. 

A esa misma ola se subió Luo Xixi, una mujer china residente en Estados Unidos, que decidió hacer su propia denuncia: la joven denunció a través de Weibo (el Twitter chino) que cuando hacía su doctorado en la Universidad de Beihang (Beijing), uno de sus tutores, intentó abusar de ella. Según narró Xixi, Chen Xiaowu (un eminente científico informátic) la llevó engañada a la casa de su hermana engañada y quiso propasarse. Tras rogarle de forma desesperada, el hombre la dejó ir. La chica, obvio, cerró su relato con un "#WoYeShi" (#MeToo, en chino).

Su historia se volvió rápidamente viral: fue leída por 4 millones de personas y "destacada" por 17.000. Lo mismo que había animado a Luo, se suscitó en otras mujeres: no tardaron en aparecer otros testimonios de ex estudiantes contra el mismo profesor y, tras una investigación pertinente, la Universidad decidió despedir al profesor. No sólo eso: también le quitaron todos sus títulos académicos y se le anuló el permiso para dar clases en el futuro. 

"La moralidad y la habilidad van de la mano; acciones y talento son algo único", sentenció el comunicado de la Universidad, difundido por los medios oficiales chinos. Ante la primera aparición de las denuncias, la casa de estudios había resuelto suspender al docente mientras se investigaba el caso. Por su parte, Chen negó haber cometido delito alguno y apagó su celular durante una semana.
 
Desde Estados Unidos, Luo celebró la noticia como "una primera victoria". Es que, mientras que en algunos países salir a la calle a reclamar por derechos o armar campañas en redes puede resultar de lo más frecuente, en otros la situación es muy diferente. En China, por ejemplo, las denuncias por acoso y abuso siguen siendo excepcionales y las situaciones de opresión de las mujeres, completamente naturalizadas o silenciadas.  

En este sentido, vale recordar que militantes feministas han sido detenidas por difundir panfletos contra las agresiones sexuales en la vía pública. Según una encuesta hecha en 2016 a casi 6.000 estudiantes y recién graduadas, el 70% de las mujeres dijo haber sufrido algún tipo de acoso sexual, pero sólo un 4% contó que lo denunció pública u oficialmente. Es así que se espera que el caso de Luo sea ejemplificador y se convierta en el puntapié de un movimiento que genere que también las mujeres chinas se animen a decir #WoYeShi.