Sarah Gilbert pasó gran parte de su vida en el anonimato, sin embargo desde que comenzó a liderar el proyecto de Universidad de Oxford que trabaja con el laboratorio AstraZeneca para buscar la vacuna contra el Covid-19 empezó a entrar en el centro de la escena mundial. 

Cuando las noticias del primer éxito salieron a la luz -porque los voluntarios mostraron una respuesta inmune fuerte, produciendo anticuerpos que combatían el coronavirus-, Gilbert se convirtió en una celebridad de la ciencia.

A los 58 años, la especialista en el desarrollo de vacunas contra la influenza y los patógenos virales lidera un equipo de 300 personas.

La científica ha dedicado casi dos décadas a la investigación en laboratorios, produciendo vacunas y obteniendo financiación para futuros proyectos.

Maternidad y trabajo

Gilbert dio luz a trillizos en 1998. Un año después se convirtió en profesora universitaria.

"Es muy difícil equilibrar trabajo y vida personal", explicó en una entrevista que le concedió a la BBC. "Parece imposible cuando no tienes apoyo. Tuve tres hijos. Las tarifas de la guardería eran más altas que mi salario".

Su pareja decidió interrumpir su carrera y cuidar de los niños, pero Gilbert afirma que fue difícil en aquel momento.

Aunque al inicio el combinar su trabajo como madre y científica fue complicado logró superarlo, y ahora sus hijos son su soporte, pues además de darle ánimos a continuar con su extenuante trabajo para encontrar la vacuna del COVID-19, participan voluntariamente en sus ensayos.

Sus trillizos fueron voluntarios para los ensayos

Cuando los trillizos crecieron, las cosas se tornaron más fáciles. Ahora tienen 21 años y estudian bioquímica, como su madre.

"Tenemos que inmunizar a jóvenes sanos entre 18 y 55 años", contó Gilbert a la BBC. Para ello necesitaba una buena cantidad de voluntarios, así que aceptó de buen grado la ayuda de su familia.

Tampoco la asustaron los posibles efectos adversos de los ensayos: "Hemos usado este tipo de vacunas en varias ocasiones en el pasado, así que no esperamos sorpresas".

Lo más importante, concluyó, es "concentrarse en los ensayos clínicos y acelerar la producción" tanto como sea posible para detener el crecimiento de la pandemia.

El camino del proyecto

Este proyecto fue el primero en ingresar a la fase 3 en todo el mundo y uno de los más sólidos para la comunidad científica internacional, al punto que el presidente Alberto Fernández anunció que comenzará a producirse en el país.

Desde el inicio de la pandemia su trabajo se multiplicó, sin embargo, Gilbert logró “avanzar muchos de los pasos del desarrollo de una vacuna que normalmente toman unos cinco años”. “Y lo hemos hecho en cuatro meses”, añadió.

Es que de las más de 136 candidatas, su vacuna es una de las pocas que se encuentran en la fase clínica final de estudios, la tan ansiada Fase 3. En la carrera para poner fin a la pandemia, el desarrollo de la científica está catalogada como uno de los más avanzados en todo el mundo. 

El equipo de Oxford también afronta una competición dura: existen otras 22 vacunas potenciales en ensayos clínicos y otras 100 en fases más tempranas de investigación.