Los espacios y centros culturales, nucleados desde la pandemia como CREC, se declararon “en emergencia” al ver que un 10 por ciento de éstos cerraron sus puertas entre la crisis arrastrada desde el Macrismo, la cuarentena y la falta de una ordenanza que reclaman hace años. Desde el Concejo intentar echarles una mano con salidas provisorias para los talleres en el marco de la etapa de distanciamiento social.

La concejala Marina Magnani adelantó a Rosarioplus.com que en acuerdo con Caren Tepp plantearon que “es importante avanzar en una nueva ordenanza para los centros culturales como tales, ya que su esencia es de talleres más que la nocturnidad, y se puede contemplar que estos espacios mientras dan los talleres tengan algún producto a la venta o un bar, pero se entiende que no son bares nocturnos”.

En ese sentido, adelantó una opción provisoria para ayudar a evitar que continúen los cierres: “Estudiaremos la reglamentación para los espacios de actividades físicas cuando el lunes se dé a conocer, para ver si es viable dar permiso para al menos reabrir los espacios para los talleres como danza o telas que se den respetando la distancia, como esos deportes sin contacto físico y gimnasios. Es para ver si de esta forma pueden reactivar el sector en esta etapa de distancia social”.

Más allá de este "parche", la idea en el Concejo es retomar el debate de fondo. Magnani recordó que “veníamos llevando en torno a una nueva ordenanza que sea específica para estos espacios, porque los tres proyectos que había (el de Fernanda Gigliani, el de Caren Tepp y el de María Eugenia Schmuck) ya se discutieron y consensuaron en uno superador”. El consenso se trabó en su momento “por la negativa de concejales socialistas y de Cambiemos”, aseguró.

Esta ordenanza tendrá obligaciones específicas para los espacios culturales, que según su capacidad habitacional y actividades que realicen, reglamentará diferentes formas de insonorizar y tener normas propias. “Hasta que vino la pandemia el debate sobre una nueva normativa avanzaba, porque la idea es que el Municipio tenga las reglas diferenciadas, y así cuando un inspector trabaja en cada lugar, sepa qué reglas deberá seguir”.

La edila kirchnerista se mostró comprometida en reactivar “estos lugares después de la cuarentena porque serán necesarios para repensar a la ciudad con lugares humanizados, y que promuevan vida social en los barrios y pensamiento crítico después de tanto aislamiento. No puede ser que salgamos de una pandemia y no aprendamos nada, promoviendo que el encuentro de la gente sea en boliches multitudinarios, no es sustentable volverse a amuchar así”.

Otro proyecto relacionado en este sentido (aunque no sea específico para los espacios culturales), es una propuesta de Andrés Giménez, que busca hacer recitales semi-presenciales en los galpones del CEC, “ya que son espacios amplios y ventilados para estos tiempos de pandemia, y que se organicen desde la Cultural Municipal, para colaborar con las bandas locales”, adelantó a este medio.

Recordó que al asumir hace cuatro años, en el Concejo “había generaciones de gente más grande y otro pensamiento, ahora la mayoría de los ediles somos jóvenes, y podemos ver la necesidad de estos cambios en la vida social y cultural de la ciudad”.

La confusión con los bares nocturnos

La concejala recordó que el año pasado hubo una gran movida de los vecinos de Pichincha que reclamaron por el problema de los ruidos molestos, y señaló sobre esto que “hay un run run de no discutir la nocturnidad bajo el manto de ‘los vecinos nos van a matar’. Pero lo que molesta son los bares que incumplen la ordenanza con mayor cantidad de gente y sin acustizar, no los espacios culturales. Hay que conciliar realmente con los vecinos, se entiende su molestia ante los ruidos, y si un bar pone música debe insonorizar”.

La ordenanza 7218 de bares nocturnos fue creada en 2001, y Magnani apreció: “Estaba bien para la nocturnidad de ese momento, pero ahora habrá que reverla. Es un desatino que en la misma, haya tanto reglas para boliches para bailar como juegos infantiles, circo y teatro”.

Lo que pasa con la nocturnidad, según su análisis, es que “hay mucho lobby de los boliches que traba posibles cambios en la ordenanza, y abren cerveceros por fuera del reglamento, con patios abiertos y gente en la vereda, que está prohibido”.

De esta forma, si se avanza con otra ordenanza de espacios culturales que los regule, “no habría oposición de vecinos con las reglas claras, y a la vez es necesario actualizar la ordenanza de nocturnidad”.