Charly García volvió a tocar en Rosario tras cinco años, y lo hizo hasta que el cuerpo se lo permitió. Apenas pasada la mitad del recital, cuando iban unos 14 temas de los 25/6 que venía tocando en otras presentaciones, comenzó a sentirse mal y terminó suspendiendo el show por recomendación médica luego de un par de intervalos.

El espectáculo arrancó poco antes de las 21.30 con el tema El aguante, bien arriba, y ante unas 4.000 personas de un amplio rango etario que explotaron con la presencia del músico y su banda. Dos pantallas de fondo en espejo con imágenes del cine clásico, de paisajes urbanos y personas, y una enorme Torre (de Tesla) que irradiaba rayos como en la tapa del disco. Escenario simple y con fuerza. A un costado él, postrado en el teclado y ya sin dirigir la batuta como solía hacer. 

Algunos clásicos como Instituciones, No soy un extraño y Cerca de la revolución, algunos del álbum Random y un intervalo de unos pocos minutos. "Vamos a hacer un intervalo de dos horas y media", dijo, irónico, como es su costumbre, pero terminaría anunciando algo de lo que pasó.

El deterioro físico habitual comenzó a notarse en el escenario por dos indicadores: no se puso de pie en la hora de show, y promediando el medio-espectáculo, su corista, Rosario Ortega, se sentó a su lado como forma de darle más contención.

Cada tanto lanzaba alguna frase, breves y con sarcasmo como es habitual, algunas poco descifrables. El tono político lo puso la gente coreando el clásico cantito contra el presidente. 

Pasó Yendo de la cama al living, Asesíname, In the city that never sleeps y lo último con pimienta fue No llores por mí, con algunas interrupciones que eran aprovechadas por los espectadores para una escapada a los pocos baños que se dispusieron en el evento.  

La poca continuidad del show generó cierta incertidumbre en el enorme y cómodo hangar. Charly volvería, luego de unos 15 minutos con Shisyastawuman a media máquina, como probando sus posibilidades. Le había subido la presión, según comunicarían luego desde la producción, y los médicos le dijeron que afloje. 

El telón bajó como una cortina de hierro y se remataron las ilusiones con las luces encendidas. La suspensión era casi un hecho más allá de los rumores de que podía volver para tocar unos temas: la producción lo había anunciado por Twitter. El desorden organizativo terminó coronado por la no comunicación en el lugar de la suspensión del show hasta casi una hora después, cuando la mayoría del público se había retirado.

"Comunicarles oficialmente que el recital se ha terminado. Charly no se sentía bien, faltaban algunas pocas canciones, pero a lo largo del recital no se sentía bien y por este motivo era mejor que se termine de esta manera para que pudiera descansar. Aguante el aguante para Charly García. Gracias a todos en nombre de Charly. Say no more", anunció una voz femenina  a través de los parlantes. 

La producción se encargó de minimizar la suspensión transmitiendo que sólo faltaban cuatro temas de la lista original, algo inverosímil y que quedó al descubierto cuando comenzó a circular por WhatsApp justamente el listado que tenían sobre el escenario: eran 25 canciones.

Quedó gusto a poco, los espectadores quedaron con hambre, claro, pero la conformidad va por otro lado y tiene que ver con la indulgencia hacia el ídolo. Quedó la magia durante una hora de García, que puso lo que pudo, pero no negoció jamás su talento.