Lo hicieron las travestis: en algún momento se dejaron de decir mujer o mujer transexual para apropiarse del insulto. “Soy una trava, sí, ¿y qué?”. Lo hicieron también las putas, tomando la mala palabra y levantándola como identidad. Ahora es el turno de las personas gordas: agarrar el cuerpo y explicar que no tiene nada de malo. No es más sucio, no es sedentario, no es peor. Es, simplemente, otro cuerpo batallando contra una vida de prejuicios. El activismo gordo lleva años de crecimiento en Argentina y este fin de semana tendrá en Rosario su segundo Encuentro Plurinacional. La jornada se dividirá en distintas comisiones y estará atravesada por dos ejes en común: ¿Cómo generar alianzas regionales interseccionales para una sociedad sin gordofobia? ¿Cómo profundizar políticas públicas que aseguren nuestros derechos? 

Del Instagram de gordesactivando

“Nos vamos a encontrar para visibilizar las violencias que recibimos por ser personas gordas”, explicó Luz Ferradas, activista y concejala de Rosario. El activismo gordo viene tejiéndose desde hace años en Rosario. Primero, tomado por intelectuales, artistas, influencers, modelos. Después, llevado a un plano colectivo en los Encuentros Plurinacionales de Mujeres y Disidencias. “Fue una forma de poner en clave política lo que nos pasa a nivel personal.  A veces es muy difícil entender que el dolor y la vergüenza forman parte de un sistema cultural del que tenemos que desaprender”, explicó Ferradas. 

El primer encuentro de activismo gordo se llevó adelante el año pasado, en la localidad de Morón, provincia de Buenos Aires. Este 27 de noviembre será el turno de su segunda edición y tendrá como sede a la ciudad de Rosario.  “Escuchar las vivencias de otras personas es una forma de entender que no me pasa a mi, no es mi culpa ni soy la responsable. Nos pasa a todas y tiene que ver con que hay ciertos cuerpos señalados y otros no. Hay formas de vivir más aceptadas que otras”, consideró Ferradas. 

#PlusDeRadio - Luz Ferradas by Sí 989

Nombrar, despatologizar y querer(se)

Cristian Molina tiene 40 años, es poeta y hace diez empezó a salir del clóset de la gordura. Estaba haciendo una dieta muy restrictiva para adelgazar y en algún momento se preguntó por qué estaba poniendo tanta energía en eso. “Ya va un tercio de mi vida que estoy parado en otro lugar en relación con el cuerpo. Pero cuesta, mucho”, reflexiona. 

Cristian se reconoció como gordo escribiendo poemas. La primera vez fue en un libro que se llamaba "Un pequeño mundo enfermo". “Ahí empecé a ver todas las restricciones que se me imponían como cuerpo gordo, las dietas, el estar todo el tiempo tratando de adelgazar, el mirarte en el espejo para ver si estás más flaco o más gordo, el pesarse constantemente, etcétera. Todo eso lo empiezo a trabajar mucho en ese libro”, contó a este medio.

Desde esa apertura, comenzó a encontrarse con otras personas que estaban en la misma: pensando en esas condiciones del cuerpo que no encajan dentro de determinados parámetros requeridos por “lo social”. “Y uno va articulando, va conociendo gente, que está pensando, escribiendo, activando y haciendo artivismo también con la problemática. Todo es parte de lo mismo: visibilizar que hay vidas que deciden tener vidas gordas. Y que decidir decirnos gordos, gordas o gordes es un momento de vital importancia para que se entienda que la gordura no es un error, no es un problema, sino que es una posibilidad de vida”.

“Todo eso lleva mucho tiempo. Porque no se trata únicamente de reconocerse, de decir  ‘yo soy gordo’. Después hay que despatologizar el ser gordo. Y el tercer paso es quererse como gordo. Es un proceso largo”, reflexiona. En los últimos meses, el poeta recibió un diagnóstico: tiene diabetes y tiene que hacer una dieta saludable. Cristian adelgazó y eso implica volver a pensar, volver a deconstruir, volver a entender su cuerpo. La diferencia, sin embargo, es clara.  “Acá se trata de una elección y una apuesta por tratar de tener condiciones de vida más o menos adecuada, no tan severas, con una enfermedad. La gordura no es una enfermedad. La diabetes sí”. 

Los cambios en su corporalidad no son un problema para Cristian. El sabe que siempre va a ser un gordo. “Ahora  soy un gordito adelgazado, ¿cuál es?”. “Los imperativos, los comentarios, todo el tiempo rondan sobre una persona gorda. Llega un momento en el que todo eso ya te deja de importar. Uno está la defensiva en un primer momento, poniendo límites, señalándole al otro. Pero después llega un momento en el que uno se da cuenta que en realidad el problema no es tu amigo ni es tu mamá, ni es tu papá. El tema es que es un discurso social, que es mucho más complicado y mucho más complejo y que esa persona está reproduciendo ese discurso”

Poema Gordo - Wachi Molina

El discurso, sostiene Molina, se instala ante las personas gordas como una forma de violencia simbólica, social y corporal. Ahí las dificultades de plantarse, resignificar y salir del clóset de la gordura. Alguna vez lo hizo alguien. Se asomó y dijo al fin “soy puto”, como dejando que una bocanada de aire fresco lo atraviese. “Yo creo que la gordura es una condición, pero también es una forma de disidencia afirmar la gordura como posibilidad de vida. Creo que creo que pasa un poco con lo que pasa con toda disidencia. El sistema está armado para que vos creas que tu problema es un problema y solo vos lo tenés. Pero después te das cuenta que no solo no es un problema sino que hay muchos, muchas y muches más en esa condición”.

No faltes

El 2do Encuentro Plurinacional de Activismo Gordo se realizará en el Centro de la Juventud este domingo 27. Comenzará a las 09 y se extenderá hasta las 17. Las personas que participen se encontrarán en cuatro comisiones distintas: salud y gordofobia; escuela, crianzas y gordofobia; cultura de la delgadez; y deseo y gordofobia. Habrá feria de emprendedores gastronómicos, puesto de hidratación, baños y sillas aptas para todos los cuerpos, además de accesibilidad para sillas de ruedas.