Hey Latam, Konecta, Budget, Easy Call, Otece, Dynatac. Algunos de los call centers que funcionan en Rosario y que componen el escenario donde emerge un actor social nuevo: sus trabajadores organizados y no más indiferentes a su precarización laboral, lo que parece ser una condición sine qua non en este negocio de la patria de los servicios. 

Los telemarketers atravesaron el año de la pandemia como trabajadores esenciales, pero sin embargo tuvieron más sobresaltos y contratiempos que nunca en cuanto a su estabilidad laboral. Hoy el emergente es el conflicto que sostienen los 300 empleados y empleadas de Hey Latam, la empresa de Martín Stauffer que empezó con suspensiones, pasó a los despidos lisos y llanos cuando ya no pudo justificar cómo hacer para que el Estado le pagara el ATP, y llegó a fin de año violando la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo. En ese caldo se ha cocinado este año la Coordinadora de Trabajadores de Call Centers, un espacio que da pelea a los empresarios que hacen el negocio sobre la base de una oferta laboral miserable, y a la vez le demanda constante a su sindicato -Empleados de Comercio- que los defienda de verdad.

Los relatos denotan que el de teleoperador dejó de ser acaso un trabajo de medio tiempo en el que un joven cae para tener su primer empleo, aceptando la mala remuneración y las condiciones de explotación con tal de pagarse el alquiler hasta recibirse o hasta un próximo empleo mejor. Ahora luchan, y juntos.

"Fue mi primer trabajo en blanco, hace dos años y medio. Es de los laburos que hoy le toca a la juventud: call center, cadetería, delivery. Esto quema la cabeza porque nos matan a llamadas y el ritmo de trabajo es muy rápido. Por eso son 4 o 6 horas nomás, y el estudiante lo elige porque le deja tiempo para estudiar, sirve para pagar el alquiler a los que venimos de afuera, y a las madres solas les permite estar más tiempo con sus hijos. No elegimos esto porque sea un lugar lindo", cuenta Tomás, de 24 años, que vino desde un pueblo bonaerense a estudiar informática y matemática.

El telemarketer es la voz que llama desde un "número desconocido" e intenta vender una tarjeta de crédito, un seguro. O esa otra voz que atiende cuando alguien telefonea a Atención al Cliente para consultar o quejarse. "La frustración o el enojo del cliente se descarga en el teleoperador, que no tiene nada que ver con la empresa o el servicio porque es tercerizado", explica Tomás. "Tenemos problemas de cuerdas vocales, cintura, tendinitis, y hasta psiquiátricos por la presión constante, en malas condiciones y todo el tiempo hablando", acota un compañero.

El trabajo es de alta rotación, contratos por tres meses o un año como máximo, y la incertidumbre de quedar en blanco o no. Muchos no tienen más opción que aceptar inscribirse como monotributistas para entrar (en negro) y renunciar a vacaciones, aguinaldo y demás derechos laborales. Todo por 28.000 pesos como mucho, en caso de trabajar 6 horas. Así trabajan hoy unos 3000 jóvenes en el mercado de teleservicios de Rosario. 

Este año se reconocieron como grupo, inmersos en un modelo de explotación común a todos los call centers. Y así fueron fraguando este espacio que llaman La Coordinadora. En el caso de Hey Latam, la crisis sanitaria los mandó a trabajar desde sus hogares, empezaron las suspensiones patronales a pesar de que el call center seguía atendiendo, y facturando a sus clientes (Clarín, HSBC, Naranja, Galicia, American Express, ICBC, etc). Entonces el personal empezó a discutir y reflexionar asambleas sin mandato sindical alguno, por angustia y hastío propio. "Exigimos a los delegados que participen y a decirle al gremio que nos apoye, que luche por nosotros, peleamos esa conquista y logramos el reconocimiento del gremio", repasa Tomás. Por aquellos días de invierno, la incertidumbre de los telemarketers abrevó en la irrupción de otra organización de base, la Red de Trabajadores Precarizados, con cadetes, gastronómicos negreados, jóvenes desocupados y otros laburantes de changas que cayeron cuando empezó la cuarentena.

Mientras tanto, lo mismo que en Hey Latam ocurría en Konecta y en Easy Call, ahora también en Budget. "Sentimos el apoyo mutuo, así empezamos a coordinar entre nosotros porque la lucha es la misma, y a esa lucha le pedimos a los delegados que se sumen", contaron esta semana, en el acto que montaron frente a la sede local de Gobernación. Allí la Coordinadora recibió el apoyo de otros gremios como Aceiteros y Amsafé Rosario, además de los mercantiles que, no obstante, se retiraron antes.

En el acampe que sostienen hace dos semanas los trabajadores de Hey Latam, en Buenos Aires al 1400, se enorgullecen de este despertar. "No esperaban que nos organicemos. Nos rebelamos a esa mentira de que tenemos que renunciar porque la empresa se va a pique. Nos juntamos todos porque ya no bancamos más ser pisoteados". "La Coordinadora se armó porque si pierde uno perdemos todos, y para que Empleados de Comercio nos tome en conjunto. Hoy son 300 compañeros en Hey Latam, mañana seremos los 3000 que laburamos en el resto". Testimonios así se repiten de boca en boca entre los jóvenes movilizados.

Agustín Timbiano, cesanteado de Hey Latam, dijo: "Esta coordinación y apoyo con otras luchas nos da la fuerza para seguir peleando por los puestos de trabajo. Somos 300 trabajadores, jóvenes, madres, padres sostén de hogar, estudiantes que nos encontramos ante el peligro de quedarnos sin nada, y nos venimos organizando en asambleas e hicimos asambleas Intercall. El sindicato nos acompaña. Pero necesitamos medidas más de fondo. Reclamamos al sindicato Empleados de Comercio que llame a un paro regional, en todos los call centers, para que nuestra lucha triunfe. Exigimos la reincorporación y la defensa de nuestros puestos de trabajo. Le exigimos al Ministro de Trabajo y a la provincia que no deje que esta Navidad la pasemos en la calle. Queremos trabajar. Si el estafador Stauffer no da la cara, que la Municipalidad o la Provincia se haga cargo de darnos empleo. Podemos trabajar porque somos trabajadores esenciales".

Miradas 

El diputado Carlos Del Frade celebra la irrupción de los telemarketers como nuevo actor social organizado, y lo relaciona con otros emergentes similares como un signo de época. "La prepotencia patronal de los call centers estaba asentada en la idea de que era la primera experiencia laboral de muchos chicos y chicas menores de 25 años, entonces estaba en segundo plano la cuestión laboral frente a un proyecto de vida que incluía el estudio. Eso hizo que se creyeran cada vez más impunes. Pero esta juventud, que tiene el mayor número de desocupados en Santa Fe, tolera hasta cierto punto. Allí es donde se ilumina la conciencia de clase, así como sucedió con la Multisectorial de los Humedales. Este año de pandemia sirvió para la recuperación de la juventud como sujeto social, en política, la lucha por el humedal, en el movimiento feminista. La violencia patronal generó la aparición de esta conciencia de clase, social, política, hay un nuevo protagonismo de la juventud del que no se vuelve. Eso hará que el futuro sea mejor", evaluó.

Para el dirigente del Partido de Trabajadores Socialistas, Octavio Crivaro, la irrupción de este espacio en el firmamento gremial es una noticia tan saludable como previsible. "Es una juventud que ve de frente lo que hay enfrente, una nube negra a la que no se quiere resignar, porque si pierde este empleo retrocede varios casilleros: el estudiante debe volver a su pueblo, madres jóvenes que no pueden alimentar a sus hijos, e ir a trabajar como repartidores", analizó. A la vez, destaca que se expresen a través de asambleas con voz y voto de todos. "Eso le dará perdurabilidad a su lucha para lo que se viene. Esta juventud vive un proceso que atañe a toda América Latina. Muchos de ellos quizás votaron al gobierno actual pero ven que sus expectativas chocan con un gobierno que se subordina al FMI", opinó.