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El baile de la victoria. Ese es el nombre de la celebración. El momento del cierre en el que los Tiburones de Arroyo Seco festejan con cumbia y espuma haber logrado cumplir una nueva meta. Ya era la medianoche y más de 500 personas seguían bailando. El epílogo de la odisea donde las diferencias no existen. Igual que en el agua. Ni nadando ni bailando desaforadamente se perciben las diferencias. Porque, como dice el profesor de natación y mentor de los Tiburones, Patricio Huerga: “Todos somos iguales, todos somos distintos, todos juntos podemos”. Y los nadadores pudieron una vez más: esta vez fue el Desafío del Faro en el lago de Colón, Buenos Aires y de noche.

A las 17 del sábado la ruta nacional 8 fue una peregrinación. Más de 60 autos, seis colectivos y nueve minubuses ingresaron a paso de hombre al complejo del Lago Municipal de Colón, ciudad ubicada a 130 kilómetros de Rosario. Allí los esperaban cientos de colonenses integrantes de distintas instituciones que participaron en la organización del evento nocturno: autoridades, docentes y estudiantes de Escuela Secundaria Nº 2, representantes del Centro de Educación Física 82 e integrantes del Club Alianza, la Asociación de Deportistas Colón y de la Escuela Especial 501. Entre el armado de las carpas, el sonido y las boyas con iluminación los primeros Tiburones fueron probando la temperatura del agua. Caía la tarde y los nadadores comenzaban a disfrutar de lo que más le gusta: estar en el agua.

El lago de Colón es artificial. Su perímetro es de cinco kilómetros y en el centro hay una isla donde funciona el Club Alianza. Al atardecer, bajo un cielo rojizo, comenzó el ritual. Los Tiburones recorrieron nadando dos kilómetros bordeando la isla con un aditivo especial: la iluminación de un faro en el agua, mientras la natación se hacía de noche a la luz de la luna. Hubo 294 nadadores, de ellos 220 con discapacidades. Las pruebas comenzaron a las 20.30 con la inmersión de siete microtiburones, un grupo de bebés que asisten al complejo en Arroyo Seco. Luego fue el momento de los niños divididos en categorías 3-4 años y 5-6 años que recorrieron casi 200 metros nadando acompañados por un grupo de guardavidas. También hubo pruebas de 750 y de 500 metros.

Patricio Huerga estuvo más de seis horas en el agua, nadando. Acompañado por el grupo de profesores y guardavidas participando de todas las pruebas. Huerga, cuando habla, adjetiva. Trata de ponerle palabras a una intensidad emocional que sólo se percibe asistiendo a este ritual en agua abiertas.  Huerga pronuncia adjetivos y sustantivos: hermoso, convivencia, alma, energía, emoción, belleza, inclusión.

La fiesta del sábado fue el broche de una serie de encuentros que se iniciaron en 2014: jornadas académicas con estudiantes de escuela secundaria, talleres de producción de radio y actividades sociales y deportivas para abordar la problemática de la discapacidad desde la óptica de los derechos humanos sobre la base de la Convención Internacional sobre los Derechos de la Persona con Discapacidad. Y, bajo la luz de la luna, durante el baile de la victoria, lo que sostiene la Convención Internacional no fue sólo teoría sino acción pura. Acciones que demuestran en la práctica que la inclusión es posible nadando, bailando, empapando con espuma al otro, ese otro que es un nosotros.