La posibilidad de que las máquinas reemplacen a los seres humanos en el trabajo no es nada novedoso.  Hoy esta idea suena más fuerte que nunca y es algo que está sucediendo. Aunque, en pocas décadas, podríamos estar ante trasformaciones todavía más significativas en el campo de la producción de bienes y servicios que, de no llevarse adelante una reconversión con mirada humana, podría afectar la economía global.  En este mundo no tan lejano, los empleos de repetición y serie podrían perecer y las máquinas suplantar al ser humano sin demasiadas complicaciones.

Un tema aparte es la inteligencia artificial, donde ya se pone en juego no solo un acto mecanicista, sino actitudes humanas por parte de estas herramientas de software que además de suplantar tareas subjetivas generan un fuerte debate ético. Organismos como la Unesco ven un riesgo en el uso de estas tecnologías y a esta advertencia se sumaron también los expertos en desarrollo. Sin embargo ese llamado podría ser considerado con un falso anuncio, al querer parar seis meses las investigaciones, podría tratarse de una suspicacia de la industria para adecuar estrategias que solo sean de pura conveniencia para las empresas desarrolladoras.

En ese sentido, la socióloga Paula Seminara, quien forma parte de la Cátedra de Sociología del Trabajo de la Tecnicatura en Relaciones del Trabajo de la facultad de Ciencias Políticas de la UNR, analiza que este fenómeno  está en pleno debate abierto que tiene aspectos novedosos en comparación con otros cambios de era en materia laboral. “Este proceso en el que estamos tiene particularidades que también nos alarman y nos presentan para nuevos desafíos de los cuales se están ensayando  posibles soluciones y abordajes, aunque no hay una postura uniforme porque depende mucho de la rama y la actividad de la que estemos hablando”, explica.

Para la experta, las particularidades de este fenómeno tienen que ver con la velocidad en que se dan estos cambios y su extensión geográfica, algo que ocurre en todo el mundo y acaso de manera simultánea, situación que se diferencia con otros procesos similares de la historia del capitalismo: las tecnologías actuales, son muy diferentes a las que innovaron en otros momentos.

“Siempre la incorporación de maquinaria o tecnología estuvo asociada a ahorrar recursos en mano de obra. Uno puede retrotraerse a la máquina hilandera en la  Primera Revolución Industrial que se promociona diciendo que una persona con ella podía hacer el trabajo de 50, pero en ese proceso también se reemplazó la mano de obra humana. Lo que es cierto es que esa máquina tenía el beneficio asociado de hacer más liviano el trabajo, pero también generó nuevos riesgos como fueron las mutilaciones por los accidentes laborales que antes de la tecnificación no existían”, aporta Seminara en un contexto histórico. 

Lo que hoy es novedoso, señala, es el tipo de operario que se reemplaza, como el caso de los cajeros de supermercados y los bancos que son más visibles que los cambios que se dan hacia adentro de las industrias, pero en este caso aparece en el momento del consumo en una actividad asociada con características propiamente humanas, tal es el caso del diálogo y el intercambio. “Ahora es más notorio, visible porque nos topamos con una máquina donde antes había una persona. Está bien que se alarmen los empleados de comercio y los clientes porque queda a la vista entonces que no hay mirada humana puesta al servicio del usuario que requiere una atención adecuada, además de los trabajadores que pierden su puesto de trabajo”, expresa la socióloga.

El problema que hoy enfrenta el mundo laboral es la desaparición de ciertos puestos de trabajo, pero a la vez se dice que la incorporación de tecnología demanda nuevos oficios, por lo cual hay discusión si este cambio expulsa o crea nuevos puestos de trabajo. Lo cierto es que ese proceso no se da de manera simultánea, no es que donde se pierden tres puestos de trabajo se crea la misma cantidad. “Puede ser que en el movimiento general, aunque está por verse, haya algún tipo de compensación, pero es cierto que las capacidades que se requieren no son las mismas y estamos hablando de personas donde no es tan fácil adecuarse en un proceso vital de una trayectoria laboral. En estos cambios técnicos no hay una ilegalidad porque eso está dentro del derecho privado de las empresas: maximizar sus beneficios”, menciona la docente.

Campo fértil para empresas

Ante nuevas formas difusas de trabajo concentradas en el mundo productivo de las plataformas que flexibilizan el empleo, hoy los gremios se ven en la obligación de  incorporar elementos que antes no formaban parte de la negociación. Esto en medio de un proceso que está en marcha, donde varía mucho y depende de quién sea el empleador y quien es el sindicato. En este aspecto en donde entran a jugar las discusiones, por ejemplo si es necesario regular o no. “Yo creo que sí”, sostiene Seminara.

A la vez se pregunta: “¿Se puede construir una relación general para todas las ramas laborales? Lo que es bastante difícil. Si puede haber principios rectores, por ejemplo, poner el trabajo humano en el centro. Ahora, cuando empezas a tener tecnologías que reemplazan y las necesitas, porque a la vez son fuerzas que compiten dentro de un mercado global, es difícil y requeriría del Estado unas capacidades de planificación y auditoría que no se si estos están en condiciones de llevarlos adelante”.

Hay una parte de la discusión de la tecnología que no puede pensarse por fuera del modelo de desarrollo productivo general. Lo mismo que nos trae problemas podría hacer que trabajemos menos horas, pero la mirada empresarial va por otro lado: los empresarios toman la posta y flexibilizan, mientras los gremios discuten estrategias sin llegar a conclusiones. En el mediano plazo esta mirada del trabajo va a traer muchos problemas a los estados nacionales,  desde el punto de vista previsional. Muchas de estas nuevas relaciones laborales el mercado las “uberiza”, las deja afuera, fenómeno que se da con la incorporación de tecnologías.

Inteligencia Artificial y trabajo

Lo que se pone de relieve con la Inteligencia Artificial (AI), donde es necesario hacer una distinción con la automatización de procesos simples, como las intervenciones de determinadas máquinas,  es que la AI son procesos informacionales que pueden imitar tareas que hasta el momento se consideraban estrictamente humanas, tales como planificar, poder tener un proceso creativo artístico e incluso aprender. Vale decir que más allá de los problemas productivos que esto pueda tener, también encarna problemas morales asociados por ejemplo cuál es el carácter de verdad, qué es estrictamente humano o no. 

“Lo que tiene muchos riesgos es que el mundo sea cada vez más desigual. Hay empresas  que están desarrollando estas tecnologías que no creo que estén preocupadas por la humanidad. Es muy evidente que los expertos que pidieron un tiempo y son quienes colaboran con estas empresas, piden ahora previsibilidad y planificación e instalan que esto se convertiría en una distopía. Seguramente traerá que algunas profesiones que son hoy estrictamente de humanos sean llevadas adelante por las IA”, razona Seminara.

El punto es que en determinadas actividades,  la regulación termina siendo el último término del Estado, al menos hasta ahora, y un poco lo que se desdibuja es eso. “Entonces qué vamos a hacer que sea el privado quien regule, quien generalmente tiene el recurso técnico. Hay que revisar esas cosas y estar a la altura de las circunstancias.  Ya vemos el caso de las redes sociales que ante la imposibilidad del Estado de regularlas se delega al privado qué cosas circulan y cuáles no, dónde muchas cosas quedan en manos de los usuarios y además hay un poder de censura”, señala en sobre el final.