Hace exactamente un año se confirmaba el primer paciente con coronavirus en el país. Aquel 3 de marzo, Argentina se convirtió en el séptimo país de América en registrar un caso. El virus covid-19 alcanzaba en ese entonces a sólo 71 países en todo el mundo. 

El drama de la pandemia se sufre, pero su potencia se puede resumir en cifras: de aquel primer caso a los 2.120.000 actuales, y de cero muertes a 52.000. Brasil tenía dos casos, hoy tiene más de 10 millones. Todavía las fronteras estaban abiertas y no había estallado el problema de los repatriados que se encontraban fuera del país. 

El por entonces ministro de Salud, Ginés González García detalló que el argentino con coronavirus llegó el 1 de marzo de Europa. De nuevo Europa en América. No existía la remota idea de una vacunación masiva, ni vacunatorios VIP, ni antivacunas, ni vacunas rusas, chinas o inglesas.

Las clases iban camino a iniciarse en varias provincias. No existían palabras como distanciamiento social, cuarentena, fases. La palabra "comorbilidad" había sido mencionada sólo en los libros de Medicina. Ni siquiera aún se esperaban los viernes cada dos semanas para conocer las restricciones decretadas por el Ejecutivo nacional. 

"No deberíamos alarmarnos, pero sí estar atentos", dijo Alberto Fernández aquel 3 de marzo. Todavía no había pruebas de rebaño de los gobiernos, ni gobernantes que subestimaban el virus. Ni el economía vs vida. 

Nuestros viejos y viejas ya tenían demasiado como para un virus que se ensañaría con ellos. Se conocía muy poco del virus y de sus prevenciones. El barbijo nos parecía solo una exageración de los asiáticos y jamás pensamos que sería más vital que el celular. La sigla ATP era reservada para la asociación del tenis y el take away sonaba a un pop ochentoso remixado. 

Aún no se aplaudía al personal de salud. No se repetía "que saldríamos mejores personas después de la pandemia". Y mucho menos se podía comprobar que era una mentira que nos repetíamos para darnos impulso en un año dramático.