La tensión acumulada durante 120 minutos quedaba atrás. Apenas entró el penal de Lautaro, se empezaron a escuchar bocinazos por toda la ciudad. Caía la tarde en Rosario mientras la selección celebraba en el Lusail de Qatar el pasaje a semifinales. Y la ciudad, acá, se vestía de fiesta.

El Monumento, como otras veces en la historia, fue el punto elegido por los rosarinos para concentrar el festejo. Llegaqron autos, camionetas, motos, gente a pie que bajaba desde los edificios del centro. En familia, grupos de amigos, todos se iban acercando al Pasaje Juramento.

El cielo se ponía gris, se acercaba la tormenta y sin embargo la euforia por la Scaloneta no se achicaba con la lluvia que empezaba a caer. Miles de rosarinos dijeron presente, con la ilusión de volver a soñar con un título mundial como en el '78 y el '86, con el sueño de ser felices por un rato en medio de tantas dificultades que tiene el país.