La noche rosarina se sigue apagando: cierra El Refugio, semillero de artistas LGBTIQ
El emblemático bar se despide después de funcionar por más de 20 años. Su dueña denunció que solo una oposición alcanzó para que no le renueven la habilitación. Burocracia, ordenanzas obsoletas y un lugar menos para la cultura y diversión local.
El emblemático bar El Refugio, semillero de la comunidad LGBTIQ por más de 20 años, cerrará las puertas este fin de año. Será el broche de oro de un año para el olvido, en el que la noche rosarina, su diversidad y su oferta, desapareció prácticamente por completo. Vanesa Mourrut, dueña del bar de Laprida al 800, aseguró en que no le renovaron la habilitación del comercio por una única denuncia de un vecino.
"En la Municipalidad la burocracia es muy grande y siempre están poniéndote trabas. El destrato es peor que si fuéramos delincuentes", aseguró Mourrut. La dueña del bar explicó que un vecino abrió un expediente en el Área de Habilitaciones de la Municipalidad solicitando que no se abra el espacio. "Nadie averiguó, no mandaron inspecciones. Nosotros tenemos todo en regla y por una sola oposición no me renuevan la habilitación. Así de fácil es que nos cierren. El desprecio es muy grande".
El Refugio abrió en el 2001 y, valga la redundancia, ofició como refugio para la comunidad LGBTIQ de Rosario. El lugar tenía agenda completa de shows y se abría para eventos a beneficio de todo tipo. Pero además, El Refugio fue más que la categoría "bar con amenización musical". Fue un espacio emblemático y la referencia de los primeros pasos fuera del clóset de más de uno, una y une.
"El espacio funcionó como nexo para muchas personas. Les resultaba fácil ir a un lugar como el nuestro. Pudimos ayudar a los chicos que echaban de sus casas por su sexualidad, por ejemplo, y nos contaban que estaban durmiendo en plazas. Hicimos shows a beneficios para que puedan conseguir algo y pagar el alquiler, comprar medicamentos y hasta comer", contó su dueña.
El bar se suma a una lista de espacios que hacían a la noche rosarina y fueron cerrando, uno tras otro, víctimas de una normativa obsoleta. El cierre del Centro Cultural La Angostura, el bar El Rojo y del mítico Berlín hicieron de esta segunda mitad del año un escenario desolador para la cultura, el arte y la diversión en la ciudad. Mientras, el Concejo intenta, en lo que queda de año de trabajo, abrir las puertas a que la famosa "ordenanza de la noche" se actualice y permita reglas claras y actualizada para todos los actores de la nocturnidad.