La historia es aterradora, cinematográfica y por momentos irreal. Se trata de un represor que participó de las tareas de represión en la Esma y que, con la vuelta de la democracia, logró ocultarse, pero sin esconderse. ¿Cómo? Con un pequeño pero efectivo cambio en su nombre.

No hizo su cambio de nombre luego de la dictadura, sino durante aquellos años en que se convirtió en genocida. Pero lo más curioso es que durante 17 años logró mantenerse como funcionario con honores en Europa y, luego, como un exitoso empresario en México. Es Ricardo Cavallo, uno de los torturadores en la Esma. 

Finalmente, una investigación periodística sobre corrupción empresaria terminó por desenmascararlo. Fue juzgado en Argentina por los delitos cometidos en la Esma junto al represor Alfredo Astiz.

El periodista Matías Mowszet (@Matimow) describió a la historia con lujo de detalles en uno de los tantos hilos que se pudieron ver en redes en un nuevo aniversario del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

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