La naturaleza no parece ser la única responsable de las inundaciones que sufre el norte de la provincia. El hombre y su ambicioso modelo productivo hizo lo suyo para que hoy los suelos no absorban y las aguas escurran. La silenciosa deforestación explica, en parte, el drama que se respira en Santa Fe y en otras regiones del país. 

El ingeniero Forestal Martín Simón asegura que el drama no sería tal si tuviésemos hoy los bosques que teníamos hace 30 años. En Santa Fe, el departamento 9 de Julio perdió, por ejemplo, el 80% de sus bosques. Las topadoras dieron paso a los cultivos y a los dólares de las cosechas.  

"En las zonas que fueron deforestadas debiéramos reconstituir los bosques casi como única posibilidad para que estas zonas no se sigan inundando en el futuro", advierte este ingeniero de 54 años recibido en la Facultad de Ciencias Forestales de Santiago del Estero, con una maestría en Costa Rica sobre el manejo integrado de los bosques y con una activa participación en la ONG Fundapaz, pionera en la lucha por el derecho a la tierra de los indígenas.

Simón avisa que la ampliación de las zonas agrícolas --un gran anhelo argentino en el afán de llegar a las 100 millones de toneladas de granos-- va a generar un "desastre" en términos ambientales; denuncia que la legislación vigente no se cumple; cuestiona a la dirigencia política por su mirada "cortoplacista"; y aclara que si se avanza en un "ordenamiento territorial" y en una "tarea de reconstitución", en diez años ya habría resultados a la vista para evitar futuras emergencias hídricas.

-¿Cuánto influye la deforestación en el drama que vive hoy el norte de la provincia con las inundaciones?

-Mucho. Basta con analizar los datos de pérdida de bosque. Puedo asegurar que, por ejemplo, al departamento 9 de julio le quedan muy pocas hectáreas de bosques. Ha perdido el 80% de sus bosques. En forma mayoritaria los bosques en Santa Fe están entre los departamentos Vera, 9 de julio y General Obligado. Estamos hablando de bosques chaqueños húmedos, es decir, de un bosque que tiene 40 o 50 especies leñosas, 200 especies herbáceas y alberga a innumerables especies de la fauna. En el departamento 9 de Julio este tipo de bosque prácticamente ha desaparecido. 

-La destrucción de los bosques asoma entonces como un factor decisivo

-En las inundaciones que estamos sufriendo conviven varios factores. Pero un factor decisivo y predominante es el tema de la deforestación, sin dudas. No estaríamos en la misma situación en el norte de Santa Fe si tuviésemos los bosques que teníamos hace 30 años. La pérdida de bosques ha sido tremenda. Pero mirar solo la provincia de Santa Fe es un grave error. Gran parte del agua que tenemos en la provincia viene de Santiago del Estero, de Chaco, de Salta, aguas arriba. Las tres provincias con mayores tasas de deforestación son, justamente, estas tres que mencioné. El note de Santa Fe no pertenece a la región pampeana como muchos piensan, sino que pertenece a la región chaqueña que tiene estos bosques. Estamos hablando de una de las zonas boscosas más grande de Sudamérica después del Amazonas. La mirada tiene que ser amplia y nacional.

-¿Detrás de la deforestación está el negocio de los cultivos?

-El ser agropecuario es muy fuerte en Argentina. Desde hace muchos años que se sueña con llegar a las 100 millones de toneladas de granos. Llegar a esa cifra sería magnífico para los gobiernos en términos económicos, pero ambientalmente para el país sería un desastre absoluto, sería terminar con las únicas hectáreas de bosque que nos quedan en Argentina. Hay que avanzar hacia una mayor producitividad por unidad de superficie con la tecnología que disponemos, pero no ampliando de ninguna manera la frontera agrícola. Es más: en las zonas que fueron deforestadas debiéramos reconstituir el bosque casi como única posibilidad que estas zonas no se sigan inundando en el futuro. Para ser gráficos: un profesor en la universidad venía con un vidrio y una toalla a dar la clase. Ponía la toalla sobre el vidrio y echaba una jarra de agua. Luego nos decía que iba a deforestar y sacaba la toalla. Y volvía a echar la jarra de agua sobre el vidrio. Esto es lo que ocurre cuando uno hace una deforestación. El bosque absorbe y retiene el agua precipitada. Si en lugar de este bosque tenemos un monocultivo, el agua va a ser expulsada del lugar donde llueve, el suelo absorbe poco y todo escurre a los causes naturales generando lo que estamos viendo.

-Hoy deforestación y soja van de la mano, entonces.

-Es el modelo agropecuario en sí. Echarle la culpa a la soja es reducir el problema. El modelo agropecuario es netamente pampeano. Es decir, es un modelo que funciona perfecto en zonas planas, perfectamente cultivadas, con la cultura de los chacareros que conocen el trabajo agrícola y con un clima adecuado. En la zona chaqueña nos encontramos con un bosque que había que sacar para intentar generar condiciones similares a la región pampeana. Esto se hizo hace muchos años y las consecuencias están a la vista. Hoy ya existen los sistemas agrosilvopastoriles que los pequeños productores aplican para salvar sus bosques. El tema es que al agro-negocio no le interesa esta técnica. Le interesa manejar miles de hectáreas con pocos empleados y retirar la plata el día de la cosecha. El modelo alternativo existe. No se hace de forma extensiva por la ambición económica de hacer plata rápido. Para eso se deforesta y se cosecha.

-¿Faltan políticas públicas para revertir esta situación?

-Desde hace diez años tenemos la Ley Nacional de Bosques. Pero la aplicación cada vez tiene menos recursos. Las provincias tienen cada vez menos plata y el control de la deforestación no se logra. La realidad es que se continúa deforestando. Estoy casi seguro que no hace falta una nueva legislación, que con las leyes que tenemos alcanza. Es necesario y urgente que se cumplan la leyes.

-¿Cómo afecta la crisis económica?

-No ayuda, por supuesto. La situación económica del país agrava más el panorama. Pero si hacemos un análisis de costo es mucho más caro vivir de emergencia hidríca en emergencia hidríca. Si queremos atacar las causas hay que hablar en voz alta sobre qué vamos a hacer con las zonas que tenían bosque.

-¿Le preocupa este tema a la clase política? ¿Se subestima la gravedad de lo que usted está contando? 

-Le preocupa poco. Antes le preocupaba mucho menos. Yo trabajo en una ONG que da atención a pequeños productores para el manejo sustentable de los suelos. Hace 20 años era normal ver una topadora deforestando sin que nadie diga nada. Hoy hay mucha gente que ve esta escena y la denuncia. Lo cierto es que al gobernante le preocupa mucho más llegar a las 100 millones de toneladas que la situación de los bosques. No sé si es falta de conocimiento o si la mirada que tienen es estrictamente cortoplacista. 

-¿Estamos hablando de un daño irreversible o que puede revertirse?

-Llegar a la situación de los bosques como la que teníamos es difícil. Pero corregir lo que ocurre en el territorio cuando llueven mil milímetros en diez días como pasó en el norte de Santa Fe se puede hacer y no tarda tanto. Si se genera un ordenamiento territorial, si se define un área agrícola y otra de bosques, si se empieza con una tarea de reconstitución, en diez años ya habría resultados. Lo que falta es la voluntad política para generar este reordanamiento territorial.