Un grupo de chicos y chicas clasifican y venden residuos sólidos en la planta de reciclado Galpón de los Sueños, ubicada en pasaje Ancón 2845 (Rueda al 4200). Se trata de diez jóvenes que forman parte de la Unidad Productiva del programa provincial Santa Fe Más y tienen como objetivo, junto a las referentes, poder hacer crecer este microemprendimiento familiar para que sea autosustentable. 

Lucila Villalba, Luci como la llaman todos, y su hija Claudia llevan adelante el Galpón de los Sueños desde hace 20 años de la mano de Casa de Todos y de la Asociación Civil Grupo Obispo Angelelli (GOA). En la planta de la zona noroeste logran recuperar una importante cantidad de materiales –papel, cartón, plástico, vidrios, telgopor, metales y aluminio– aportados por el programa municipal Separe para que vuelvan al circuito industrial como materias primas. 

Claudia junto a Micaela, integrante del GOA, contaron que diez chicos y chicas integran la Unidad Productiva del programa Santa Fe Más donde aprenden no sólo a ordenar y compactar los residuos sólidos sino también a entender cómo es la venta al mayorista. Están en la segunda etapa del Santa Fe Más, una política pública que impulsa el gobierno provincial desde el Ministerio de Desarrollo Social, que tiene como finalidad acompañar en la formación de oficios a jóvenes de entre 16 y 30 o 35 años para lograr una inserción laboral o emprender un trabajo autogestivo. 

Alejandra es una de las integrantes de esta Unidad Productiva. Tiene 23 años y con la ayuda de Claudia contó que apenas descargan los materiales empiezan a clasificar en papel blanco y mezcla –diarios y revistas–, telgopor, plástico, bolsas, vidrio, cartón, latas y chatarra para luego hacer fardos o atados. 

Alejandra hace tres años que forma parte del emprendimiento y otra de las tareas que tiene es organizar la documentación y comunicar lo que se vendió al programa Separe, quienes llevan un control sobre los materiales enviados. Claudia y Micaela sumaron que también es la encargada de hacer los reclamos cuando hay materiales que no son residuos sólidos. "Lo que viene en mal estado, le saco una foto, hago el reclamo y lo dejamos en los contenedores para el camión de la basura", explicó Alejandra. 

Víctor, de 22 y conocido por todos como Nano, también está hace tres años en el Galpón de los Sueños y dijo que se había quedado sin trabajo cuando Luci le ofreció sumarse. "La primera vez que vine me puse a clasificar blanco. No entendía nada, sólo separaba papelitos hasta el día de hoy hay cosas que no entiendo pero le voy agarrando la mano", contó para explicar que la tarea que le parece más fácil es el enfardado de cartones con la prensa, que ahora se rompió. Micaela completó que "es una máquina casera pero los repuestos son caros y por ende el arreglo es costoso. Todo se hace a voluntad, así que estamos viendo cómo volver a ponerla en marcha porque es necesaria". 

Estos jóvenes encuentran en el Galpón de Sueños un lugar de pertenencia, con el emprendimiento laboral como propósito colectivo.
Estos jóvenes encuentran en el Galpón de Sueños un lugar de pertenencia, con el emprendimiento laboral como propósito colectivo.

Nano es el único que tiene moto, así que se encarga de controlar el peso de los materiales en el mayorista y recibir el pago. "Sería el tesorero porque también entrego los remitos firmados a la secretaria Alejandra y así ordenamos jerárquicamente a la empresa. Los demás son los empleados", graficó y desató carcajadas en Claudia y Luci, ya que en este organigrama son las directivas. El grupo se lo tomó a broma porque son todos familiares que trabajan a destajo con ganancias que les alcanzan apenas para vivir al día pero es cierta y necesaria la división que hizo Nano: aún no lo registran pero cada uno se está acomodando en una tarea que es fundamental para el desarrollo económico de cualquier emprendimiento. 

Diego tiene 33 años y se sumó hace 8 meses. "Estaba sin trabajo y Luci me ofreció si quería hacer reciclado. Es una oportunidad muy buena porque me sirve el cobro de la beca de la Unidad Productiva, es una ayuda grande para mí. Aparte el reciclado te enseña a hacer un montón de cosas que por ahí no lo sabía. Es tranquilo, nadie te molesta y cada uno tiene una función", enumeró para aclarar que lo ayudó para darse cuenta del valor de los materiales porque también es recolector informal. 

"Cuando salgo de acá, me voy a cartonear. No me voy a mi casa a estar al pepe y a mis hijos les enseño a clasificar. Hoy en día todo se recicla. Ahora llevo tapitas para que jueguen, nada se tira", resumió Diego sobre el compromiso asumido. 

El Galpón de los Sueños 

Luci hizo un repaso de cómo nació este proyecto autogestivo. Fue entre 2001 y 2002 cuando una referente de Casa de Todos le acercó la propuesta y desde esa época está acompañada por el GOA, la asociación creada en 1986 comprometida con el trabajo social en barrios populares de Rosario que tiene como objetivo promover espacios de capacitación, reflexión y acción en los sectores más vulnerados.

"La señora de la casita de Todos nos consiguió este trabajo. Como mi hija Claudia sabía de clasificación le pregunté qué le parecía y nos enganchamos", dijo Luci y juntas describieron que primero tuvieron una reunión con un referente del GOA que les explicó cómo era el trabajo en el galpón. 

"Nos preguntaron qué nombre le íbamos a poner y pensamos un montón. Le dije el Galpón de los Sueños, porque era un sueño para nosotros", recordó Luci para detallar que primero empezaron con botellas de vidrio y trabajaron mucho. En esa etapa empezaron a aprender a administrar lo que ganaban, asesoradas por la referente de Casa de Todos y del GOA, se guardaban una parte para comprar más materiales. 

"Acá trabaja toda la familia. Entregábamos un camión con chasi y acoplado cada 15 días. Trabajábamos de diez pero nos empezaron a robar. Entonces les pregunté si estaban de acuerdo en que no comprara más y así nos quedamos con lo que nos traían", continuó.

Hace 20 años que Luci tiene la misma rutina: abre el galpón a las 6.30 en verano y a las 7 en invierno. Se queda hasta las 15 clasificando o cargando con los chicos y chicas los materiales para el mayorista. Sus hijas Claudia y Angélica no le pierden pisada y se turnan si alguna tiene que llevar o buscar a sus hijos a la escuela para que no quede sola. 

"Mientras circulen bien mis manos, yo pienso venir a trabajar", sostuvo Luci, de 60 años, viuda y madre de cinco hijos, y a pesar de que no lo cuenta en diciembre de 2012 fue elegida como la Microemprendedora argentina del año, en la tercera edición del Premio Citi, organizada por la Fundación Avina y la del Diario La Nación.

Durante años recibían con regularidad materiales que llegaban del camión volcador del programa Separe, "los verdes", aclaró Luci y dijo que les permitía entregar entre 9 o 10 fardos de materiales limpios para que pudieran ser reutilizados como materia prima. Empezaron con la prensa para hacer fardos y le sumaron una máquina más chica para empaquetar bolsas de nylon y latas de aluminio. Ahora están practicando con una máquina chiquita que muele plástico. "Esa cantidad comenzó a mermar y este último tiempo viene una trafic", completó. 

Chicos y chicas que salen adelante con autogestión.
Chicos y chicas que salen adelante con autogestión.

"Nos jodió el tema de la pandemia. Nos arruinó todo. De los 10 fardos que hacíamos ahora lo que llevan son unos 9 bolsones. No es el mismo kilaje y encima se rompió la prensa", explicó Claudia sobre los desafíos que enfrentan a diario. 

Como mujeres emprendedoras también aprendieron a negociar con los mayoristas. Fue una prueba de ensayo y error hasta que hace casi una década lograron entablar una relación de confianza con un comprador, a quien le hacen entregas semanales. "Viene, busca los materiales, los pesa en su planta donde va Nano. Después nos paga por kilo y repartimos", explicó Luci. 

Micaela del GOA contó que hace tres años que está en el Galpón de los Sueños. "En realidad siempre se gestionaron solos. Desde Obispo Angelelli tratamos de acompañar, no sólo este proyecto sino muchos otros, y ser un enlace para que accedan a los programas municipales y provinciales. Como el Santa Fe Más que es un aporte, un recurso que les ayuda a poder seguir autogestionándose". 

Con respecto a los programas de formación para jóvenes, Luci aportó que empezaron en 2017 con la gestión anterior donde les ofreció a los chicos y chicas de su familia y de la zona para que se anotaran para aprender cómo era el trabajo de clasificación. "Los extraños vieron que era poquito y se fueron. Les dije que esto era para pucherear, no para ganar una fortuna. Y ahora quedó la familia", dijo para remarcar que muchos de los que trabajan en el Galpón hacen otros trabajos como recolectores informales y ayudantes de albañil. 

Claudia hizo la salvedad que también algunos cobran un salario social. "Es una ayuda bárbara porque no hay mucho material. Somos bastantes y no nos alcanza", dijeron.

Después de enumerar todo el trabajo y los desafíos de estos años, Luci no se resigna. "Acá estamos luchando y yendo para adelante. Si Dios quiere y el día de mañana pinta buena suerte con más material será bienvenido, pero acá seguimos", cerró.