La Provincia avanza con trabajos que mejorarán las condiciones de alojamiento en el Instituto de Recuperación para el Adolescente de Rosario (Irar), una vieja deuda del gobierno. A lo largo de los años se acumularon los reclamos de familiares de jóvenes allí alojados y hasta la Justicia intervino frente a denuncias de torturas y malos tratos.

Hace más de un año y medio, una semana después de haber asumido como gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz visitó el predio de Saavedra y Cullen y prometió convertir el lugar en un “moderno centro” de recuperación para jóvenes en conflicto con la ley. Fue necesario esperar largos meses para por fin ver obras en marcha.

Este lunes, el gobierno provincial mostró los trabajos de reconstrucción que se realizan en el frente del Irar e informó que “en una primera etapa” se avanzará también con la construcción de un playón deportivo. Los trabajos, aseguraron, estarán terminados a mediados de agosto.

“El objetivo es reformular el edificio donde se encuentran alojados de manera transitoria jóvenes de entre 16 y 18 años que cometieron infracciones a la ley penal”, comunicó la Provincia.

En su recorrida por el predio, en diciembre de 2015, Lifschitz manifestó: “No queremos que esto sea una cárcel”. Y en el mismo tono el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Ricardo Silnerestein, habló este lunes con las obras ya en marcha. “Se dotará al frente de nuevas marcas estéticas que, sin resignar la seguridad, refieran al trabajo socioeducativo y a la garantía de derechos de la institución. Nuestra idea es alejarlo del paradigma del encierro”, apuntó.

En la actualidad, hay 33 adolescentes que se encuentran en el Irar por disposición de la justicia penal y, en la mayoría de los casos, transitan por períodos de entre tres y cuatro meses.

Par el subdirector provincial de Justicia Penal Juvenil, Francisco Bracalenti, es fundamental “cambiar las condiciones que provocan inactividad y generar nuevos espacios que les permitan (a los jóvenes) participar en actividades y proyectos de interés genuino. Esos estímulos pueden ayudarlos, no sólo durante su tránsito por el Irar, sino para integrarse a sus respectivas comunidades”.

El proyecto integral prevé la incorporación de espacios que permitan la práctica deportiva y recreativa, además de la realización de talleres de oficios y proyectos comunitarios.

Reclamos de larga data

En el año 2014, las cuatro juezas de Menores de Rosario y un juez de San Lorenzo ordenaron el traslado de los jóvenes alojados en el Irar a otras dependencias cerradas del Servicio Penitenciario santafesino hasta que la Institución fuera reformada. "Los animales en un zoológico están mejor que los adolescentes en el Irar", planteó por entonces una magistrada.

Su inauguración en 1998, durante el primer gobierno de Jorge Obeid, llegó con una gran celebración. La obra logró financiamiento del Banco Mundial, pero con el paso del tiempo mostró otra cara y se convirtió en foco de denuncias.

Tras la muerte de Néstor Salto, un joven que en 2007 fue hallado con el 80% del cuerpo quemado, el Servicio Penitenciario tomó las riendas, aunque meses después, con la llegada de Binner a la Casa Gris, se anunció el cierre definitivo y la construcción de un nuevo edificio. Una cuestión “prioritaria”, según dijo entonces el ministro de Justicia Héctor Superti.

Lo que prometió Superti nunca ocurrió y las críticas volvieron a surgir con fuerza con la muerte de otro joven. En diciembre de 2011 Jonathan Retamoso apareció ahorcado en su celda. Juan Carlos Alonso, su padrastro, denunció que “el cuerpo estaba desfigurado” y luego la autopsia mostró varios golpes y contusiones. La versión oficial habló de suicidio.

En 2012, otro caso. Fabián Lucero fue encontrado sin vida en su celda, también ahorcado. Era su tercera vez en el centro pensado para jóvenes en conflicto con la ley.