Esta semana se conoció la noticia que en la vecina localidad de Capitán Bermúdez, una joven de 12 años perdió la vida tras realizar un desafío viral conocido como “blackout challenge” o “desafío del apagón”. Un peligroso reto que se volvió viral en TikTok, aunque se comparte a través de otras aplicaciones, y que consiste en aguantar la respiración hasta el límite de lo humanamente posible. La práctica es filmada y compartida con los demás, y resulta ganador aquel que soporte más tiempo sin respirar ni desmayarse.

TikTok cuenta en Argentina con 1,5 millones de usuarios de los cuales, según analizó la consultora Rebold, un 20% está por debajo de los 30 años. En diálogo con Rosarioplus.com,  las especialistas Mariana Maestri y Ana Bloj, Doctora en Comunicación Social y Psicóloga, psicoanalista especializada en el cuidado de las infancias, respectivamente, analizaron las prácticas presentes en la red social, su origen, los jóvenes como receptores de estas acciones y el rol de los adultos en este contexto. La recomendación sigue la vieja máxima: en las redes, como en la vida, uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras.

- ¿De qué se tratan los desafíos o challenge?

- Mariana Maestri: Los challenge o desafíos virales son propuestas que un influencer, es decir aquella persona que tiene un gran número de seguidores, hace a otro con el objetivo de que se replique y más usuarios se vayan sumando a la dinámica. En el año 2018, cuando aparece TikTok, se hicieron muy populares. Uno de los primeros que tuvo alcance masivo fue el "Ice Bucket Challenge", que consistía en tirarse un cubo de agua muy fría sobre el cuerpo para reproducir la sensación que sentían los enfermos de ELA. También hay referidos a bailes, a la interpretación de canciones, etcétera. Pero hay otros que son más complicados que implican poner en riesgo la vida de quien acepta el desafío.

- ¿Qué mecanismos psicológicos se activan en estos juegos de copia y repetición?

- Ana Bloj:  Se establece un juego identificatorio. En estas imitaciones se juegan identificaciones con personas referentes, los influencers que mencionábamos. Pero además hay una diversificación en cuanto al protagonismo que hace sentir al que juega, adulto o niño, que es parte y que incluso puede convertirse en famoso. Los chicos y adultos están todo el tiempo mirando cuántas visualizaciones han tenido con lo cual hay una ilusión, y en algunos casos una realidad, de que pueden viralizarse y hacerse famosos, al menos por el período de tiempo que dure la viralización. 

- Mariana Maestri: Justamente en relación a esto no hay que olvidarse que este tipo de prácticas, es decir llevar a cabo ciertos retos, no nacen de las redes sociales sino que vienen de larga data. El reto, el desafío, no nace con las redes sociales. Es una práctica que las antecede. En todo caso lo novedoso es filmarse y compartirlo en las redes. Este tipo de acciones se convocan sobre todo en aquellas redes sociales en donde el centro o el objetivo está puesto en el video, como en el caso de TikTok. Porque lo interesante no es solo cumplir el reto, sino grabarse y subirlo a la redes con el hashtag determinado, para que otras y otros lo miren. Eso forma parte del reto, sino no tiene ningún sentido. Porque acá lo que está en juego es hacernos ver para formar parte de un grupo, un grupo amplio que me excede.

Infancias y TikTok: "Cuanto más diálogo haya, más se disminuirán los riesgos"

- Más allá de que se trate de niños y adolescentes, la noción de riesgo está, más o menos clara, si no, no se trataría de un desafío. ¿Cómo se comprende el sumarse a un riesgo?

- Ana Bloj: Si bien se sabe del riesgo, a veces no se lo dimensiona realmente o se piensa que a uno no le va a pasar. Nos pasa como adultos en otras situaciones y teniendo más experiencia de vida. Si a esto le sumamos que la virtualidad suele estar asociada con una irrealidad, el peligro está realmente muy cerca. Históricamente los chicos han hecho cosas que ponen en riesgo su vida. Saltar techos, tirarse al agua sin saber nadar, etcétera. Y los adultos han tenido la tarea de cuidarlos. Riesgos ha habido siempre, por eso es importante concientizar a los padres sobre estos nuevos riesgos que supone la virtualidad. Porque hay que entender que virtualidad no es una irrealidad, o una ficción, sino parte de la vida real.

- ¿Creés que puede haber en estas prácticas algo del orden de la curiosidad?

- Ana Bloj: Los niños juegan todo el tiempo a morirse, sobre todo los más pequeños. Pero no es lo mismo jugar a morirse que morirse. Entonces, creo que lo que hay es una indiferenciación de lo real y lo virtual. Cuando aparecieron los tamagochis, estas mascotas virtuales, algunos chicos entraban en profundas crisis cuando la mascota virtual “moría”. Moría entre comillas, porque claramente eso no era lo que pasaba. Ahí había una indiferenciación entre lo real y lo virtual. Y también puede estar presente una pregunta fuerte sobre la muerte. Hoy en día tenemos distintas dificultades con los adolescentes que ‘coquetean’ con la muerte. Yo lo pondría en términos de pulsión de muerte, y en épocas tan particulares, convulsionadas, como las que estamos viviendo, algo del fin del mundo y del fin de la vida se pueden estar vinculando de algún modo. Todos tenemos pulsión de vida y pulsión de muerte, en épocas como esta puede ser que haya un predominio de la pulsión de muerte.

- ¿Cómo trabajar un entorno amigable en estos espacios virtuales?

- Ana Bloj: Hay varias recomendaciones de la Sociedad de Pediatría sobre la necesidad de que los adultos nos involucremos en estos espacios y acompañar a los chicos en un uso crítico y reflexivo de las redes. Educar en el buen uso de las redes, en lugar de espiar. Y por supuesto tratar que los niños dispongan de tiempo de ocio lo más alejados posibles de las tecnologías. Porque más allá del riesgo que tiene este juego en particular, sabemos que el uso en exceso de tecnología genera dificultades en el psiquismo de distinto orden. Quizás la clave está en hacer de estos espacios virtuales, espacios de articulación con las producciones culturales (la música, el arte, el teatro, el deporte), con la presencia y mediación de los adultos. El adulto tiene que estar mediando ese espacio que no es exactamente el de la ficción, sino que es una tercera realidad que requiere de la tutela del adulto.

- Mariana Maestri: Lo que se necesita es incorporar claramente el debate en todos los ámbitos: familiar, educativos, social, sobre el uso y contenido de las redes. No se puede desconocer, porque estas tecnologías existen y están al alcance de todas y todos. Hay que hablar sobre los challenge y también sobre qué información dar a conocer, cómo resguardar la intimidad, hasta donde exponerse. Cuanto más diálogo exista sobre esto, más se disminuirán los riesgos. Educando siempre en que detrás de una plataforma hay empresas que están buscando algo de nosotros y ese algo son los datos que aportamos. Los datos son un valor, entonces a quién se los damos, cómo, por qué y para qué, es algo que tenemos que tener claro.