El primer indicio apareció durante el receso escolar, cuando los padres completaron las fichas de inscripción para el ciclo lectivo de 2016. En aquellos establecimientos que cuentan con comedor debía especificarse la asistencia del alumno en el régimen de comidas. En todos los colegios notaron un importante crecimiento de tildes respecto al anterior comienzo de clases. Pero la real dimensión de la difícil coyuntura llegó con los chicos sentados frente a los platos. Se estima que hay 40 mil nuevas raciones (copa de leche y almuerzo) en el Gran Rosario, lo que se traduce en 10 mil chicos que dejaron de comer en sus casas para hacerlo en la escuela.

Ese es el cálculo aproximado que trazan desde la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y la Federación de Cooperadoras Escolares de Rosario, dos organizaciones que están intentando visualizar los malabares que hacen docentes y trabajadores sociales para atajar la alta demanda de alimentos que tienen hoy los 92 comedores escolares de la región. Los primeros registros del año indican que se pasó de un total estimativo de 140 mil raciones (fines de 2015) a 180 mil (abril 2016).

“El crecimiento en las matrículas es muy fuerte. El año pasado ya tuvimos un pequeño incremento. Pero ahora se disparó. Un factor determinante es la situación económica. Los bolsillos se achicaron”, explica Gustavo Mogues, presidente de la Federación de Cooperadoras Escolares. “Hay que abrazar con mucha fuerza a quienes día a día trabajan en los comedores. Hacen milagros para que todos los chicos tengan su ración de comida. Lo cierto es que están preocupados porque cada vez hay más alumnos sentados frente a la mesa”, agrega.

Lorena Almirón, secretaría adjunta de la seccional local de la ATE, describe un panorama similar. Sus aportes son con conocimiento de causa. Es ecónoma - persona encargada de la compra de insumos y de la rendición de gastos - de la Escuela N° 1396, ubicada en Santa Lucía, su barrio natal. Habla de un aumento de alumnos superior al 20% en los últimos meses, lo que elevó a 60 mil platos de comida y 120 mil copas de leche que se entregan todos los días en los establecimientos educativos del Gran Rosario.    

“Estamos viendo circunstancias que antes no veíamos. Por ejemplo, los días de lluvia los chicos faltan a la escuela pero se acercan al comedor para almorzar. Situaciones como éstas te marcan que algo cambió”, señaló Almirón en diálogo con Rosarioplus.com.

La dirigente gremialista habla de una “situación límite” en cuanto a presupuesto para la compra de alimentos, la infraestructura, los cargos y los salarios. “Si esta tendencia se mantiene,  no sé cómo vamos a hacer”, admite con preocupación.   

La difícil tarea de preparar un buen plato con solo  7,24 pesos

El gobierno provincial actualizó en marzo los montos que gira a las escuelas para sostener las raciones: 2 pesos para la copa de leche y 6 por cada plato de comida. Las partidas se engrosan por la ayuda que llega del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (Refuerzo Nutricional). En total, los colegios reciben 2,50 por la colación y 7,24 para el almuerzo. “Son cifras muy insuficientes, más aún con el proceso inflacionario de este primer trimestre del año”, detalla Almirón.

En 2012, se estableció una actualización periódica del monto de las raciones de acuerdo a la variación de índice de precios al consumidor que, por entonces, publicaba mensualmente el Instituto Provincial de Estadística y Censos (Ipec). Al caerse las estadísticas, los aumentos fueron siempre menores que los incrementos de precios de los alimentos.

La dieta diagramada por nutricionistas requiere de partidas muy superiores. Según los cálculos de los cooperadores escolares, se necesitan unos 17 pesos para el comedor y 3,75 para cada desayuno o merienda.

“Alcanza porque se compra en grande escala y se abarata los costos. El problema es que ya no hay más variedad, por lo que se pierde valor nutricional. En Buenos Aires la ración ronda los 10 pesos, acá apenas superamos los 7. Es difícil con esa plata dar de comer con todos los nutrientes que necesita un chico”, explica Mogues.

Lorena grafica las dificultades con ejemplos concretos. “Por lo general cocinamos muchos guisos y salpicones para hacer rendir el dinero. Las milanesas y las supremas las reducimos dos veces al mes. La carne escasea cada vez más y en algunos comedores suprimieron el pan y los postres”, detalla resignada.