A fumar a otra parte, el Papa no quiere más puchos en el Vaticano. Francisco ordenó que a partir del año que viene no se vendan más cigarrillos a los empleados, religiosos y diplomáticos que se desempeñan en ese territorio, para no cooperar "con una práctica que daña la salud". Quienes quieran fumar tendrán que buscar su atado del otro lado de la puerta, donde cada atado cuesta un 20% más. 

"El Papa ha decidido que el Vaticano dejará de vender cigarrillos a sus empleados a partir de 2018. El motivo es muy simple: la Santa Sede no puede cooperar con una práctica que daña claramente la salud de las personas", informó el portavoz papal, Greg Burke.

 Actualmente, los empleados del Vaticano pueden comprar cigarrillos en el denominado "Magazzino", un centro comercial de dos pisos que funciona en la ex estación ferroviaria del Estado más pequeño del mundo. Allí consiguen los atados con un descuento importante. 
En una recorrida por el Magazzino realizada por la agencia Télam, se constató que los 20 atados se consiguen a 87 euros y los 30 a 120 euros, un precio notablemente inferior al de los quioscos romanos.

Además de los empleados laicos y religiosos y de los pensionados del Vaticano, los diplomáticos acreditados ante la Santa Sede son también clientes habituales del almacén, que ofrece asimismo bebidas alcohólicas, productos electrónicos y marcas de primera línea a precios inferiores a los del mercado.

En el Magazzino los compradores disfrutan además de la posibilidad de acceder a tostadoras de lujo estilo años 50 a 120 euros (un 20% menos que su valor en Roma), a botellas de champagne francés de primera marca a 30 euros (cerca de un 15% más baratas que afuera) o a los dos litros de alcohol puro para la elaboración de licores a 18 euros, casi la mitad de lo que cuesta del otro lado de los muros vaticanos.