La cuarentena general arrancó en Rosario con postales ambiguas. Aunque el panorama en la mayor parte de la ciudad remite a las mañanas de algún feriado, de pronto en algunas cuadras irrumpen en el paisaje personas en la calle como cualquier día.

Las peatonales lucen desiertas, los locales de indumentaria están cerrados y los colectivos circulan vacíos, o con algún pasajero en soledad. Sí hay gente de a pie, y vehículos particulares que surcan las calles del centro. Sí abrieron los comercios de venta de comestibles como las granjitas, kioscos y panaderías.

En calle Santa Fe, en la zona bancaria, se convocaron desde temprano colas de jubilados y de trabajadores estatales a la espera de cobrar sus haberes, tal como tenían previsto. Eso, a pesar de que la Asociación Bancaria ya anunció que desde hoy y hasta el 31 de marzo no habrá atención al público.

En Santa Fe al 1200 hay un movimiento inusual: son los trabajadores precarizados del área Niñez de la provincia en procura de cobrar sus haberes en una sucursal bancaria. La misma escena con jubilados en otra entidad cercana. Según cuentan, son quienes no poseen tarjeta de débito y solo cobran a través del cajero humano, un contacto que desde anoche está clausurado. Y el movimiento de gente atrae, además, a taxistas en busca pasajeros.