La empresa fabricante de copas menstruales Maggacup manifestó su preocupación por los nuevos requisitos de Anmat para el rubro. Aseguran que pone en riesgo la continuidad de la pequeña empresa y de sus ocho empleados y empleadas, además de una red de cientos de revendedoras. También que se trata de una reglamentación que no sólo genera que "cierren las empresas pioneras en el país en impulsar la copa menstrual, sino que además favorecen a un mercado monopólico y fomentan la importación de un producto". 

Del Instagram de maggacupoficial

Las copas menstruales son un dispositivo de silicona reutilizable que contiene el sangrado menstrual. Hará poco más de diez años que comenzaron a hacerse conocidas en el país. Su recomendación, la confianza, su existencia misma fue creciendo de boca en boca, experiencia en experiencia. Lo mismo que los lugares donde conseguirla, las personas a quienes comprarle, los nombres de las marcas más seguras. Con el paso de la confianza y el éxito, es decir, consolidado ya el mercado, las copas aparecieron en farmacias primeros, en más y variados comercios después, y grandes empresas y laboratorios se animaron a fabricarla.  

En marzo de este año, comenzó a trazarse la regulación del mercado de copas menstruales. "Estábamos tramitando todos los requisitos para adecuarnos a la norma y poder continuar ofreciendo nuestro producto", informaron desde Maggacup. "El 22 de septiembre nos enteramos que Anmat quiere profundizar los requisitos para los fabricantes, agregando obligaciones imposibles de alcanzar para una micropyme como la nuestra y las que participan en el mercado". 

"Anmat pretende que las empresas elaboradoras de copas menstruales posean un laboratorio propio funcionando dentro de la empresa para realizar las pruebas de calidad. Hasta ahora nosotros contratábamos un laboratorio para esta tarea. El otro requisito es el de tener una maquina inyectora de uso exclusivo para fabricar las copas menstruales. El proceso se puede tercerizar, pero nos piden exclusividad en el uso de la maquinaria", explicó a Rosarioplus.com Alfredo Navarro, socio de la firma.

Las pymes dedicadas a este rubro mandan a fabricar cierta cantidad de copas menstruales que stockea durante unos cuatro a seis meses, hasta volver a hacer un nuevo pedido de producción. Ese proceso puede durar 10 días en total, como máximo. "O sea, tendríamos que tener una infraestructura enorme con una maquinaria que está fuera de nuestro alcance, personal especializado, el conocimiento técnico y el espacio suficiente para este desarrollo por sólo 10 días de producción cada cuatro a seis meses. Es totalmente ridículo", profundizó el empresario.

Maggacup es la marca pionera del país. Existe desde hace diez años y desde siempre su supervivencia fue un trabajo artesanal muy fino. "El mercado siempre fue muy pequeño. Se trata de un producto muy difícil de vender, ya que hasta hace poco existían muchos prejuicios al respecto", detalló Navarro. "La publicidad televisiva apareció hace dos años y nos favoreció mucho, ya que al principio las personas menstruantes consultaban opiniones en las redes y foros antes de comprar. Y como la firma tiene muy buena imagen y buenas críticas, nos compraban". 

De a poco comenzó la competencia con empresas multinacionales que se volcaron a este negocio. "Son empresas con una gama de productos, poder económico y financiero que les permite vender cerca del costo durante varios meses para eliminar a sus competidores. Fue un golpe muy grande", puntualizó el comerciante. "Para sobrevivir tuvimos que redoblar nuestro esfuerzo, bajar precios, optimizar al máximo el servicio de pre y post venta. También mejoramos los canales de comunicación interna: atención telefónicas, redes sociales. Potenciamos las redes de revendedoras haciendo ofertas. Y así logramos sobrevivir a este ataque que venimos sufriendo desde hace dos años". Las dificultades, sin embargo, continúan y mutan, ahora con las nuevas disposiciones de Anmat. 

Un producto amigable con el cuerpo y el medio ambiente

Maggacup nació hace once años. Primero fue el proyecto de dos chicas. El lanzamiento y su llegada al mercado coincidió con un problema con la importación de tampones, un contexto favorable para el producto. A los cinco años, las fundadoras dieron un paso al costado y la empresa fue adquirida por sus actuales dueños. "Se mantienen los mismos ideales con que fue concebida, respetando tres pilares: fabricar productos ecológicos, realizar un aporte positivo en el ámbito donde desarrollamos la actividad comercial ya sea social y económicamente; y por último, bregar por la ecología evitando la desforestación, uso de pasta fluff utilizado en las toallitas descartables y disminuyendo la huella de carbono al fabricar en el país. "Llevar una empresa a sobrevivir 10 años en este país, es una tarea bastante ardua, pero la hacemos con gran alegría y entusiasmo, siempre buscando nuevos productos que ayuden a la gente a tener una vida mejor y disminuyendo la generación de residuos y contaminación. Ese es nuestro motor", concluyó Navarro.