En un terreno de 35 hectáreas lindero a la ciudad de Pérez, donde estaba el relleno sanitario Gallego, se emplaza el Centro de Tratamiento de Residuos, creado por la municipalidad, y organizado en forma cooperativa por cartoneros. Allí se procesan 150 toneladas diarias de residuos, a cargo de 15 personas que antes realizaban tareas de cirujeo en la zona, junto a otros 20 empleados municipales de la Escuela de Jardinería, de los cuales la mitad son personas con capacidades diferentes. En seis meses abrirán una segunda planta para el clasificar materiales reciclables, con la que esperan incorporar a otras 40 personas más.

La cooperativa de estos recuperadores informales se llama "Compañeros recicladores", y todos se conocían por trabajar durante muchos años en recolectar la basura del relleno sanitario. Hace cinco años que trabajan en la separación de residuos de la planta de compostaje que funciona  junto con los municipales, tras un proceso de mutua integración y aprendizaje. Rosarioplus.com dialogó con dos de ellos sobre su experiencia en este predio que ahora redobla la apuesta.

“Cada día llegamos, desayunamos todos un mate, y después nos repartimos las tareas. Todos ya conocemos lo que hay que hacer, pero a veces rotamos para aprender distintos puestos”, relató Joana Fizzani, de 36 años.

Es su rutina diaria de los últimos tres años. Antes, y desde niña, su realidad era el cirujeo. “Siempre clasifiqué basura, mi padrastro me llevaba desde chica a cirujear. Trabajábamos con sol y lluvia. Me costó el cambio, trabajar ocho horas dejando a mi hija sola, pero tuve mucho apoyo de mi familia y estamos mucho mejor: me estoy construyendo una casa y le estoy por festejar el cumple a mi hija. Ahora se agranda más 'la familia' cuando lleguen los nuevos compañeros”, celebra.

Gabriel Castro tiene 44 años, y a diferencia de Joana, comenzó a cirujear de grande y por necesidad. "Eso ayudaba a llevar un plato de comida todos los días a casa”. Destacó la posibilidad que ahora tiene de trabajar con mayor seguridad e higiene, ya que “antes nos metíamos en el basural hasta la cintura para hacer la clasificación y recuperación”.

Sobre el cambio de trabajar en el relleno sanitario a la planta de compostaje recordó: “Me costó al principio, y fui aprendiendo. Nos adaptamos y aprendimos a entendernos con los compañeros con discapacidad, y ahora hay un buen compañerismo. Aprendimos de ellos de jardinería y ellos de nosotros de la separación”.

El Centro Ambiental de Tratamiento de Residuos es el único del país que ha sido gestado por un municipio. Trabaja en un modelo de economía circular en el cual los residuos no sean simplemente recolectados y depositados en un relleno, sino que puedan ser reciclados, reutilizados, valorizados y minimizados.

La planta se agranda y sumará nuevos puestos laborales

Luego de pocos años de capacitación a vecinos de la ciudad sobre la separación en origen de la basura en los hogares, "actualmente un tercio de los hogares separa los residuos, y ya son 13 los barrios verdes", aseveró la secretaria de Ambiente y Espacio Público Marina Borgatello.

En el mismo sentido del crecimiento de la conciencia de separación, desde hace unas semanas se construye al lado de la planta un segundo módulo de clasificación sólo para los residuos reciclables, dedicado sólo a los materiales que son separados en origen a través de contenedores naranjas, centros de recepción y el servicio puerta a puerta.

Cecilia Álvarez, subsecretaria de Ambiente, precisó que esa nueva unidad "tendrá una capacidad de procesamiento de entre 5 y 10 toneladas por hora", y estimó que “comenzará a funcionar en medio año, donde trabajarán los 40 nuevos trabajadores entre recuperadores informales y jardineros municipales”.

La obra, que demanda una inversión superior a los 50 millones de pesos, está financiada a través del Promudi (Programa Municipal de Inversiones), llevado adelante por el gobierno santafesino.

La actual planta de compostaje cuenta con una capacidad de procesamiento de 150 toneladas diarias, que significan 18 camiones que descargan cada jornada allí, y un 20% del total de lo que genera la población de Rosario. Este proceso permite aprovechar la materia orgánica para la obtención de compost, y la recuperación de fracciones seleccionadas: vidrio, plástico, metales ferrosos y aluminio, que se pueden reciclar para la obtención de numerosos productos.

El crecimiento a largo plazo: convertir la basura en energía

A la planta actual de compostaje y la inminente de reciclado, se sumarán en un futuro dos más: la planta de biodigestión seca, que tratará lo orgánico, que fermenta y transformará la basura en gas producido en energía para inyectar a la red eléctrica que abastece a la ciudad, y la planta de de residuos orgánicos puros para hacer un compost de buena calidad.

La planta de biodigestión seca permitirá procesar 250 toneladas diarias de residuos domiciliarios, es decir que la ciudad duplicará la capacidad actual de tratamiento, a la vez que generará energía durante el proceso, y estará operada también por un grupo de recolectores informales.

Para su implementación se prevé optimizar el proceso de la planta de clasificación y compostaje e incrementar la eficiencia de la operación. Luego, aprovechando la estructura propuesta, se integrarán a su vez nuevos sectores a la existente, lo cual será posible porque el proceso de biodigestión seca planteado se compondrá de tres fases: clasificación, digestión y compostaje, donde el momento inicial y final son similares a los ya realizados en la planta.

Para la fracción orgánica pura se necesitará un tratamiento diferenciado al residuo mezclado. Para tales fines se proyecta una nueva planta de compostaje con una capacidad de tratamiento de alrededor de 200 toneladas por día de residuos orgánicos. Esta planta contará con dos sectores: un primer sector destinado a la recepción, limpieza y acondicionamiento (ante cualquier eventualidad necesaria de limpieza del material recibido) y un segundo sector para la estabilización y compostaje.