Desde hace algunos años Pichincha muta hacia el sector de la oferta gastronómica y de boliches, que le gana varios cuerpos de ventaja a los inmuebles residenciales salvo excepciones. Y como en todo cambio hay ganadores y perdedores. Por eso que muchos vecinos decidieron vender, cediendo sus propiedades, algunas de carácter histórico, para la concreción de espacios dedicados a la diversión.

En este recambio, la vivienda familiar quedó relegada, y es por eso que la hora de vender el consejo de las inmobiliarias es que la residencia en cuestión se adapte al uso comercial. Fuera de ese espectro, son difíciles de ubicar dentro del mercado, al menos que aparezca un comprador específico, señalan los especialistas.

Esta situación generó además una enorme burbuja inmobiliaria especulativa, donde por algunas propiedades sobre los corredores más importantes se pagan hasta 1500 dólares por metro cuadrado. En este esquema muchos vecinos resultaron ganadores económicamente hablando, mientras que algunos todavía se quedan en el barrio y resisten, pero ante una demanda cada vez mayor de espacios comerciales de alguna manera terminarán expulsados o al menos obligados a vivir en un barrio que ya no es lo que era.   

“Hay que diferenciar de lo que son casas al frente, departamentos y locales. En el caso de las casas al frente el valor de reventa es muy bueno si es para uso comercial. Diría que hay cuadras enteras, más calientes en cuanto a la demanda que tomaron un valor comparable con un buen centro comercial”, precisó a Rosarioplus.com el referente del sector inmobiliario José Ellena.

En cuanto a departamentos en la zona dijo que se generó una segmentación, ya que “una familia tipo no se va a ir a vivir a Pichincha, como tampoco lo haría matrimonio de personas mayores”. “Lo que se pone en demanda son departamentos chicos, estilo monoambientes, donde viven parejas jóvenes o gente sola”, adicionó.

Volviendo al tema de la alta demanda de propiedades para bares y restaurantes, el empresario insistió: “No es que los inmuebles no se puedan vender, es que tienen que ser acordes a la demanda de esa zona que ahora es el desarrollo comercial, una propiedad en Pichincha vale mucho más que en otros tiempos, hace diez años atrás, tener un local sobre calle Jujuy era un clavo imposible de sacar y ahora vale una fortuna y podes elegir a quién se lo alquilas”.

Ellena recordó que en otros tiempo Pichincha supo ser una zona familiar de casas bajas, cerca del centro, pero ahora tener una casa ahí “es un calvario, invivible”. Hoy el uso es otro, como también pasó en barrios históricos de Capital Federal, donde el caso más visible es Palermo. “No es que vale más o menos una propiedad o que no se vende, se vende pero hay que conseguir compradores acordes. Además, Pichincha en cuanto a la tierra, tiene muchas limitaciones ya que se puede edificar hasta cinco pisos y no hablar de las casas afectadas patrimonialmente” alegó.

Por su parte el presidente de la Concejalía popular, Nire Roldán, dedicado a la defensa de la vivienda, sostuvo a este medio que sería impreciso decir que la gente se va de este barrio por los ruidos molestos o la cantidad de gente que circula en la zona. “Se va porque se revalorizó enormemente en términos de metro cuadrado, propiedades que valían 70 mil dólares hoy salen el doble y con ese dinero se pueden comprar otras propiedades más amplias en otras zonas”, apuntó.

“Claramente hay una centralidad en cuanto al metro cuadrado, es una burbuja inmobiliaria, no sólo en esa zona, sino en todo Rosario. Esta situación no tiene nada que ver con las necesidades del mercado, porque si fuese así, debería haber mucha compraventa de inmueble, sin embargo en los últimos años se dieron los números más bajos de escrituraciones de la historia”, aseveró.

"En esas condiciones el negocio económico es bueno porque se triplica el valor de los inmuebles, este barrio antes fue un lugar degradado y desde hace un tiempo pasó a ser de alta rentabilidad”, completó.

Dos años sin poder vender y diez sin dormir

“Una esquina comercial en el barrio cotiza bien, siempre y cuando el bolichero acepte el precio que vos pedís. El metro cuadrado en esta zona subió, pero en mi caso, hace más de dos años que tengo mi propiedad a la venta y no puedo venderla, está pegada a un boliche y nadie me la quiere comprar, la gente que viene a verla me dice que esto a la noche es un quilombo y desisten de la compra”, contó Willy, un vecino de Pichincha resignado.

El hombre que aparece habitualmente en los medios con este seudónimo, prefiere evitar usar su nombre por miedo a sufrir represalias por parte de los bolicheros con quienes tiene un pleito de vieja data, que incluso tuvo sus ribetes en la Justicia. Su casa está pegada a un conocido bar que desde hace años le impide a toda su familia conciliar el sueño.

Con 30 años de residencia en la zona lamentó que gran parte de sus históricos vecinos se hayan ido del barrio por problemas de convivencia con los gastronómicos. “Hay muchos casos de gente que malvendió sus propiedades porque ya no aguantan y se quieren ir del barrio, se cansan de pelear con los bolicheros”, confesó.

“Las casas que están sobre calle Riccheri, entre Salta y Jujuy, tenían tres boliches en esa misma cuadra. Era terrible, las criaturas de uno de nuestros vecinos lloraban porque no podían dormir. Esas casas son difíciles de vender como vivienda, si se venden es para bares”, explicó.

Otro caso, afirmó que es la compra de propiedades por grupos económicos de renombre que adquieren propiedades en cantidad con fines especulativos para inflar los precios y después vender para uso comercial. “Hay casas vacías, hay poderosos que están comprando todo el barrio”, disparó el vecino en tono de denuncia.