La Iglesia Católica atraviesa uno de los momentos más significativos de su historia reciente tras el fallecimiento del papa Francisco, ocurrido este lunes en el Vaticano a los 88 años. Con su partida, se activó el protocolo de "sede vacante", el período en el que la Santa Sede permanece sin pontífice hasta la elección de un nuevo papa.

Desde primeras horas del martes, los cardenales fueron convocados a una congregación general en Roma. Allí se resolvió que el cuerpo de Jorge Mario Bergoglio será expuesto al público a partir del miércoles en la Basílica de San Pedro, donde miles de fieles ya se preparan para despedirlo.

El funeral, que se realizará entre el cuarto y el sexto día tras su muerte, será una ceremonia de Estado con la presencia de jefes de Estado, líderes religiosos y representantes de casas reales. Entre los primeros en confirmar su asistencia se encuentra el expresidente estadounidense Donald Trump, quien expresó: “Era un buen hombre, trabajó duro y amó al mundo”.

En la noche del lunes, el cuerpo del pontífice fue trasladado a la capilla de la residencia Santa Marta, donde vivía desde su elección en 2013. Luego será llevado a San Pedro para ser velado en capilla ardiente. Su apartamento ya fue sellado, tal como establece el protocolo papal.

Francisco había dejado por escrito su deseo de ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, frente al ícono de la Virgen “Salus Populi Romani”, al que solía acudir antes y después de cada viaje. Su tumba será austera, sin epitafios ni ornamentos, solo con su nombre en latín: Franciscus. Con esto, se convierte en el primer papa en más de un siglo en descansar fuera del Vaticano.

Desde Rosario y el resto del país, se multiplican las muestras de afecto y homenaje hacia el primer papa argentino de la historia, cuya figura dejó una huella profunda tanto en el plano religioso como en el social.