Desde hace nueve años, Alfabetización Santa Fe, a cargo del trabajador social Guillermo Cabruja, implementa acciones en barrios populares y en contextos de encierro en conjunto con la Universidad Nacional de Rosario a través de la Dirección de Inclusión y Desarrollo Socioeconómico. En la Unidad XI es donde más tiempo pasan desde el inicio, pero también trabajan en otras unidades penitenciarias de la provincia y distintos barrios donde se siente con dureza la brecha que genera la desigualdad.

Cabruja detalló en SI 98.9, que antes del inicio de la pandemia prestaban servicio en siete barrios de las zonas más vulnerables de Rosario, actividad que debió suspenderse. S sin embargo se sumaron a las campañas solidarias para juntar alimentos y poder de esa forma sostener a los vecinos en momentos de mucha incertidumbre.

En este momento y con las aperturas vigentes, los alfabetizadores regresaron a estas barriadas con un programa radicado en la Facultad de Derecho y lleva el nombre de Alfabetización y Acceso a la Justicia, donde participan además las facultades de Piscología, Humanidades y Ciencias Políticas. 

“Cuando uno encuentra a una persona de más de 15 años que no sabe leer ni escribir o que tiene grandes dificultades con la lectoescritura, evidentemente perdió un derecho, no lo pudo adquirir ya que la educación es un derecho humano fundamental. Son esos que de chico dan lástima y de grande miedo, que después tienen una gran dificultad para vivir en una ciudad como la nuestra”, analizó el docente en referencia a las situaciones comunes con las que se topan en los barrios donde la marginalidad es la constante. 

Para Cabruja, estos fenómenos se dan porque cuando se comienza a bucear en la educación de la ciudad de Rosario, “hay mucha deficiencia” por falta de circulación de la palabra en los barrios, donde quienes habitan estos espacios olvidados “tampoco son dueños de las palabras”, sufriendo la marginación, la pobreza y cuando una mamá y un papá salen a cirujear “tienen que llevar a las criaturas, y con eso se empiezan a desvincularse de la escuela, más allá que estas familias hagan un gran esfuerzo”.

En este panorama de dificultades, el alfabetizador narró que cuando comenzaron sus tareas en la cárcel, casi una década atrás, notaron que había muchos convictos –en ese momento de entre 20 y 30 años–, que no sabían leer ni escribir. Claros hijos del deterioro social de la década del ´90, antesala del estallido de 2001. 

“Gente que no puede hacer un trámite o escribir una carta”, puso como ejemplo Cabruja. “Es en la condena donde puede estar la oportunidad para que se reinserten y puedan pasar a formar parte de la sociedad de forma positiva, aunque las cárceles dejen mucho que desear”, añadió.

En ese sentido, desde su visión de la inserción y utilizando como ejemplo el caso de Joaquín Pérez, el arquitecto asesinado en Arroyito, el educador sostuvo que el intendente Javkin comete un grave error al discriminar una muerte casi como diciendo que “perdimos a uno de los nuestros” y que “no era una muerte más”, cuando en la ciudad de Rosario, desde hace 15 años, “casi que muere un pibe por día”.

En ese tono y a modo de reflexión acotó que las madres que tienen un hijo detenido sienten el mismo dolor de quienes perdieron a un familiar en un hecho de violencia. “Los chicos que están detenidos agradecen estar allí porque de otra forma estarían muertos”, reveló Cabruja. "Allí es donde te empezás a dar cuenta de que las cárceles fueron hechas para los pobres, los que no tienen los derechos, porque cuando vas a ver los barrios en los que viven, es denigrante, no tienen los servicios básicos y elementales para una vida normal”, lamentó.

La mitad de la población carcelaria en Santa Fe no superó ni el 4to grado de la escuela primaria, eso implica que un 40% de esa población carcelaria “es analfabeta”.

“No puede haber seguridad ni paz social –comentó Cabruja– si el problema no se atiende desde abajo hacia arriba”, en una ciudad como Rosario, “donde miles de personas, por ejemplo, no tienen agua potable, ni educación y que va de a poco camino a la desintegración y el individualismo con conceptos neoliberales de lo propio que le restan a los conceptos comunitarios”.

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