“Yo lo advertí”, lanza con su habitual verborragia el hoy diputado provincial Héctor Cavallero al hablar de los problemas que arrastra Rosario en materia de recolección de residuos. Es que el histórico dirigente justicialista fue, en su día, uno de los concejales que más se opuso al convenio firmado entre el municipio y la nueva empresa que se hizo cargo de recoger los desechos de la vía pública en el área comprendida desde Pellegrini hacia el norte.

“Yo me opuse a que el municipio le entregue el servicio a esta empresa porque no iba a poder cumplir con lo acordado. Desde un comienzo significó un contrato carísimo. Y con el paso del tiempo confirmamos lo que suponíamos: que el servicio es muy deficiente”, detalla Cavallero a Rosarioplus.com.   

La propia intendenta Mónica Fein admitió días atrás que arrastraban “complicaciones” con las empresas encargadas de recolectar la basura, pero que ya habían “realizado acciones” para solucionar este problema. Las deficiencias en el servicio saltaron a la luz tras los dos fuertes temporales que golpearon a Rosario en las últimas semanas. La acumulación de residuos en las calles dificultó el drenaje del agua y ayudó a su acumulación en casi todos los barrios de la ciudad.    

Cavallero sostiene que es “alarmante” la falta de limpieza en las bocas de tormenta. “En cada inundación recorro la ciudad con un ingeniero hidráulico. En los últimos días, observé que estaban casi todas tapadas. Podemos tener grandes desagües pluviales en los barrios pero si las bocas de captación están tapadas, las calles se van a inundar. En enero vi con mis propios ojos una inundación en calle San Juan 4400 donde pasa un caño de 6 metros. El factor de la mugre es también determinante”, subraya el legislador provincial.

El Tigre dice que para entender el “actual problema” hay que remontase a junio de 2013, fecha en la que el municipio anunció las nuevas concesiones del servicio de recolección de basura, tras un prolongado y arduo proceso licitatorio.

La novedad más sobresaliente de aquella puja de intereses fue la salida de Cliba tras seis años en la prestación del servicio, firma que pertenece al empresario Benito Roggio, encargado desde la década del 80 de la recolección de residuos en Capital Federal y dueño de Metrovías, empresa a cargo de la operación del subte.

En su lugar, apareció la empresa LimpAR S.A, conformada por capitales brasileños y argentinos. La compañía absorbió la plantilla de trabajadores y puso manos a la obra con anuncios de un servicio de “excelencia”: 35 camiones cero kilómetro y 500 nuevos contenedores. “Para 2014 habrá en la calle unos 12 mil contenedores, nuevos barridos mecánicos y un servicio de reclamos vía telefónica y a través de internet. Con ese objetivo, se logrará el cien por ciento de las veredas rosarinas contenedorizadas”, rezaba el comunicado de la compañía.

El segundo lugar en la licitación fue para Industrias Metalúrgica Pescarmona (Impsa), que continuó operando en el área sur. Los montos de las concesiones, con un plazo de 84 meses (con opción a doce de prórroga), fueron de 1.062.821.356 pesos para LimpAR y de 956.712.411,93 para Impsa.

La mitad de LimpAR pertenece al empresario Nicolás Caputo, el principal socio del presidente Mauricio Macri en materia de servicios y obra pública. El capital restante es de la firma brasileña Vega Engenharia Ambiental SA.

Se estima que los negocios entre Caputo y la Ciudad de Buenos Aires suman contratos por una cifra cercana a los 1.000 millones de pesos desde 2008. El empresario tiene a su cargo el mantenimiento y limpieza de los hospitales porteños, servicio por el que recibió más de 400 millones.

Vale recordar que Caputo y Macri, excompañeros en el Colegio Cardenal Newman, fundaron en 1983 la empresa Mirgor SA, para producir equipos de aire acondicionado para automóviles, ligada como autopartista a la industria automotriz que constituía el ramo principal del Grupo Macri (Socma). Luego se expandió a la fabricación de equipos de refrigeración domiciliaria, microondas y telefonía celular.

Una licitación con irregularidades

Cavallero recuerda que puso el grito en el cielo cuando leyó las condiciones de la licitación ganada por LimpAR. Manifestó su descontento a través de una carta que entregó en mano a Mónica Fein. El principal cuestionamiento radicaba en que la licitación había sido confeccionada un año y ocho meses antes de que la empresa tomase el servicio, por lo que el dinero a desembolsar era mucho mayor al anunciado. “La Municipalidad pagó un 40% más de lo estipulado en la adjudicación”, recuerda el ex edil.

En diciembre de 2013, apenas seis meses después de que LimpAR había comenzado con la recolección, cuando el Ejecutivo envió el presupuesto al Concejo, se corroboró este sideral aumento: la firma Vega-Caputo había generado un convenio de pago por una deuda de 120 millones de pesos.

En los recortes periodísticos de aquellos días, Cavallero sostenía que el convenio con LimpAR estaba “fuera de las posibilidades económicas por más que ofreciera un servicio de primer mundo”. “Lo paradójico es que con el diario del lunes quedó comprobado que se paga muy caro por un servicio que encima es deficiente”, sentencia hoy el diputado provincial.