El fantasma de las demoliciones agitó nuevamente sus vientos en los últimos días. Dos edificios emblemáticos para la cultura urbana local se vieron afectados ante su posible desaparición física en corto plazo en manos de empresas constructoras. Se trata de la emblemática sala teatral Arteón, ubicada en la planta alta de la Galería del Patio de Sarmiento 778, y el bar cultural Jekyll and Hyde de Mitre y pasaje Simeoni que comparte terreno con la clásica parrilla Don Alberto.

Héctor Floriani, urbanista, ex rector de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y ex decano de la Facultad de Arquitectura UNR se metió de lleno en esta problemática sobre el cuidado del patrimonio cultural y arquitectónico de la ciudad con el fin de dilucidar y aclarar desde qué concepto un edificio tiene relevancia patrimonial para la ciudad y su acervo.

En primera medida hizo referencia a la normativa municipal, aprobada en 2008. Se trata de la Ordenanza Nº 8245/08 de "Inventario y Catalogación de Bienes del Patrimonio Histórico Arquitectónico y Urbanísticos de la Ciudad de Rosario" donde se definió una política de preservación por parte del municipio, al precisar no sólo los inmuebles catalogados, sino también las acciones específicas a realizar en todo tipo de intervención que los afecte directa o indirectamente.

Dentro de esa ordenanza, rescató Floriani, “existe un concepto que tiene que ver con lo histórico aunque no necesariamente es lo que determina su valor patrimonial, por ejemplo una tapera aunque tenga cien años, puede no ser preservarle”, dijo el especialista al aire de Si 98.9. En ese tono remarcó que “no hay que confundir la dimensión histórica o su antigüedad con otras cuestiones, como por ejemplo: la casa de Sarmiento en San Juan, que es muy humilde, pero hay motivos para preservarla, pero explicó que en el caso de Rosario “no ese tipo de estructuras las que priman en su contexto urbano”.  

“Hay otras cuestiones que tienen que ver con los valores intrínsecos de la obra, además del contexto en el que se hizo esa obra que fue un paso que se dio con la sanción de la ordenanza de 2008, además de la incorporación al año siguiente del segundo anillo perimetral al catálogo que incluye por ejemplo al barrio de Pichincha”, señaló el destacado urbanista.

En tanto, detalló que es mejor entender lo patrimonial como un conjunto y no como una cuestión aislada, por ejemplo un barrio entero, una cuadra o un conjunto de edificios de estéticas morfológicas. “Cuando hay una recurrencia o una homogeneidad arquitectónica, como es el caso de pasaje Monroe” explicó sobre esta típica cortada, ubicada en la manzana formada por las calles Nueve de Julio, Callao, Zeballos y Ovidio Lagos que se caracteriza por su arquitectura de estilo art decó y le sirvió como ejemplo de conjunto arquitectónico que lo define como espacio patrimonial.

Por ultimo admitió que hay una mirada patrimonial más allá de la ordenanza que lo regula ya que está citado dentro del Código Urbano que es la norma que regula todas las edificaciones en la ciudad. “El Código Urbano tiene una mirada cualitativa, no hay una cantidad genérica ni una altura genérica, depende de los contextos para que no desentone, hay que encontrar un equilibrio y al mismo tiempo no se puede congelar la ciudad”, adujo.