Este jueves a las 9:53 de la mañana se cumplirán exactamente 25 años del atentado a la AMIA, el peor acto terrorista de la historia en el país, que tuvo 85 víctimas fatales y centenas de afectados. En un emotivo encuentro público con la presencia confirmada de la intendenta Mónica Fein, un rescatista y un sobreviviente recordarán aquel fatídico día. La cita es en Italia 1183, Hotel Howard Johnson, a las 19.30.

Alejandro Mirochnik se encontraba dentro del ascensor del edificio de calle Pasteur 633 en el mismísimo instante en que la camioneta estalló frente al ingreso de la Asociación Mutual Israelita Argentina en Buenos Aires. El edificio histórico se desvaneció por completo, pero la cabina donde iba Alejandro le sirvió de escudo. Él dice “haber muerto y vuelto a nacer” gracias al olfato fino de Lupo, un ovejero alemán que lo encontró entre los escombros.

El atentado tuvo decenas de héroes anónimos que dedicaron días de trabajo meticuloso a buscar entre los restos del edificios. Entre todos ellos se encontraba el rescatista de Defensa Civil Raúl Garnica, quien actualmente es el director de esta entidad de la Ciudad de Buenos Aires.

Además de haber participado hace 25 años del operativo tras el atentado a la AMIA, Garnica es padre de Anahí, una de los bomberos fallecidas en el incendio de los depósitos de documentación financiera Iron Mountain, en el barrio de Barracas, el 5 de febrero de 2014.

Este jueves Alejandro y Raúl se conocerán en Rosario en el acto organizado por el Departamento de Cultura de AMIA en el marco del mes de la memoria. 

Rescatado por el mejor amigo del hombre

Alejandro Mirochnik es profesor de educación física jubilado, y recién 25 años después de haber vuelto a nacer, en junio de este año supo que su vida fue salvada por un perro. Se trata de Lupo, un ovejero alemán que rescató a otras cuatro personas, y que husmeaba entre los escombros en el lugar exacto donde se encontraba la cabina del ascensor donde él aguardaba el rescate, inmovilizado entre piedras con la pierna derecha mal herida.

Hace un mes, Mirochnik recibió un llamadode parte del bombero de San Isidro Juan Carlos Lombardi, el dueño del perro, quien encontró una foto de aquel trágico momento y "entendió que yo fui uno de los rescatados po el lugar donde estaba", contó Alejandro en diálogo con Rosarioplus.com.

Ese 18 de julio el bombero fue alertado sobre la explosión en AMIA. Un amigo lo llamó preocupado porque su mujer se encontraba allí. Entonces Lombardi fue con su perro, rescató a la esposa de su amigo y a varios más. 

Antes de dar por terminada la búsqueda, Lupo se quedó inmóvil en un lugar. Entonces Lombardi entendió que había una persona viva. Era Mirochnik, quien hace pocos días se enteró de todo esto.

Los bomberos sacaron piedra por piedra, y seis horas después Alejandro fue rescatado. Recién en ese momento le contaron y entendió la magnitud de lo ocurrido. Poco antes del atardecer fue llevado al Hospital de Clínicas. Hasta las 15, Alejandro creía que el único incidente había sido la caída del ascensor por su mal estado.

Cuando estalló la sede de AMIA, Alejandro tenía 32 años, trabajaba allí para DAIA desde los 16, y era campeón consagrado de triatlón en su categoría desde el año anterior.

Como cada mañana, entró a trabajar a las 9. Su función era recortar todas las noticias de interés para los funcionarios de DAIA. Esa mañana el paquete de diarios no había llegado antes que él, y se fue a reclamarlo al canillita para volver un rato después a su puesto.

En el ingreso cruzó a Luisa, la telefonista, quien se quejó “como judía argentina que es” del mal estado del ascensor, porque era viejo y no tenía mantenimiento. Entonces entró al ascensor solo y apretó el botón del quinto piso, donde estaba su oficina: “Nunca llegué, porque el estallido habrá sido cuando arribaba al quinto, y fue cuando se vino abajo en caída libre hasta el sótano del edificio. Y fue cuando se me vino a la mente Luisa con su queja".

“Cuando digo que morí y volví a nacer es porque el Alejandro que tenía el sueño de campeón argentino murió, mis ilusiones se fueron con ese yo”, le dijo a este medio.

Mirochnik fue uno de entre más de 200 sobrevivientes en la AMIA. Su historia tiene color de milagro por haber estado a muy pocos metros del lugar donde explotó la bomba. 

"En el fondo había muchas personas en los baños y un teatro que conectaban con el templo, y sobrevivieron por estar lejos del impacto expansivo y de los escombros”, recordó. Con la AMIA perdió a su tío Bubi y a casi todos sus compañeros de trabajo.

Por estos días Alejandro entrena a deportistas que se preparan para un triatlón, y estudia las últimas materias de la carrera de psicólogo social junto a su actual pareja. Luego se mudarán al valle de Traslasierra para encontrar la tranquilidad que no consiguen en Buenos Aires.

El ovejero alemán Lupo murió dos años después del atentado, y su dueño, el bombero Lombardi, abrió hace poco una escuela de entrenamiento canino a la cual le puso el nombre del perro.