Lejos de "aplanar la curva", la expansión del coronavirus en Brasil dio un salto en las últimas 24 horas con 2.210 casos confirmados y 133 muertos. De esta forma, acumula hasta hoy 15.927 contagios y 800 fallecimientos por la pandemia.

El ministro de Salud, Luiz Mandetta, afirmó al dar los datos en conferencia de prensa que el país debe “mantener la calma” y evitar caer en debates políticos acerca de la necesidad del aislamiento social o los supuestos beneficios de la cloroquina.

Brasil vive una conmoción política en torno de la pandemia de coronavirus pues el presidente Jair Bolsonaro defiende el uso de la cloroquina y rechaza la cuarentena, adoptada de todos modos por casi todos los gobernadores y recomendada por Mandetta.

El lunes pasado, el mandatario pareció dispuesto a echar del gobierno al ministro de Salud -que lo duplica en popularidad, según las últimas encuestas- pero dio marcha atrás ante el rechazo de las principales figuras de su equipo y del Congreso.

De hecho, Mandetta ratificó en la rueda de prensa de esta tarde que la cuarentena es “el único método efectivo” para contener la propagación del coronavirus y aconsejó a los brasileños “no relajar” el encierro, según la agencia de noticias EFE.

Bolsonaro pareció responder a Mandetta esta noche, en un mensaje por la cadena oficial de radio y televisión, en el que advirtió a sus ministros: “Todos deben estar sintonizados conmigo”.

El mandatario dijo que tenía la “certeza” de que “la gran mayoría de los brasileños quiere volver a trabajar”, pese a que encuestas divulgadas en los últimos días reflejaron que más de 70% defiende la cuarentena.

“Las consecuencias del tratamiento no pueden ser más perjudiciales que la propia enfermedad; el desempleo lleva a la pobreza, el hambre, la miseria y a la propia muerte”, y “los más humildes no pueden dejar de moverse para ganar su pan de cada día”, sostuvo el jefe del Estado.

La política de Bolsonaro frente a la pandemia fue criticada este miércoles por el presidente de la Argentina, Alberto Fernández: “Cruzamos la frontera y tenemos un estropicio”, dijo.

“Tenemos en Brasil un país que no ha prestado atención adecuadamente al tema y ahí viven 200 millones de personas”, indicó Fernández, quien destacó que "limita con todas los países de América latina, salvo Chile".

Asimismo, Mandetta informó que el gobierno firmó hoy el primer contrato con un grupo de empresas nacionales que fabricarán respiradores con el objeto de sustituir las compras a China, cuyas fábricas no dan abasto ante la elevada demanda mundial.

“Tenemos básicamente cuatro empresas”, entre ellas productoras de equipamiento y automoviles, que “comenzarán a fabricar respiradores” con financiamiento de granes bancos y apoyo del gobierno, que se compromete a comprar la producción, explicó el funcionario.

Mandetta justificó esa iniciativa en que las negociaciones con empresas chinas “no acaban de confirmarse” y citó como ejemplo el caso de una compañía que ofrecía 15.000 respiradores “pero no daba garantías totales para la entrega”.

El ministro dijo además que el gobierno resolvió que los hospitales de pequeños municipios poco afectados por el coronavirus, que son mayoría en el país, quedarán reservados para pacientes “que tengan una menor complejidad”.

Paralelamente, los hospitales de las grandes ciudades, que en general tienen mejor infraestructura, atenderán “casi totalmente” a los pacientes con coronavirus, que se concentran principalmente en esa clase de urbes.

En este contexto, las mayores favelas de Brasil se vieron obligadas a contratar ambulancias, fabricar sus propias máscaras y crear una red solidaria para hacer frente a la pandemia,

En Paraisópolis, la segunda barriada más grande de San Pablo, los vecinos se aferraron a la autogestión para evitar que la pandemia penetre en los sinuosos laberintos de casas de que concentran a unas 100.000 personas en condiciones muy precarias.

Los cortes de agua son habituales desde las 20 hasta las 6 del día siguiente, mientras las máscaras y el gel desinfectante se han convertido en artículos de lujo. Mientras, los contagios aumentan cada día y, según el Ministerio de Salud, lo peor está por llegar.

Ante la falta de las autoridades públicas, algunas de las principales favelas de Brasil, donde viven 13 millones de personas, 6% de la población del país, crearon la figura del "presidente de calle".

Se trata de un vecino voluntario que se encarga de vigilar y dar apoyo a las 50 familias de su entorno más próximo.

Ellos son los encargados de dar la voz de alarma si alguno de los vecinos de su zona presenta síntomas de coronavirus y alertar al equipo médico contratado, según la agencia de noticias EFE.

Sin embargo, los líderes vecinales no saben por cuánto tiempo podrán mantener esa estructura sanitaria, pues su costo diario equivale a unos 1.000 dólares.