La próxima semana llega al recinto del Senado Nacional una Ley de Etiquetado y Rotulado de alimentos, proyecto que tuvo dictamen en el último plenario de las comisiones de Salud y de Industria y Comercio. A grandes rasgos, la iniciativa plantea un sistema de advertencia para que los productos que contienen altos niveles de sodio, azúcar o grasas lo comuniquen con una etiqueta visible, simple y clara en sus productos, de manera tal de alertar cuando un producto tiene componentes que, en exceso, son dañinos para la salud.

En nuestro país, 6 de cada 10 argentinos tiene exceso de peso, 1 de cada 10 es diabético y un cuarto de la población tiene hipertensión. Según la Encuesta nacional de factores de Riesgo, entre 2005 y 2018 hubo un 75% de aumento de la obesidad y el 65% de la población adulta y el 40% de los niños, niñas y adolescentes, tienen sobre peso y obesidad. En Argentina mueren más personas por estas enfermedades evitables que por cualquier otra causa. “Se trata de una pandemia más silenciosa y menos estridente” dijo el ministro Ginés González García al exponer en el plenario de comisiones que debatió el proyecto.

“Algunos antropólogos plantean que hoy lo que consumimos son OCNIS, objetos comestibles no identificados. Hemos pasado de consumir alimentos que eran buenos para comer, a alimentos buenos para vender”, explicó en el Congreso de Salud Socio Ambiental que se realizó en Rosario en el año 2017 Adriana Graciano –nutricionista- integrante de la Cátedra de Soberanía alimentaria. Estos OCNIS serían los ultra-procesados, formulaciones industriales que se elaboran a partir de sustancias sintetizadas que nada tienen que ver con la alimentación pero que se ofrecen y publicitan como tales. En nuestro país, desde el año 2003 hasta esa fecha, las ventas de estos productos aumentaron en un 48 por ciento. La paradoja: somos países que exportamos alimentos saludables, pero las góndolas de supermercados están plagadas de ultra-procesados.

Hace tiempo que las organizaciones que trabajan por la soberanía alimentaria y la alimentación consciente vienen insistiendo en la importancia de un rotulado claro sobre estos comestibles. Finalmente, esta semana la cámara de Senadores dio dictamen a un proyecto unificado de 13 iniciativas de diferentes espacios políticos. No es la primera vez que se discute este tema y en ocasiones anteriores, como en esta, la industria alimenticia -nucleada en la COPAL – y la azucarera ya han manifestado sus reparos por considerar que “demoniza” a determinados alimentos. A diferencia de otras veces, hoy lo que existe es una voluntad del Poder Ejecutivo de avanzar en esta legislación.

Lo que se propone es la creación de un sistema de advertencia que recomiendan organizaciones como la OMS o Unicef, que se trata de un etiquetado frontal que no puede ocupar menos del 5% de la etiqueta que tendrá forma octogonal con letras blancas, donde se informa si el producto cuenta con niveles críticos de azúcar, sodio o grasas. En el caso de productos con edulcorantes o cafeína, el producto deberá contener una leyenda precautoria, inmediatamente por debajo de los sellos de advertencia, con la leyenda: “Contiene edulcorantes, No recomendable en niños/as”.

 Además, la ley plantea que se prohíbe que los rótulos o anuncios de difusión refieran a propiedades nutricionales o medicinales de los ingredientes que tienen los productos, prohíbe toda forma de publicidad de alimentos o bebidas no alcohólicas que tengan al menos un nutriente crítico y, si el producto tiene al menos un sello de advertencia, no se puede incluir en su etiquetado dibujos animados o personajes que atraigan la atención de los niños y las niñas, e incluye la creación de espacios saludables en las escuelas.

Una legislación de este tipo, pondría a Argentina a la par de otros países como Uruguay, Chile y México que ya tienen el sistema de rotulado. En los países en que se implementaron estas leyes los resultados fueron alentadores: en Chile por ejemplo,  el 20% de la industria reformuló sus productos, disminuyo el consumo de cereales y bebidas azucaradas, y las empresas comenzaron a hacer publicidad con la ausencia del sello, es decir, lo utilizan como un vector de promoción y una virtud de su marca.

Pero además, entender el riesgo de lo que comemos y ofrecer información simple, veraz y precisa, va de la mano con hacer efectivo el planteo de la ley 24240, de Defensa del Consumidor y con el derecho a la salud. “Porque somos lo que comemos, no podemos comer sin decidir y no podemos decidir sin información”, dicen las organizaciones que apoyan la iniciativa e iniciaron una fuerte campaña en redes por la sanción de esta ley y que no va contra ningún alimento en particular, sino que apunta a promover una alimentación saludable y transparentar la información que tenemos a la hora de elegir los alimentos que consumimos.