A los abusos cotidianos que sufren los inquilinos por parte de las inmobiliarias de Rosario se sumó una costosa problemática desde que se estableció aislamiento social, preventivo y obligatorio: el pago del alquiler de un departamento o casa que no puede ser habitada.

El servicio de mudanza no fue incluido entre las actividades exceptuadas del cumplimiento de la cuarentena obligatoria, por lo tanto, muchos rosarinos que firmaron un contrato o precontrato para ocupar un nuevo inmueble no pudieron trasladarse hacia su nuevo hogar. Sin embargo, a pesar del contexto nacional, las inmobiliarias iniciaron un proceso de hostigamiento y amenazas sobre los inquilinos para que efectúen el pago de los compromisos que asumieron cuando el marco social y económico era otro. 

"Hay gente que firmó un contrato antes de la cuarentena y ahora le quieren cobrar por un departamento que ni siquiera pisaron, y que ni siquiera tiene los servicios habilitados", señaló Emmanuel Canelli, presidente de la Asociación de Inquilinos Rosario, en diálogo con Rosarioplus.com.

Según comentó el referente de la agrupación "los inquilinos se han intentado manejar con buena voluntad" pero las inmobiliarias respondieron con "apretadas" para que abonen un servicio que no utilizan.

"Estamos tratando de llevar a cabo reclamos con todos los inquilinos que se nos acercan. Hay muchísima demanda porque las inmobiliarias comenzaron a apretar", indicó Canelli y agregó: "Desde la asociación estamos apelando a los mecanismos que establece el Código Civil y Comercial (en sus artículos número 955, 1730, 1733 y 1091) en los cuales se implica la posibilidad de plantear la imprevisibilidad para cumplir el contrato".

Por último, el presidente de la Asociación de Inquilinos Rosario solicitó que los ciudadanos no cedan ante las presiones de las inmobiliaria e intenten mudarse en medio del aislamiento social.

Rosariplus.com pudo conversar con tres rosarinos que son víctimas de los hostigamientos y la falta de compromiso de las empresas que auspiciaron de intermediarias entre los propietarios y los locatarios. Por pedido de las personas entrevistadas, no se brindarán datos personales de las mismas.

"Me parece que es totalmente injusto que pague por algo que no estoy usando", afirmó M, una mujer que a principios de marzo firmó un contrato de alquiler pero jamás pudo ocupar el inmueble. 

Según comentó la inquilina, dos días después de cerrar el acuerdo para ocupar un departamento céntrico, pidió que la Empresa Provincial de Energía (EPE) habilite el servicio en el lugar. Ante la negativa de la compañía, la mujer decidió no mudarse y en medio de la espera para que su futura vivienda esté en condiciones se decretó la cuarentena obligatoria. 

"Por buena predisposición, el mes de abril lo pagamos, pero me parece que es totalmente injusto que pague por algo que no estoy usando", remarcó la señora, y agregó: "Encima nos cobraron por algunos rubros (en los gastos centrales) que no nos correspondían".

"Nos hacen firmar un contrato que dice que todo está en buena condiciones, pero cuando entrás al departamento ves que no es así. Y no responden a los reclamos", reprochó y volvió a insistir: "Es injusto que siga pagando porque yo tengo que estar en mi casa, soy una persona mayor".

Al igual que M, un joven trabajador de una empresa de salud de la ciudad tiene que sufrir las reiteras presiones por parte de una inmobiliaria.

"Dos o tres días antes de que decretara la cuarentena, pagué la seña de un departamento, al cual me quiero mudar, pero el trámite quedó ahí, porque todavía no había firmado el contrato", apuntó A, y agregó: "La semana pasada me llama el chico de la administración para apurarme y que exige que firme el contrato. Él quiere darme la llave y desentenderse del problema".

Además de pedir el cierre del convenio por un departamento que el muchacho no va a poder ocupar (tanto por la cuarentena obligatorio como por la carencia de servicios), la inmobiliaria solicitó el pago 15 mil pesos por los honorarios.

"Actualmente alquilo por dueño y me dijo que no tiene problema en que sigamos acá, aunque mi contrato terminaba el 24 de abril", manifestó el joven, y advirtió: "El problema está si firmo con el otro alquiler, que empiece a correr, y en los próximos días tener que pagar doble y sin la posibilidad de tener la mudanza".

Sobre las complicaciones económicas que puede generar el pago de dos alquileres, el trabajador dijo: "Si habría firmado, me habría afectado bastante. Ahora tengo que pagar cuatro mil pesos de expensas, más el alquiler. Por suerte vivo con un compañero y repartimos los gastos". 

El caso de N es similar al de los otros dos rosarinos entrevistados, aunque esta vez se suman los inconvenientes cotidianos que tienen los inquilinos. 

"El 18 de marzo me mandan un mensaje diciendo que me entregaban la llave con el departamento 'todo limpito' y listo para estrenar. Me avisan que tengo que pedir el servicio de luz ya que se había sido dado de baja. Es mismo día voy a la EPE y me dicen que van a tardar entre 7 y 10 días", comenzó relantando la joven y añadió: "Voy a ver el departamento y no estaba para nada limpio y encima, al estar sin luz, obviamente no pude mudarme. El 20 de marzo inicia la cuarentena obligatoria y ahí ya fue imposible realizar la mudanza".

La inquilina accedió a abonar, vía transferencia bancaria, el proporcional del mes de marzo (3500 pesos) y el alquiler de abril (7800) para evitar la generación de intereses, pero la semana pasada decidió frenar el injusto pago y asesorarse.

"En la asociación me explicaron que no deberían haberme cobrado por no haberme mudado. Por esto, mando un mensaje a la inmobiliaria y me dijeron que si me tienen que cobrar porque desde el momento que me entregan la llave corresponde cobrar el alquiler. De ahí en más la abogada de la agrupación de esta haciendo cargo de mi caso", indicó N.

Además, la chica comentó que pagó $15200 como entrega inicial pero los recibos que le entregaron no tienen el mismo monto que abonó.

"Abonar esa cantidad de dinero por algo que no estoy haciendo uso me parece una locura", afirmó la profesional, que se encuentra en el inicio de un proyecto personal y solo cuenta con la ayuda de sus padres.