Anabella Busso tiene lo que a simple vista diferencia a todo buen académico: un currículum que abruma. Es docente e investigadora en el campo de la ciencia política. Da clases en la UNR y forma parte de Conicet Rosario. Ha escrito libros, capítulos  y artículos sobre política exterior argentina y relaciones bilaterales entre Argentina y Estados Unidos, entre otros campos de estudio.

Pero además de una incansable producción de conocimiento, Busso dedicó a parte de su vida académica a la formación de investigadores científicos, en su mayoría becarios del Conicet. Muchos de estos jóvenes rosarinos fueron virtualmente expulsados del organismo después recibir una formación de excelencia durante siete años. Se quedaron a un paso del ingreso a la carrera de investigador permanente producto del ajuste en todo el campo científico.  

“Son jóvenes altamente calificados y que están listos para salir a la cancha. Ahora, otros países que no invirtieron en sus formaciones van aprovechar esta capacitación. Argentina va camino a desperdiciar su capital humano”, explica Busso.

A su juicio, la posibilidad de una nueva “fuga de cerebros” cobra aún más fuerza en un contexto de contracción económica: “Es difícil que estos investigadores tengan inserción en otros espacios por un contexto general de recortes. La expansión industrial ya no existe, todo lo contrario hay contracción. Se complica entonces la posibilidad que estos recursos humanos puedan pasar automáticamente al sector privado”.

-¿Qué implica en términos prácticos este ajuste en el Conicet?

-Se trata de un impacto en términos personales e institucionales. En el primer caso porque estamos hablando de personas rechazadas para entrar a la carrera de investigador científico del Conicet que cuentan con una trayectoria académica muy importante. Hay una gran cantidad de jóvenes que ya eran miembros del Conicet en su condición de becarios. Es importante que esto se conozca. Estos jóvenes pasaron por concursos, becas con informes anuales y demostraron una vocación por la actividad científica muy significativa. No fue cursar un doctorado, escribir una tesis y listo. Simultáneamente estos jóvenes se insertaron en el sistema científico y educativo. Está la idea que un investigador es alguien que trabaja de 9 a 4, vuelve a su casa y se dedica a otra cosa. No es así. Las pérdidas laborales se dan después de una dedicación exclusiva de 7 años. Nunca las becas se terminaron de una forma tan abrupta como ahora.

-El recorte afecta entonces a investigadores muy calificados

-Exacto. Hay un montón de recursos humanos que están altamente calificados y que no solo no ingresan a Conicet, sino que tampoco van a tener inserción en otros espacios por un contexto general de recortes. La expansión industrial ya no existe, todo lo contrario hay contracción. Es difícil entonces que esto científicos puedan pasar automáticamente al sector privado. Están listos para salir a la cancha, por lo que no es descabellado pensar que otras países que no invirtieron en sus formaciones aproveché esta  capacitación. Argentina va camino a desperdiciar su capital humano.

-¿Cómo repercute en los institucional?

-El científico no es un sujeto aislado, es un integrante de un equipo de investigación, en el caso de las Ciencias Sociales con mucho compromiso con la docencia y la formación de recursos humanos. La interrupción abrupta del esquema de ingresos a la carrera de Conicet, un ajuste que muy posiblemente se va a dar con los becarios, paraliza la tarea de los equipos de investigación. La comunidad científica está muy angustiada porque se vislumbra una pérdida en la producción del conocimiento. Se van a interrumpir líneas de investigación de todo tipo, desde la producción agrícola, la salud, la microbiología, la física y todos los rubros de las ciencias sociales, que no es para nada menor. Por ejemplo, temas de la agenda cotidiana como la preocupación por cómo se puede avanzar en una reforma política adecuada, cómo se puede mejorar el sistema carcelario o cómo se aborda los problemas de seguridad están atravesados por las investigaciones de las ciencias sociales.

¿Hay riesgos de sufrir una nueva fuga de cerebros?

-Argentina puede transitar una nueva fuga de cerebros, claro que sí. No es un dato nuevo. Sabemos que el país ha transitado por diferentes crisis con etapas con magros presupuestos para las áreas científicas. Tuvimos fuga de cerebros durante la dictadura, en la crisis hiperinflacionaria y durante los 90. Pero en los últimos años no solo se había detenido la fuga de cerebros, sino que se había iniciado un proceso de recuperación de investigadores que estaban trabajando en distintos países del mundo y que decidieron volver para volcar el conocimiento al país que le dio la formación de origen. Ahora tenemos entonces una doble interrupción.

-¿Por qué Santa Fe fue más perjudicada que otras provincias en la repartija de los ingresos?

-Cuando revisé los números mi primera sensación fue que hay una fuerte concentración del ingreso entre la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires y la ciudad de Córdoba. Tres lugares que se llevaron la mayoría de los nuevos ingresos, pese a la fuerte estructura científica que tiene la provincia de Santa Fe.  Nos vemos seriamente afectados. El resto del interior del país también recibió pocos ingresos en esta convocatoria. Llama la atención la concentración en espacios geográficos determinados que se llevan la mayoría de los investigadores cuando quienes conocemos el sistema sabemos que, por ejemplo el nivel de producción de Rosario es equivalente a la de la ciudad de Buenos Aires.

-¿Hay que hacer una lectura política de esta discriminación?

-No quiero arriesgarme porque estaría aventurando una simple opinión. Pero los números ponen en claro que un ingreso limitado para todos termina siendo muy limitado para todo el interior, salvo para Córdoba y Buenos Aires.

-¿Cuál es el panorama a futuro? ¿Hay malestar interno por las promesas incumplidas?

- Hay un conflicto a la vista de todo. Hay tensión. La expectativa de la comunidad científica era que Barañao se mantenía en su cargo de ministro y el doctor Cecatto asumía la presidencia del Conicet para mantener una continuidad en la política científica y tecnológica, lo que no implicaba no hacer ninguna modificación. El presidente Macri manifestó que iba a continuar con esta política de Estado y que iba a aumentar la inversión. Hasta dijo que la ciencia era uno de los pocos campos que recogían como positivo de la anterior gestión. Bueno hoy la realidad es otra. La comunidad científica siente esta defraudación.