Este martes, Rosarioplus.com dio a conocer el estado de situación de una causa emblemática por fraude laboral en el rubro de la gastronomía local. Se trata de una demanda contra el bar Rock & Feller’s, uno de los establecimientos con mayor rentabilidad de la ciudad. En abril de 2014, una moza se dio por despedida tras agotar todas las instancias legales para que la empresa formalice su situación laboral. Trabajaba más de ocho horas por día pero estaba anotada por media jornada, lo que repercutía en su sueldo y en sus aportes.

Las pruebas presentadas por Jorge Elías, su abogado, dan cuenta que el régimen de precarización alcanzaba a la mayoría de los empleados.  “Estamos hablando de una operatoria que es muy común en el rubro de la gastronomía”, admitió el letrado, quien estimó que el expediente pasará en breve a la instancia de alegatos y sentencia.

La difusión de la noticia generó un sinfín de denuncias de trabajadores -en su mayoría jóvenes- que pasaron por alguna situación similar en los últimos años. La catarsis llegó a través de las redes sociales, el ágora de estos tiempos para replicar todo tipo de queja o reclamo.

Todos los relatos giran en torno a un mismo denominador común: bares y restaurantes que esquivan la ley a la hora de contratar su personal. El trabajo en negro y convenios de media jornada por ocho horas de trabajo, encabezan la lista de denuncias.

Nara García contó su experiencia en Rock & Feller’s. La echaron tras sólo un mes de trabajo. Firmó un contrato por cuatro horas, pero su horario era de ocho. “Toman a los empleados como si estuviéramos en un campo militar”, resumió tras narrar irregularidades en los regímenes de comida (menos tiempo del que marca la ley) y en el trato con los superiores.

“Lamentablemente por la situación que está pasando el país todos necesitamos trabajar, por eso se toleran muchas cosas. Ojalá encuentren una solución para que todos los empleados estén anotados por las horas que trabajan y sean tratados como humanos no como animales”, pidió la joven.

Cristián Hagge detalló que trabajó cinco años de mozo mientras cursaba la carrera de arquitectura y que nunca tuvo un trabajo en blanco en el sector. “Ni hablar de percibir un aguinaldo o vacaciones pagas”, escribió.

En tanto, Julio Arias narró que antes de afianzarse en su profesión “saltó de bar en bar” para poder llegar a fin de mes. Trabajó en “locales chicos y en restaurantes consolidados”. “Uno solo me anotó, pero por menos horas de las que trabajaba. El resto, todo en negro”, afirmó.

“El discurso de los dueños es siempre el mismo, que si no hacen eso no cierran los números y que el rubro se maneja así. Nadie se pone colorado”, contó.    

Seis de cada diez empleados en negro

Los últimos números difundidos por el Ministerio de Trabajo de Santa Fe marcan que en Rosario el empleo en negro en el sector gastronómico (60%) duplica al que afecta al total de los asalariados (30%). El informe pertenece al 2014. Ese año, se realizaron 334 inspecciones. De los 2255 trabajadores relevados, 1384 no estaban registrados.

Con estos guarismos en mano, se llegó a la conclusión que  el gastronómico es uno de los rubros con los niveles de informalidad más altos en la ciudad y toda la provincia. Supera largamente a la construcción y al comercio (entre los sindicatos de mayor cantidad de afiliados), donde los empleados en negro llegan al 30 por ciento.

En Santa Fe, hay alrededor  de 15 mil trabajadores en el rubro. El grueso se desempeña en Rosario, donde son 10 mil empleados en 1.100 empresas. La sede local del sindicato de Gastronómicos recibe unas 300 denuncias anuales por contratos irregulares.