Una joven de 19 años, bailarina del Ballet Municipal, puso en tela de juicio el protocolo del Poder Judicial al recibir una denuncia por acoso sexual. Es que se sintió revictimizada la semana pasada cuando acudió a Tribunales para formalizar su denuncia contra un empleado del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, a quien la Municipalidad corrió del cargo hace algunos días, cuando trascendió el incidente referido por la joven. Al otro lado de la cuestión, la fiscal que recibió la declaración de la chica asumió que sus preguntas la pudieron haber incomodado, pero las consideró inevitables para establecer si existió un delito -en la definición legal del término- o no.

La chica de esta historia -su identidad se mantiene en reserva, pero para esta nota se la llamará A.- sintió que la fiscal de Salidas Transitorias Mariela Oliva subestimó su relato y la situación que debió enfrentar ante el hombre a quien denunció. En diálogo con Rosarioplus.com, A. contó que el jueves pasado fue citada por la fiscal Oliva para ratificar su denuncia escrita. La funcionaria judicial indagó durante la declaración qué ocurrió para que la joven se sintiera amenazada, y durante la declaración le consultó qué la hizo sentir amenazada, si hubo alguna intimidación verbal explícita, señas con la mano o un arma.

“Me hizo sentir que si no había una acción concreta por parte del empleado, lo que sucedió fue algo común y corriente, no una amenaza”, se escandalizó A. ante la sorpresa de haberse sentido subestimada por la representante de la Justicia, y porque ésta le dijo que ella “no comprendía los términos legales de la denuncia, por los que debía llamar a mi abogado”.

A. salió a buscar a su representante legal para que la acompañe en la declaración. "Salí dos veces a buscarlo, y como no lo encontré, la segunda vez se molestó", recordó la joven.

“Le expliqué (a Oliva) que él (el denunciado) no me hizo una amenaza explícita, sino que la situación entera fue lo que me alarmó, de pedirme el número para dar una supuesta charla y que a mi compañera que salía no le dijera lo mismo”, relató A. Y agregó entonces otro comentario de la fiscal que le causó estupor: “¿No te dijo que te iba a cortar la cabeza o a matar si no le dabas los datos?”, transmitió la joven. El abogado de A. Rodrigo Mazzuchini, intervino para insistirle a la fiscal que atienda el contexto de ese momento. A. recalcó: "La situación era amenazante, porque el señor tiene 56 años y yo 19, y estaba sola con él, y fue entonces que ella dijo que soy adulta, que era legal, y mi abogado le dijo que sí, legal pero sigo siendo adolescente. Ella remató en que pude haber evadido las preguntas del señor, y le dije que en ese momento no reaccioné a tiempo”.

A. cargó entonces sobre la forma en la que fue atendida por la fiscal. “Mi sensación fue que ella trabajaba de mala gana, que buscó sacarse de encima el caso, que pudo haber sido más cordial. Pareciera que sólo se actúa cuando a las mujeres se las hiere o las mata en vez de ver las señales antes”, reprochó.

La otra campana

Ante una consulta de Rosarioplus.com sobre el caso, la fiscal Mariela Oliva habló a través del portavoz oficial del Ministerio Público de la Acusación. "La chica pudo haberse sentido intimidada, puesto que (lo ocurrido se presta a) una forma subjetiva de interpretarlo", dijo el vocero. "La fiscal debió ser meticulosa en las preguntas porque en la denuncia no hay un elemento que constituya un delito. Haberle dado su teléfono y que el señor le mande mensajes puede ser una actitud reprochable desde lo moral por tratarse de un hombre mayor a una chica de 19, pero no es un delito. La chica dice que sintió miedo y obligada a darle un teléfono. Eso no es un delito, más allá de que se haya sentido intimidada. Entonces la fiscal tuvo que preguntar muchos detalles para evaluar si corresponde una medida. Tal vez por eso la joven se sintió increpada", expuso el portavoz del MPA. 

El funcionario añadió: "Luego de la declaración, el padre de la chica ingresó e increpó a la fiscal diciendo que la habían revictimizado. Oliva le explicó que no, que hizo lo que debía hacer en una declaración. No era la intención de que hacerla sentir así, pero tenía que hacerle preguntas para poder indagar dónde hay delito. Mas allá de actitudes reprochables, los elementos que tenía no constituían delito. Según la chica, una amiga vio la conversación desde un piso superior, así que se la citó a ésta testigo para esta semana", concluyó el vocero judicial.