El interés de Estados Unidos por romper la influencia de Rusia en la provisión de gas a Europa y la expansión de la OTAN hacia el este del continente son los principales factores de las nuevas tensiones alrededor de Ucrania, evaluaron analistas consultados por Télam que ven como "imposible" una invasión por parte de Moscú.

Luego de varias semanas de alto voltaje por la presencia de soldados rusos en la frontera con Ucrania y el anuncio de la Casa Blanca y de la alianza atlántica de "poner en alerta" a sus fuerzas en la región, la situación entró en cierta calma tras activarse los canales diplomáticos.

Este viernes, los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Francia, Emmanuel Macron, acordaron "la necesidad de una desescalada", aunque el Kremlin se quejó de que Occidente rechazara sus exigencias contra la expansión de la OTAN hacia Europa del Este.

"Se esperaba al fin de la Guerra Fría que las relaciones entre Rusia, Europa y Estados Unidos tuvieran cierta normalidad y no fueran de confrontación", señaló en diálogo con Télam Marcelo Kohen, profesor en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra.

Sin embargo, la adopción de la economía de mercado en la ex Unión Soviética y su desarrollo desde el punto de vista energético, sumado a que el 40% del gas que consume Europa viene de Rusia a través del mar Báltico sin pisar terceros países "formó un cocktail en el que todas las partes juegan", evaluó el profesor de Derecho Internacional.

En ese contexto, en 2013 el Gobierno prorruso de Ucrania fue destituido en medio de unas protestas en Kiev protagonizadas por manifestantes y funcionarios proccidentales, al tiempo que en la región del Donbass, fronteriza con Rusia y de mayoría rusoparlante, los habitantes y funcionarios locales se levantaron en armas en contra de las nuevas autoridades y declararon su independencia.

Moscú aprovechó el desorden y sin necesidad de usar armas se anexionó Crimea, una península ucraniana también de mayoría rusoparlantes y de vital importancia estratégica por su acceso al mar Negro.

En 2015, el cuarteto de Normandía (Francia, Alemania, Rusia y Ucrania), con la supervisión de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, de la que Estados Unidos forma parte), firmó el protocolo de Minsk 2 para aliviar la tensión.

"Se planteó que la OTAN no incorporaría a sus filas ningún nuevo país al este de los que ya estaban", pero esos límites no quedaron establecidos por escrito y la alianza militar siguió avanzando, recordó el analista internacional Marcelo Brignone en diálogo con Télam.

En su rueda de prensa anual de fin de año, el presidente ruso, Vladimir Putin, le dijo a una periodista ucraniana que para Moscú es "inaceptable un mayor desplazamiento de la OTAN hacia el este".

"Ni un centímetro hacia el este nos dijeron en los años noventa (cuando se disolvió la URSS y con ella el Pacto de Varsovia). Nos prometieron que no iban a expandirse pero lo están haciendo", aseguró el mandatario.

Agregó que desde aquellos años hubo "cinco oleadas de expansión de la OTAN y ahora hay sistemas de armas en Rumanía y Polonia. (...) y dicen que Ucrania también estará en la OTAN", se quejó.

La alianza militar tiene hoy 30 miembros, pero cuando se fundó en 1949, en la primera fase de la Guerra Fría, tenía 12.

En las tres décadas siguientes sumó cuatro socios. Pero tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, y un período de transición para imponer las reglas del nuevo orden internacional poscomunista, en 1999 la OTAN avanzó hacia el este sumando a tres exrepúblicas sovieticas: Polonia, Hungría y República Checa.

En 2004, otros siete antiguos países comunistas se adhirieron (Rumanía, Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania), en 2009 lo hicieron otros dos (Albania y Croacia), seguidos por Montenegro en 2017 y Macedonia del Norte en 2020.

"Cinco oleadas de expansión de la OTAN", subrayó Putin y aclaró por qué movilizaron 100.000 soldados a la frontera ruso ucraniana: "Cada vez que mostramos los dientes, estamos tratando de evitar algo".

Para el historiador Hernando Kleimans, el principal factor que explica el avance de la OTAN es la necesidad de Estados Unidos, con una economía debilitada y una inflación inédita del 7%, de romper la sociedad entre Europa y Rusia.

"Estados Unidos no está logrando imponer en Europa la compra de su gas licuado. A Europa le resulta muy caro y complicado, porque necesita instalaciones especiales para eso, cuando tiene, en cambio, el gas ruso que les viene por caño y es mucho más barato", explicó en diálogo con Télam.

En ese escenario es que se construyó el Nord Stream 2, que lleva el gas directo desde Rusia a Alemania por el mar Báltico sin pasar por ningún otro país está terminado, en lo que es un proyecto ya terminado pero sin funcionar a la espera de la aprobación del organismo energético alemán.

"Estados Unidos quiere evitar que ese gasoducto se ponga en marcha porque no quiere que avancen los acuerdos entre la Unión Europea -sobre todo Alemania- y Rusia vinculados a energía", evaluó Brignone.

La Casa Blanca viene presionado a Alemania para que en lugar de comprar gas ruso busque en otros rumbos como Qatar.

En ese sentido, Brignone recordó que el hijo del presidente estadounidense Joe Biden, Hunter Biden, integró entre 2014-2019 la junta directiva de la mayor compañía de gas de Ucrania, Burisma, cuando su padre era vicepresidente de Barack Obama, algo que expertos en política ucraniana consideraron un grave conflicto de intereses.

"El problema es global: lo que está en juego es quien domina determinados espacios políticos y quien coloca determinados productos en el mercado", sostuvo Kleimans.

Para el historiador, es "imposible que Rusia invada Ucrania", sino que es el "pretexto" de Estados Unidos para meter en ese país y otros de Europa oriental "toda la capacidad armamentistica de Occidente".

"Ni Estados Unidos ni Europa van a poner un soldado en Ucrania, porque no tiene entidad para desencadenar una guerra nuclear", zanjó Kleimans.