Un niño murió, otro resultó herido de gravedad, y otros dos también quedaron con impactos aunque sin riesgo de muerte este sábado a medianoche en zona norte de Rosario, a manos de hombres armados que abrieron fuego desde un automóvil sin que nadie en la cuadra esperara semejante ataque.

Las víctimas son primos entre sí, y estaban en la casa un familiar, en una humilde vivienda de calle San José, entre Cabal y Olavarría, en el barrio conocido como Los Pumitas, cerca de la embocadura del arroyo Ludueña, y la avenida Sorrento, a la vuelta del centro de Salud Empalme Graneros. 

Entre la 0 y la 1 de este domingo, las víctimas –tres varones de 9, 11 y 13 años, y una niña de 2– salieron de la casa de su tía adonde habían estado de festejo familiar por el cumpleaños de una prima. Para volver a sus casas asomaron a la calle –todo en penumbras, por la ausencia de alumbrado público– cuando un auto de color oscuro apareció desde calle Cabal y enfiló por San José. Desde el interior y sin otro gesto previo, partió una ráfaga de disparos que sobresaltó al vecindario.

Los asesinos ni se detuvieron en la escena. Los niños quedaron en el suelo, uno en la zanja que hay en lugar de cloaca, y todos, familiares y vecinos corrieron en su auxilio. Los trasladaron a al Hospital de Niños Zona Norte, el más cercano.

Una vecina contó a RosarioPlus.com que el chico de 11 años fue alcanzado por tres disparos: dos en el vientre y uno en el pecho. Murió mientras lo operaban en procura de salvarlo. Se llamaba Máximo Gerez, tenía 11 años.

“Estábamos en casa y escuchamos los tiros. Salió corriendo la gente. Mi hijo miró por el portón a ver qué pasaba y ahí nos vinieron a decir que le pegaron unos tiros a mi sobrino y a otros nenitos”, contó un familiar del niño asesinado.

“Los chicos justo salían de la casa de la tía, donde había un cumpleaños. Pero pasó este auto negro, con vidrios polarizados, y como vio que había mucho movimiento ahí empezaron a disparar. Parecía una metra, algo así. Uno se tiró en la zanja, los otros al suelo, pero le pegaron a 4”, relató una vecina de la cuadra.

Además de las heridas fatales de Máximo, un chico de 13 años recibió un balazo que le perforó el hígado, y se encuentra internado en estado delicado. Otro niño de 10 años sufrió un disparo que lastimó su boca, fue suturado y dado de alta. Lo mismo con una niña de 2 años, a quien uno de los proyectiles le atravesó un brazo.

“No esperamos ni ambulancia ni policías. Entre los parientes, vecinos, lo llevamos al hospital de niños que más cerca nos queda. los atendieron ahí”, agregó la persona consultada por este medio. 

“Son chicos, qué bronca van a tener. Juegan todos los días acá en la cancha. No tienen broncas con nadie. Esto es la maldita droga en el barrio, los transeros, los malandras que nos matan a los chicos cada vez más chicos”, lamentó una persona allegada a las víctimas.

“Es que el barrio está regalado. No hay alumbrado, tampoco pasan patrulleros, o dan una vuelta cada 5 horas, a veces ni pasan. Y donde pasó esto estaba bastante oscuro. Tal vez (los asesinos) pensaron que eran chicos más grandes, que estaban vendiendo, y por eso les tiraron. Acá están marcados los pasillos donde se vende (droga) pero estos chicos salían de la casa de la tía, nada que ver”, acotó otro vecino del lugar.

La víctima fatal del ataque habitaba en el barrio. Su padre es trabajador y miembro de una cooperativa de trabajo que realiza veredas en contrato con la Municipalidad.

El vecindario que reside en esas cuadras de profunda pobreza, carente de los servicios más elementales, quedó conmocionado por el grado de salvajismo que demostraron los sicarios. Refieren que en esas calles hay puntos de venta de droga, pero nada relacionado con los 4 niños que fueron blancos del ataque.

Con este crimen, Rosario acumula 61 asesinatos en lo que va del año.