Tras un año complejo en materia de violencia e inseguridad en Rosario, y un ambiente ministerial cruzado por internas políticas, el gobernador Omar Perotti hizo borrón y cuenta nueva para encarar los últimos dos años de su gestión y tratar de levantar los índices en la materia más complicada.

En un clima tenso, cambió la cúpula ministerial, a excepción del ministro de Seguridad Jorge Lagna, pero lo que se le pide de fondo es operatividad y acción. Justamente eso parece ser el plan que tendrían en manos las autoridades, aunque lo presenten públicamente a cuentagotas.   

Serenar una sociedad aturdida por los disparos es quizás el primer paso del problema, y para eso es necesario palpar la protección. “La policía caminando en la calle, patrullando y cerca del vecino, y que éste tenga la percepción de la seguridad, porque cuanto más seguro se sienta, más indefenso se sentirá el delincuente”, sostuvo en los últimos días, el flamante secretario de Seguridad Pública, Jorge Bortolozzi.

Según dijo el funcionario con fuerte experiencia en los asuntos penitenciarios, es determinante que la conducción política se encuentre con buen vínculo con la institución policial y tenga “diálogo y apoyo permanente con la jefa de Policía y los 19 jefes de unidades regionales”. Traducido: que no se corte la cadena de mando porque todo se desmadra.

Recambio en Seguridad: ¿cuál es el nuevo rumbo?

Lo mismo dio a entender el ministro de Seguridad la semana pasada tras la reunión llevada a cabo en Rosario con la cúpula policial: "Nuestro mensaje fue claro, tanto el gobernador como yo ratificamos el apoyo total al policía que cumple sus funciones con mucho compromiso y atento al orden legal establecido".

De hecho, ciertos rumores y sospechas por parte de la fiscalía que investiga la balacera contra la parrilla El Establo, en plena avenida Pellegrini, sobre el accionar policial terminó de darle el broche final al ingreso de funcionarios en Seguridad que deberán conducir a la fuerza. Para lo operativo confían, tanto el oficialismo como la oposición, en el prestigio de Claudio Brilloni, un comandante general retirado de Gendarmería, nombrado secretario de Prevención y Control, quien articuló las fuerzas federales hace un par de años con relativos buenos resultados.

Rosario tiene aproximadamente unos 7.000 efectivos policiales. Según proyectó Lagna al asumir en reemplazo de Marcelo Sain en marzo de este año, su idea es tener el 75% de ese número en la calle, algo que aún no se logró.      

La acción policial es preventiva, pero también investigativa, sobre todo en los últimos años en que las modalidades delictivas tienen una complejidad alta. No es menor que las extorsiones a comerciantes o vecinos pidiéndole dinero sin ningún tipo de lógica atemoricen y los pongan entre la espada y las balas. Las balaceras, ni hablar. 

La jefa de la Policía de la provincia, Emilce Chimenti, dijo al respecto en Sí 98.9: "Se está trabajando mucho con los hechos de extorsiones, balaceras y amenazas que suceden en la ciudad. Nadie más que nosotros quiere resolver estos casos porque es lo que más nos preocupa y nos ocupa".

Parece ser que los cambios profundos que pretendía Sain para reformar la policía y que decanten en un movimiento de estructuras serán historia. Ahora el gobierno promueve, en sesiones extraordinarias, que se apruebe la emergencia en Seguridad y lograr algo de pragmatismo. De hecho, las reuniones que empezó el oficialismo con la oposición van en ese sentido. En rigor, Perotti tiene dos años con nuevo ministerio -y menos margen- para bajar los índices y tranquilizar a la sociedad, un escalón menor al aclamado "Paz y orden".