Como la de todo pescador, la piel de Edgardo Orellano ya estaba curtida ese 24 de febrero de 2020. Pero desde ese día, su rostro nunca volvió a ser el mismo. Fue en un feriado de carnaval, hace casi dos años. Había ido temprano a la isla para preparar el asado junto a su familia. A su hijo "Bocacha" lo esperaban para el mediodía. Él iba a cruzar con el primo a la hora de comer, porque había ido a bailar a Ming River House, en La Fluvial. Pero nunca llegó al almuerzo y tampoco lo verían otra vez con vida. La tarde anterior le había dicho a su tía que le prepare una pasta frola como esas que tanto le gustaban. Su mamá y esa misma tía serían, justamente, las primeras en tener el presentimiento de que algo malo había pasado, cuando lo llamaban a Carlitos y el teléfono daba apagado. Primero, lo buscaron en casa de sus amigos y hasta se ilusionaron con que podía haberse quedado con alguna chica. Pero no. Se juntaron en el boliche, hicieron una marcha, reclamaron en los medios. Unos días después, el cuerpo aparecía flotando en el Paraná. Tratándose de un joven criado en el río, su familia nunca tuvo dudas: alguien lo había matado antes de caer. Ahora casi dos años después, el padre de Carlitos dice con firmeza: "Ese boliche al que fue mi hijo era un puerto de drogas. Y lo que le costó la vida es haber visto algo que no debía verse".

Por la investigación, hace varios meses que fueron detenidos dos policías y dos patovicas, tanto por el accionar violento hacia la víctima como por el intento de encubrimiento que hubo después. Uno de los uniformados pidió varias veces estar en libertad hasta que llegue el juicio, pero la solicitud le fue denegada. Para la familia, además de sancionar a los culpables de la muerte, resta ir por la responsabilidad de los dueños del boliche, por la cadena de encubrimiento posterior. Inclusive, en la Legislatura provincial se conformó una Comisión Investigadora que presentó un completo informe sobre el caso Orellano. 

La reconstrucción de la escena de la desaparición y muerte de Orellano, en el boliche Ming River House.
La reconstrucción de la escena de la desaparición y muerte de Orellano, en el boliche Ming River House.

Los teléfonos y los mensajes borrados

"Hay que hacer un peritaje de los teléfonos de la gente de seguridad y de los responsables de Sr Ming, también de lo que grabaron esa noche las distintas cámaras de seguridad", explica Orellano, en diálogo con RosarioPlus en el comedor de su casa en el barrio Empalme Graneros.. La dificultad adicional es que el material de video fue borrado en las horas posteriores a la desaparición de Bocacha y peritos informáticos deben recuperar la información de discos rígidos y memorias de teléfono. "De los celulares de policías y empleados de seguridad, fueron borrados los mensajes que se mandaron en esas horas Pero en la provincia de Santa Fe no existe tecnología para recuperarlos. Por eso estamos esperando que los periten en la ciudad de Buenos Aires".

Y aquí vale la pena un paréntesis. Porque la burocracia y la falta de presupuesto, moneda corriente en cualquier dependencias pública, se hacen todavía más lacerantes cuando lo que se demora son los resultados de pericias como las que espera la familia Orellano: la Justicia tiene los celulares de patovicas y policías que actuaron la madrugada en la que murió Carlitos, también el teléfono del dueño del boliche, Guillermo Woelflin. Pero increíblemente, aún no se puede saber si se podrán recuperar los mensajes borrados, porque esos aparatos están en "lista de espera".

Orellano dice sobre este tema a RosarioPlus: "De ahí puede salir la clave de las conversaciones. Las llamadas, lo que se escribieron, lo que había en las cámaras del boliche y de la guardería náutica". Según la explicación de los responsables de Ming, la imágenes no están porque justo a la hora en que pasó todo, "los equipos no funcionaban".

Una de las movilizaciones, al Centro de Justicia Penal.
Una de las movilizaciones, al Centro de Justicia Penal.

Lo que vio Bocacha

El padre de Bocacha tiene la explicación para tanto misterio: "Para mí, el boliche Sr. Ming era un puerto de drogas. Y lo que le costó la vida a mi hijo es haber visto algo que no debía ver. Hay un audio comprometedor, que nosotros pudimos escuchar. Es una conversación muy comprometedora de alguien que tiene la voz muy parecida a Carlos Varela, el abogado del señor Woelflin, con su cliente. Donde dicen lo siguiente: 'Hola Guillote, te quería comentar que si el pibe cayó al agua fuera del boliche, es una cosa. Pero si es el que metimos para adentro, estamos al horno. Todo lo que tenés ahí, sácalo ya, porque mañana te lo van a encontrar'."

El diálogo continúa con una pregunta del dueño de Sr Ming: "¿Y cómo hago?". Del otro lado, quien sería su abogado le responde: "Hacé como la otra vez, sacá todo en cajas de vino". Consultada la Fiscalía por RosarioPlus, la existencia del audio fue confirmada. Aunque oficialmente, no se conoce aún quien es la persona que hablaba con Woelflin. 

"A mi hijo lo mató la mafia, no fue un patovica drogado. Ellos saben que el audio existe, aunque capaz nunca pensaron que podría salir a la luz. Nosotros accedimos a la causa un año después, desde Fiscalía nos pasaron dos discos rígidos, de un Tera cada uno. Nos pusimos horas a mirar todo. Ahí descubrimos que las cámaras funcionaban, pero que fueron borradas entre las 5 y las 7 de la mañana, pocas horas después de que mataron a Carlitos", dice Orellano. 

Otra de las protestas fue en el Instituto Médico Legal, por la forma en que se realizó la autopsia al cuerpo de Bocacha.
Otra de las protestas fue en el Instituto Médico Legal, por la forma en que se realizó la autopsia al cuerpo de Bocacha.

Sin miedo a nada ni a nadie

Desde la muerte de su hijo, este humilde pescador de Empalme Graneros de 61 años parece haber vuelto a nacer. No paró de movilizarse pidiendo justicia. Fundó una Asociación Civil desde la cual colaboran con la gente del barrio. Se sumó a movilizaciones contra la violencia institucional. Con la familia y la banda de amigos con las que compartía Carlitos su fanatismo por Central, fueron llenando la ciudad de murales. Marcharon al Instituto Médico Legal para pedir que se rehagan las autopsias y al Centro de Justicia Penal denunciando que en las primeras horas la actuación de los fiscales no había tenido la celeridad que necesitaba el caso, por haber confiado en primera instancia en la versión policial, que intentó maquillar la desaparición del pibe, como en el caso Casco y otros que terminaron con un cuerpo apareciendo en el río.

Los familiares de "Bocacha" se reunieron con el intendente Javkin, el gobernador Perotti y hasta el presidente de la Nación, Alberto Fernández. A todos, el pedido unánime fue por justicia. Hoy, a casi dos años de aquella madrugada trágica, Edgardo Orellano asegura, con la vista en alto: "Hay que investigar ese boliche, Sr Ming. También los otros que funcionaban al lado y son del mismo dueño, como Moore y Costello. Hay que preguntarse por qué cruzaban lanchas por la noche desde las islas de enfrente, desde la zona del Banco de San Andrés. Nosotros cuando fuimos a hacer la inspección, vimos que había una puerta secreta que conectaba al VIP con una salida directa al río, que estaba escondida. La grabamos en video, por si después la destruían. Yo ya no le tengo miedo a nada ni a nadie. No me amedrenta el narcotráfico, ni la policía. Yo voy a luchar hasta el último momento y voy a hacer saltar a todos uno por uno. Si me matan por decir estas cosas, moriré tranquilo, porque no me callé nada".