Luego de los allanamientos en parte de la zona sur de Rosario para asfixiar a lo que queda suelto del clan Funes y Ungaro, y de alguna forma cortar el chorro de crímenes desde principio de año, el ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, hizo como al pasar un breve análisis frente a los micrófonos que da pie al desglose del problema emergente que es el recrudecimiento de la violencia en la ciudad. 

“No queremos violencia ni dentro de los grupos criminales, ni fuera”. La primera parte de la frase demuestra una característica que puede considerarse novedosa: las bandas están en un proceso interno de poder luego de quedarse sin jefes. Esto se da en el marco de reconfiguración del delito en Rosario, que se completa simultáneamente con la lucha territorial.

Al desarticularse las bandas criminales ya sea por estar presos sus líderes o por los propios efectos de la violencia letal, hubo una mano de obra que quedó desamparada pero que no logró o no quiso escapar del negocio, y otros que vieron la oportunidad. Es ahí que por sus propios medios buscan hacerse de una tajada y de esta forma se generó una conflictividad interna para conducir, y, de manera externa, mantener territorios o conquistar nuevos.    

“Hay una lógica criminal que tiene que ver con la crisis de los grupos organizados que tuvieron mucho poder y que se logró detener a la mayoría de sus integrantes. La crisis que se dio, es sobre las terceras o cuartas líneas que se disputan lugares del crimen de manera muy violenta”, resumió Pullaro.  

El ejemplo más claro se deja ver en el papel de las mujeres del clan Funes Ungaro. Una vez caídos en prisión los hombres, pasaron a liderar los movimientos a partir de órdenes que les llegaban desde el penal según entienden desde el Ministerio Público de la Acusación. Se trata de Brisa Amaral de 18 años, novia de Jonatan Funes, acribillado cuando volvía de visitar a sus hermanos de la cárcel de Piñero justamente con ella en el asiento de acompañante. La otra es Daniela Ungaro de 50, ex esposa de Luis Medina, señalado como narco, quien fue asesinado a fines de 2013.

“Lamentablemente resurgen rebrotes de tercer y cuarta línea en los últimos tiempos”, reconoció el ministro. Antes estos actores posiblemente eran soldaditos rasos, de corta edad y con un nivel de aceptación de violencia muy alto que aún conservan. De ahí que revolean tiros a cualquier hora en los barrios más calientes, y sin reservas.

Como es un proceso que se está gestando, no tienen logística ni estructura armada de manera compleja y pulida, al menos hasta ahora. Con esto se soslaya oficialmente la idea de que las bandas se disputan territorios para la comercialización de estupefacientes, y apuntan que el narcomenudeo es una forma solo de sustentar la actividad criminal y no traccionan en grandes cantidades. 

El gobierno califica a sus delitos como pre organizados, que responden a "cuestiones primarias", sin dejar de ser vehementes en su accionar: usurpación de casas, venganzas familiares, amenazas, abuso de armas, ocupación de territorios, más por motivaciones personales que por otro factor, aclaran. A eso se le suma que la violencia no es homogénea en la ciudad, sino que se produce en zonas específicas. "No es una pelea narco", afirmó el ministro durante las semanas de verano en que los Funes y Caminos se liquidaban sin calma.

Así y todo, no escapan de la figura de asociación ilícita, tal como sucedió con los integrantes del clan Funes- Ungaro este domingo, imputados tras ser detenidos en la semana. Vale recordar que Los Monos fueron condenados por esta figura por la justicia provincial, al no tener competencia sobre el narcotráfico.

Retomando la calificación del gobierno sobre bandas preorganizadas con motivaciones primarias, la misma suena liviana cuando las balas deciden y dejan escenarios brutales en algunos puntos de la ciudad. A su vez, no es concluyente que el delito en Rosario se reduzca en ellas, o incluso que otras bandas más organizadas hayan desaparecido totalmente.

En este marco, se sumó la hipótesis de que organizaciones con asentamiento original fuera de Rosario leyeron la reconfiguración y estarían dispuestos a poder una pata en el mapa local. El propio Pullaro no lo desmintió: "La droga no se cosecha ni produce en Santa Fe, por eso siempre se siguen líneas superiores (...) En las últimas investigaciones, con detenciones relevantes, marcaron claramente que tienen vínculos con bandas criminales de otras provincias y países. No descartamos nada".

En rigor, en los últimos meses los actores de las bandas criminales cambiaron, al igual que las relaciones de poder, y las formas de conquistar ese poder también. Todo está cortado por la determinación irrestricta de matar: sin límites, sin que le importe morir o quedar preso. Hasta incluso llegar a la traición: a Ariel Tubi Segovia, en un pabellón presuntamente amigo le enrollaron un cable por el cogote y lo mataron a puñaladas.