Es lunes al mediodía. La escena transcurre en la Sala 2 de una casa velatoria de barrio Belgrano, la misma en la que hace una semana velaron a Lucas, el pibito de 13 años que jugaba en Central y mató una balacera en la esquina de su casa en barrio Emaús. Ahora, a quien están velando es a Esteban Cuenca, de 30 años, también apasionado por el fútbol. Murió el sábado a la nochecita en Ludueña, en la puerta de la casa de un amigo: los alcanzó una ráfaga de tiros desde una moto en la que venían persiguiendo a un dealer, que vendía droga a pocos metros.

Sergio era el dueño de casa, ahí en Velez Sarsfield y Magallanes. Fue alcanzado por dos disparos que lo dejaron con muletas. También fue herida casi toda su familia. Es un sobreviviente y ahora en el velorio de su amigo, cuenta qué fue lo que pasó:  "A la tarde, como a las cinco, me estaba por bañar y escuché un tiro. Salieron todos a mirar y como que quedó todo ahí, porque no le habían pegado a nadie. Había sido por la esquina. Seguimos preparando lo que teníamos que hacer nosotros, que era lo de las empanadas que íbamos a repartir esa noche. Las habíamos hecho y vendido para juntar plata para un torneo de fútbol en Santiago del Estero".

Rodeado de varios jugadores de Los Pibes de Ludueña, un cuadro en el que además del fútbol hay códigos de amistad barrial, Sergio sigue hablando con RosarioPlus y relata la dramática escena que vivió hace pocas horas: "Yo estaba por salir a la vereda para armar la caja de la moto para hacer el reparto, porque además trabajo de cadete. Esteban y mi hermano habían salido un minuto antes, porque se habían ido a fumar un cigarro. Cuando pasa todo yo justo estaba en el umbral, con la puerta abierta. Me doy vuelta y empiezan a tirar, se escucharon un montón de tiros. Yo lo primero que sentí fue que se me pusieron las piernas duras. Caímos los tres al piso, yo me arrastro para entrar a mi casa y veo que mi primo y mi hermanita de 12 años, que estaban adentro, también estaban heridos. Y ahí, con todos tirados, se escucharon como 15 tiros más". Yo no me pude parar más, uno de los chicos que no le habían pegado ningún tiro salió y se dio cuenta que Esteban ya no tenía pulso".

En medio de la angustia y del dolor, piensa que su situación podría haber sido todavía mucho peor: "El doctor me dijo que la saqué barata, porque una bala me rozó la vena cava. Si me la agarraba de lleno, según me explicaron, me hubiera desangrado enseguida. Ahora quedé con estas muletas".

Enseguida, busca recuerdos de su amigo, con quien pensaban viajar a un torneo en Pinto, Santiago del Estero, al que ahora están velando: "De Esteban lo que quiero recordar es que fue un compañero para todos nosotros, el más fiel. Después de cada partido siempre se juntaba conmigo para decirme qué tenía que mejorar en la cancha. Habíamos jugado el miércoles y estábamos re contentos, teníamos juntada la plata de la Trafic y de la inscripción al torneo al que íbamos a ir con el equipo y nos pasó esto. Habíamos hecho el evento de las empanadas para poder tener plata allá en Santiago para la comida. Nunca nos hubiésemos imaginado que pasara algo así".

La hipótesis de la investigación

En el mediodía del lunes, el fiscal Adrián Spelta había dado una conferencia de prensa en la que dio detalles de la investigación sobre el crimen de Ludueña. Destacó que Cuenca y el resto de los heridos no tenía ningún vínculo con alguna banda criminal y confirmó lo que aseguraron los familiares y vecinos de la víctima, desde la primera hora: "Había un menor de edad vendiendo hace un tiempo en la plaza. Según testimonios, hasta hay cola en ese lugar para comprar droga. Quisieron ir más temprano a atacarlo, pero aparentemente el arma falló. Y volvieron más tarde. Al emprender una fuga, los que lo perseguían disparan e impactan contra Cuenca y las personas que estaban en la vereda, en un evento que no tenía nada que ver con la escena. Tenemos información, que se reserva por el momento, sobre qué organizaciones podrían estar detrás del hecho".

Y ahora Sergio, el amigo de "Chuchu" Cuenca, agrega algo más sobre lo que dijo el fiscal: "Parece que los que pasaron le querían pegar al que vendía droga en la plaza, en la esquina. Ya van como dos o tres veces que se la quieren dar, pero nos la terminaron dando a nosotros. Ahora va a ser difícil seguir, Esteban era el más lúcido de nosotros, el que siempre alentaba a los más chicos a que hagan deporte, por cómo están las cosas. Hay pibes que lo vieron tirado a Chuchu, como le decíamos a Esteban, que no se lo van a olvidar más. Nosotros veníamos diciendo hace rato que esto podía pasar, que de tanto andar a los tiros le peguen a alguien que no tenía nada que ver. Y pasó".

En el final, el joven de Ludueña que alterna sus horas de repartidor con las de jugador de fútbol amateur, pinta el paisaje de lo que pasó después de los tiros a él, su amigo y su familia: "Cuando llegó la policía, como no venía la ambulancia, la gente le pedía que se lo lleven a Esteban, pero no quisieron. Y como les empezaron a reclamar, ellos empezaron a reprimir. Empezaron a reprimir, había chicos también. Le tiran a la gente inocente, pero a los narcotraficantes no les hacen nada, nunca los allanaron. Nosotros no podemos sentarnos más en la plaza a la que íbamos de chicos, los del Comando pasan y siguen de largo, no paran ni siquiera para revisarlos a los que venden droga. Esa es la canchita en la que aprendimos a jugar a la pelota los Pibes de Ludueña, era de la gente del barrio. Uno de los que jugó con nosotros desde siempre, muy amigo de Chuchu también, es el Lea Iglesias. Ahora él está en la primera de Central. Y fijate cómo son las cosas, el mismo día que él jugó en la Reserva y le hizo un gol a Tigre, a la tarde lo matan a Esteban. Esta mañana volví a agarrar el telefóno, que no lo había hecho desde el sábado y una de las primeras cosas que hice fue hablar con él, todavía no lo podría creer. Yo tampoco caigo, tantas veces diciéndole a los más chicos que se cuiden de lo que podía pasar en la calle y mirá lo que nos pasó a nosotros así de la nada".