"Sabíamos que tenía contactos en distintos sectores, inclusive dentro del Ministerio y de la policía, por eso no avisamos del operativo a otros integrantes de la fuerza", reveló este miércoles Maximiliano Bertolotti, al detallar cómo fue la detención de Esteban Alvarado en febrero de 2019, en Embalse Río Tercero. Quien declaró como testigo en la Sala 10 del Centro de Justicia Penal, era en ese entonces el jefe de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) y fue responsable él mismo de capturar a quien ahora es el principal imputado de un juicio que amenaza con seguir haciendo ruido en la provincia. 

Es que por un lado, Alvarado enfrenta una acusación de los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra, que buscan acreditar su participación y la de otros seis hombres en dos homicidios y en varios delitos económicos. Ya pasaron 15 jornadas que se realizan en medio de un fuerte operativo de seguridad, con toda el área vallada. Y se prevé la presencia de unos cien testigos más que hablarán ante un Tribunal que deberá resolver si las pruebas son suficientes: para condenar a prisión perpetua a Esteban Lindor Alvarado. Pero además, cada jornada en el CJP abre la posibilidad de que el propio acusado termine ventilando sus relaciones con actores de la política, la justicia y las fuerzas de seguridad. 

El Cruze, el GPS y la finca "Los Muchachos"

A fines de 2018, Bertolotti era el jefe de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE). Y apenas se supo de la desaparición el 11 de noviembre de Lucio Maldonado -por cuyo secuestro y homicidio se acusa ahora a Alvarado y seis hombres más- fue uno de los responsables de los allanamientos en el domicilio de la víctima. En el juicio, brindó jugosos detalles sobre cómo se investigaron las cámaras de seguridad y otros elementos, como el sistema de seguimiento satelital que tenía el Chevrolet Cruze del prestamista que finalmente había aparecido muerto de varios disparos en la cercanía del City Center.

Es que los secuestradores borraron rastros en el GPS del auto, pero no contaban con la información de que General Motors hace un monitoreo de sus nuevos vehículos con el dispositivo On Star. "Como Maldonado no pagaba el abono mensual, sólo podía obtenerse el dato desde la fábrica -donde recopilan datos de cada auto- de los lugares en los que se habían detenido el Cruze, no así su recorrido", se había explicado ya en audiencias previas, de las que participaron técnicos de GM que aportó Fiscalía como testigos. 

Este miércoles, con la declaración de Bertolotti, el pudo saber en detalle cómo fue la intervención una vez que la pesquisa los llevó a averiguar que Maldonado había sido llevado a una finca rural denominada Los Muchachos, que estaba a nombre de Esteban Alvarado. El testigo reveló quiénes fueron hasta allí y qué encontraron el día en que fueron a allanarla: “El lugar era una casa quinta, que tenía lo que parecía ser un taller, también una habitación o casa del casero, más la casa principal y una sala de juegos con un pool y una barra. También una pileta, una caballeriza y una chanchería. Los primeros en ingresar fueron los del equipo táctico, que aseguraron el lugar. No sabíamos con qué podíamos encontrarnos, porque íbamos detrás de una banda que había secuestrado a una persona y porque teníamos denuncias de que en ese mismo lugar solían escucharse disparos”.

La escena continuó, con hallazgos de elementos que ahora sirven como pruebas en el mismo juicio: “Se requisó completamente la finca, buscando cosas de valor para la causa. Fuimos en dos grupos operativos y varios vehículos, también con personal de la División Perros. Encontramos un par de zapatillas que estaban en el techo de la cochera y una carpeta con la imagen de Whinnie Poo, que tenía mucha documentación”. 

Se obtuvieron esa vez datos de interés para la causa, aunque al dueño de casa -Esteban Lindor Alvarado- no pudieron encontrarlo hasta febrero del año siguiente. Entre las pruebas que aparecieron en "Los Muchachos," estaba em calzado que tenía puesto Maldonado cuando había sido secuestrado. Y esa carpeta con la simpática portada del osito al que le gusta la miel, que adentro tenía papeles con datos de propiedades sido puestas a nombre de testaferros, por las que se terminaría condenando  a varios policías, sus verdaderos dueños: uno de ellos, por ejemplo, el departamento de Condominios del Alto en el que vivía Javier Makhat, jefe de Inteligencia de la Ex Policía de Investigaciones, que resultaría condenado en junio de 2021 por este hallazgo.

La detención en Embalse Río Tercero

Bertolotti contó que en los primeros días de 2019, circulaba en la calle el rumor de que "Alvarado podía estar en Paraguay, o que se había escapado en avioneta a Bolivia". Sin embargo, lejos de ese escape a lo Netflix, quien había liderado una poderosa banda narco con amplias ramificaciones, estaba en un destino más mundano: con su mujer, en un humilde complejo de cabañas en Embalse Río Tercero.

Al primer dato para ubicar a Alvarado lo había conseguido -en estricta reserva- el Organismo de Investigaciones del MPA que presidía Marcelo Sain, quien había llegado al cargo tras ganar el concurso convocado por la gestión de Miguel Lifschitz al crear la dependencia. Lo que había obtenido el OI era el número de teléfono que estaba usando Rosa Capuano, pareja de Alvarado. Y el resto de los detalles de esa búsqueda secreta se conocerán seguramente cuando el propio Sain declare como testigo en el juicio.

Pero ahora, de nuevo en la jornada 15 de audiencias, continúa el testimonio de Maximiliano Bertolotti: "Para el operativo tuve la proposición del ministro Pullaro de ir en un vehículo especial, pero elegí no aceptarla para que no se filtre el dato. Por eso viajamos en un vehículo no identificable. Salimos a las cinco de la mañana del 1 de febrero". 

Un día antes, habían logrado una escucha del teléfono de Rosa Capuano, la pareja de Alvarado. Era una llamada con una tal “Silvana” desde una característica de Córdoba, que le decía: “¿A cuánto tiempo estaban de llegar?". Y le decía que tenían que coordinar la entrega de la llave de la cabaña.

Bertolotti continuó la explicación de cómo fue la previa: "Rosa respondía que estaban a dos horas y el impacto de antena suyo daba en Villa María, en la ruta 9 en el kilómetro 570. Cuando pudimos verificar por Internet que el número desde el que habían llamado era desde un emprendimiento que se llamaba Casa Las Flores, hablamos y nos hicimos pasar por turistas. Confirmamos que no era una pantalla, que era un lugar turístico, con apenas dos cabañas. Y la deducción fue -porque hacía 80 días que Esteban estaba prófugo- que la madre de sus hijos podría estar queriendo verlo y llevar también a sus ellos a que lo vean. La idea fue hacer un operativo de manera encubierta, sin armas largas ni nada que nos identifique como policías. Dadas las circunstancias de la causa, consideré dos cosas por las cuales no llevar equipos de apoyo: tener baja visibilidad y que no se filtre el dato".

El entonces jefe de las TOE nunca había estado personalmente con quien debía capturar. En el juicio, lo señaló de este modo: "A Alvarado yo nunca lo había visto, pero lo conocía de fotos que teníamos de él. A Rosa Capuano también por imágenes". 

A eso de las 9 de la mañana, Bertolotti ya estaba en el complejo de cabañas. "Cuando llegamos, vimos la Jeep Renegade color rojo que sabíamos que podía estar usando. Ahí desde el lugar me contacto con un policía de investigaciones de Carlos Paz y le pido el contacto con alguien de confianza de la fuerza, que me pasa el número de un colega de Calamuchita. Nos citamos en una estación de servicio y yo sin decirle de quién se trataba, le digo que teníamos un pedido de captura de alguien por un homicidio en Rosario y que una vez que logremos la captura, iba a necesitar su cooperación para hacer el traslado".

Era 2 de febrero, pleno verano, en una tranquila localidad cordobesa. Y seguía siendo una incógnita para todos allí el dato de que Alvarado estaba por caer: hasta último momento debía mantenerse el secreto, para evitar una posible fuga. "Yo estaba de civil -dice ahora Bertolotti, en la Sala 10 de Audiencias del CJP- con un vehículo que no era identificable como policial". Pese a no estar identificable como agente, Bertolotti pudo contactar con su colega porque la persona que les hizo el contacto había avisado al policía cordobés (de apellido Pedraza) que él iba a ir vestido así.

Sigue el relato del ahora testigo: "Al volver a las cabañas, vemos que la camioneta ya no estaba y nos vamos a recorrer el pueblo. Un rato después, encontramos a Rosa subiendo a la Jeep al salir de un negocio. Comenzamos a seguirla y vemos que va a un camping en la orilla del lago. Con binoculares para no ser advertidos, vemos que ella va hasta una mesa que estaba al fondo de todo, de esas de hormigón, en la que había tres hombres y un chico. Una de esas personas, con remera color negra y gorra negra, tenía las características de quien estábamos buscando. Llamo al comisario Pedraza, que llega enseguida con dos móviles más de la policía cordobesa. Teníamos tres vehículos en total. Formamos una caravana e ingresamos todos al camping. Cuando estábamos a pocos metros, nos ven. Y la persona de remera negra corre hacia el lago. Es ahí cuando le damos la voz de "Alto" y se detiene en la orilla. Me abalanzo sobre él, lo reduzco y en ese momento tira un celular al lago, que lo tenía en el bolsillo. Le ponemos esposas y cuando está tirado en el piso, le pregunto el nombre. Me responde: "Soy 'El Esteban'. Esteban Alvarado".

Bertolotti le cuenta ahora al Tribunal, a los fiscales, los abogados de las defensas y a los imputados, entre ellos Alvarado que sigue el juicio por una pantalla desde la cárcel de Ezeiza: "Uno de los oficiales cordobeses me muestra que tenía el teléfono que había caído al agua. De ahí nos vamos a la comisaría de Embalse. Y más tarde, siendo ya las 21 horas, finalmente el personal de la policía de Córdoba y con orden del juez, me entrega ese teléfono celular. Hubo un acta y un oficio del juez, para darme el teléfono. Era un iPhone 8 color blanco".

Esteban Alvarado quedaría ese día detenido en Córdoba, "porque había que hacer unos trámites para su traslado", explica Bertolotti. La llegada a la provincia se demoraría finalmente una una semana. Y en el medio, se darían varios pasos importantes para sacar información del celular que había caído al agua.    

El iPhone 8, de Córdoba a New Jersey

Schiappa Pietra le entrega ahora en el juicio una documental al testigo: "Le voy a exhibir dos evidencias que fueron ofrecidas como prueba", le señala el fiscal a Bertolotti. Éste toma el papel y lee el acta que había sido labrada ese día: "A los dos días de febrero (....) por directiva del doctor Gustavo López, se dispone la entrega de un iPhone 8 perteneciente a Alvarado, Esteban Lindor (y se nombra los dos testigos)".

Luego, el fiscal le acerca un teléfono y el testigo verifica que es el mismo que él trajo desde Córdoba y que luego llevó a Estados Unidos para ser investigado. "Cuando vimos que no se podía abrir acá, me contacto con el FBI en Estados Unidos. Ahí nos avisan que tenían que pedir autorización al Departamento de Estado, pero que el trámite podría demorar dos meses. Aunque si lo queríamos antes, podíamos trabajar con la agencia Cellebrite, que trabaja con organismos de inteligencia de todo el mundo y que podían hacer un trabajo especial. Ellos son los que diseñaron unos equipos de extracción que utilizan organismos de seguridad de todo el mundo. Y cuando nos comunicamos, nos dicen que había que llevar el teléfono a su laboratorio en New Jersey, con un costo en dólares. Por la peligrosidad de la operación, los fiscales me encargan que sea yo quien lleve el teléfono. Para hacerlo, se libra una orden judicial que me permita tener el aparato. El 25 de febrero llego allí, a la oficina de Joe Raspante en New Jersey. Era un campus con muchos edificios de empresas de tecnología. Me dicen que por mail iban a mandar información".

Unos días después, el 1 de marzo, le avisan por correo a Bertolotti que había sido exitosa la apertura del teléfono de Alvarado: "Vuelvo a ir a las oficinas. Me dan un código de desbloqueo de cuatro números: 1236. Y me dan un disco rígido externo. Al teléfono me lo dan en una bolsa de cadena de custodia. Llego a Argentina el 7 de marzo, en Ezeiza me esperaba un móvil de las TOE, que me trae directamente al Centro de Justicia Penal: Cuando lo entrego, estaba el fiscal Edery, la doctora Belmonte, algún personal más de Fiscalía que no recuerdo y testigos. La entrega del teléfono se filmó completa". 

Unos minutos después, los fiscales le hacen escuchar a Bertolotti varios audios que fueron recuperados del Telegram en el ya famoso iPhone 8 que cayó al agua. En ellos, el imputado da detalles a su entorno de cómo utilizar la app para no ser detectados. Y antes de finalizar al jornada, el agente brinda un dato interesante: "En uno de los audios, recuerdo que Alvarado decía que 'Nunca lo iban a agarrar'. Se lo decía a su entorno, cuando les daba explicaciones de cómo enviar mensajes que luego se tenían que autodestruir".