A partir del secuestro de 16 mil kilos de cocaína (un decomiso record para Europa) el 12 de febrero pasado en Hamburgo, Alemania, en un barco proveniente de Paraguay, se reabre el debate sobre los controles en la principal autopista fluvial de América Latina, que pronto tendrá que renovar su concesión, y que corre frente a la costa de toda la provincia de Santa Fe.
El cargamento iba oculto en latas de pintura y yeso, y pasó –entre otros puertos– por el de Buenos Aires, donde hizo trasbordo desde una barcaza, antes de partir a Europa. En el destino final en Israel y en Bélgica se incautaron otras siete toneladas embarcadas por la misma empresa de pinturas.

Mientras los empresarios aseguran que los puertos santafesinos “no tienen nada que ver” en la ruta de estas bandas criminales y los sucesivos gobiernos aseguraban que se realizaban los controles necesarios, repasamos la historia de las incautaciones de drogas exportadas por nuestros puertos, los puertos blancos.

Si solo se tienen en cuenta los casos descubiertos por las fuerzas de seguridad, se puede decir que la historia de los grandes embarques de cocaína que salen de Argentina comenzó a escribirse en 1988. Aquel año, la Policía Federal secuestró en Buenos Aires 587 kilos de cocaína ocultos en cajas de langostinos congelados.

Ya en mayo de 1997, la Policía Federal, la Bonaerense y la Side (Secretaría de Inteligencia del Estado) presentaron el secuestro de 2.200 kilos de cocaína, en un operativo espectacular con allanamiento a un galpón en General Pacheco. El cargamento estaba preparado, según la versión oficial, para ser embarcado a Alemania; sin embargo con el tiempo aumentaron las sospechas de una escena montada para mejorar la imagen de estas fuerzas.
Por entonces, una nota de La Nación dio cuenta de que los puertos serían el punto de anclaje del negocio internacional de la droga. “Lo ocurrido significa una luz amarilla de advertencia de que el narcotráfico quiere desembarcar en nuestro país y utilizarlo como un parking. Esta cuestión, según confiaron los investigadores, se trasluce de que los cárteles tienen como propósito a mediano plazo establecer en la Argentina un centro de distribución de estupefacientes de entre 15 y 20 toneladas en tránsito con destino a los dos mercados de consumo más importantes: Europa y Estados Unidos. El embarque de más de dos toneladas de cocaína secuestrada al Cártel de Cali, no sólo evidencia la pobreza en nuestros controles aduaneros y fronterizos, sino que la Argentina le está abriendo al narcotráfico mundial una peligrosa playa de estacionamiento, donde recala la droga para luego ser enviada al exterior”, explicó el artículo periodístico.

Puerto de Buenos Aires, un puerto de contenedores siempre en el ojo de la tormenta.
Puerto de Buenos Aires, un puerto de contenedores siempre en el ojo de la tormenta.

En abril de 2004, en un depósito de Munro, la Policía Federal encontró 200 kilos de cocaína que iba a ser exportado a Europa, ocultos en el contenido de botellas de vino. Mientras que en septiembre de 2005, se realizó el operativo “Merluza Blanca”, con el secuestro de más de 700 kilos de cocaína disimulada en pescado congelado.

Fueron tres procedimientos, uno en Barcelona y otros dos en un depósito de Retiro. Años más tarde, el 4 de junio de 2008, desde el puerto de Rosario salió un cargamento de 625 kilos de cocaína camuflado en 22 toneladas de ajo rumbo al puerto de Leixöes, en Portugal. En un operativo de las fuerzas españolas y portuguesas -bautizado "Cabana"- revelaron que la intención era encontrar nuevas vías de despacho de cargas ilícitas, como resultado de la intensificación de los controles en los puertos de Venezuela y Ecuador. Ante esos ajustes, consideraron que Argentina sería un camino alternativo. También presumieron que la carga se ocultó en ajos porque sobre esa mercadería pesan menos controles sanitarios.

Argentina se afianza como origen y tránsito

En 2009 y en un intento de extremar la imaginación para evadir controles, tres argentinos y un colombiano acusados de estar vinculados a una banda de narcos italianos fueron detenidos en San Javier (Santa Fe) con 88 kilos de cocaína, que iban a ser enviados a Italia. Según los testimonios periodísticos, los detenidos integraban una banda “satélite” de la organización napolitana, que acopiaba en la finca de San Javier la cocaína para luego camuflarla en diversos objetos y enviarla a Europa en contenedores vía marítima.

Las fuentes explicaron que el operativo fue dispuesto tras el secuestro de 250 kilos de cocaína de máxima pureza que llegó en barco a Génova, Liguria, proveniente del puerto de Rosario. El cargamento se intentó ocultar en el interior de un árbol “palo borracho”, que había sido ahuecado para esconder la droga y enviarla a Europa.

La droga que llegó a un puerto italiano, camuflada dentro de un palo borracho.
La droga que llegó a un puerto italiano, camuflada dentro de un palo borracho.

En un operativo en 2010, la Prefectura paraguaya incautó más de 4.100 kilos de marihuana transportados en barcazas, con destino al puerto de San Nicolás. Ese mismo año, en el puerto de Valencia se encontraron 240 cilindros que contenían 480 kilos de cocaína de máxima pureza. Había partido, sin problemas, del puerto de Buenos Aires. En agosto, en Bilbao se secuestraron más de 700 kilos de cocaína, también provenientes de Argentina, camuflados en sacos de carbón.

El 5 de mayo de 2012 las autoridades búlgaras revisaron un barco que había zarpado de  Argentina con destino a Holanda y descubrieron 67 kilos de cocaína en una cosechadora. El barco salió desde el puerto de Rosario y la cosechadora había sido fabricada en la firma santafesina Vasalli Hnos, aunque la empresa se desligó de toda responsabilidad.

Operativo Carbón Blanco, con un empresario de la región involucrado.
Operativo Carbón Blanco, con un empresario de la región involucrado.

El abogado Carlos Salvatore y el ex representante de futbolistas Patricio Gorosito fueron condenados el 17 setiembre de 2015 por la Justicia Federal de Resistencia (Chaco), a 21 y 19 años de prisión. Se los acusó del envío de 1051 kilos de cocaína en tres cargamentos de carbón vegetal que salieron del puerto de Buenos Aires, entre el 8 de marzo y 11 de abril de 2012, rumbo a España y Portugal.

La operación se efectuó desde la planta de la empresa Carbón Vegetal del Litoral SRL en Quitilipi, Chaco. Ocurrió dos años después de que enviaran a Bilbao 762 kilos de cocaína a través de la firma Agroforestal del Litoral SRL, de Stephenson 1714, Villa Gobernador Gálvez.
En 2013 fue el turno de las peras. Ese año se intentó enviar a Portugal un cargamento de 1.236 kilos de cocaína camuflada en pulpa de peras que viajaba en tambores de 200 litros, el operativo por supuesto se llamó Peras Blancas. La carga partió desde el puerto de Zárate y tuvo a varios rosarinos implicados en la red de financiamiento.

En tanto, el 19 de julio de 2013 en la sede del depósito fiscal de la firma Orvol, ubicado en la calle Morse s/n de la localidad bonaerense de Dock Sud, las fuerzas de seguridad desbarataron el intento de una banda de exportar 57.775 gramos de cocaína diluida en biodiesel. Tenían como destino a la ciudad de Vigo, España.

Narcoarroz, otra causa rimbombante, que hizo pie en Rosario también.
Narcoarroz, otra causa rimbombante, que hizo pie en Rosario también.

Según registró el diario La Prensa de Salta, en 2015 tres personas fueron detenidas por Gendarmería cuando llevaban casi 17 kilos de cocaína de máxima pureza escondida en el tanque de un camión cisterna. Al parecer, iba a ser llevada a Venezuela desde el puerto de Rosario.

Un mercado ilícito que se expande

No solo la cocaína y la marihuana se volvieron productos exportables. Con el avance de las drogas sintéticas y la necesidad de importar y exportar efedrina para su fabricación, los puertos de la zona se volvieron parte de ese negocio.

Tras la detención del rosarino Mario Roberto Segovia –considerado como "el mayor proveedor de efedrina de los carteles mexicanos" desde Argentina– en el aeroparque Jorge Newbery de Capital Federal y tras los 14 allanamientos realizados en Rosario, la ciudad se reveló como un punto obligado en la "ruta de la efedrina". Fuentes de la investigación indicaron que la droga partía de Buenos Aires con destino a México, pero antes se depositaba en un galpón de Villa Gobernador Gálvez. Incluso allegados al caso deslizaron que Segovia habría utilizado como pantalla una empresa fantasma de exportación de bananas y que podría haber despachado los cargamentos ilícitos a través del puerto local.

Hidrovía y narcotráfico, la historia de los puertos blancos

En septiembre de 2015 llegó a las pantallas de todos los noticieros el título de Narco Arroz. Esto se produjo luego de una serie de allanamientos que culminaron con el descubrimiento de un barco con destino al país africano de Guinea-Bissáu en el que se encontraron 20 kilos de droga impregnadas en 1.027 bolsas arroz; un método nuevo para el negocio de siempre. Europa sería el destino final, con Portugal y España como países sospechados: desde Rosario el barco pasaría por Buenos Aires, para seguir rumbo a África.

Este caso mostró también la ramificación que el narcotráfico comenzó a desarrollar en el país entre las clases altas, financistas de estas operaciones. Entre los detenidos de nacionalidad argentina figuran un abogado y un cirujano, sospechados de encargarse de las finanzas de la banda.

Mientras tanto, la hidrovía

Hoy en el debate en torno al control de la hidrovía. de cara a su licitación, obligan a repasar y pensar qué complicidades son necesarias para que el gran negocio del narcotráfico que tiene al país y los puertos como trampolín de salida, sea posible.

El mismo ministro de Transporte Mario Meoni que aseguró que en los últimos 25 años de concesión privada de la hidrovía no hubo controles del estado, plantea que hoy con el estado fuera de la administración de la autopista fluvial alcanzará con un buen sistema de control público privado.

Sin embargo es claro e innegable que sin la complicidad de los grandes financistas, los funcionarios públicos y fuerzas de seguridad (encargadas de los controles de estos puntos nodales del sistema narco), las consecuencias violentas que se desprenden de este negocio no serían parte de la realidad cotidiana de los argentinos.