El alerta que disparó en la agenda pública la muerte de, por ahora, 20 personas por ingerir cocaína envenenada en el oeste del conurbano bonaerense trajo al Gran Rosario un replanteo sobre el problema del consumo de los jóvenes en sectores más vulnerables, ya que la propia investigación sobre el asunto sigue la pesquisa de que se haya tratado de un asunto de trinchera narco bonaerense.

Desde el Foro de Adicciones Rosario que trabaja junto a la Pastoral Católica, el padre Fabián Belay mostró gran preocupación por el asunto que.

“Los pibes empiezan a consumir a los 9 o 10 años, y es consecuencia de lo que venimos viendo en los barrios con la carencia de políticas de asistencia del Estado municipal”.

Belay recordó en diálogo con Rosarioplus.com que la Pastoral tiene centros de niñez y de juventud en Tablada, Las Flores, San Martín Sur, Las Delicias, Ludueña, La Lata y Tío Rolo, y que además cuentan con dos dispositivos de intervención (centros terapéuticos de día) y un refugio. Y sin embargo no dan abasto: “Contamos con lista de espera para los jóvenes que van a buscar ayuda, y no existen refugios municipales”.

Consultado sobre La Estación, un centro de asistencia en drogadependencia municipal que abrió hace pocos años, aseguró: “Cuando abrió teníamos expectativas de que articule en redes, y hoy sólo es de asistencia, y no tenemos ningún vínculo con la municipalidad sobre este tema. La ayuda a los jóvenes pobres que consumen droga, que son los más vulnerables, no es un tema de agenda hoy, y tampoco de las gestiones anteriores”.

Sobre la cantidad de chicos que recaen en las drogas cada vez desde más jóvenes, dijo: “Es triste, y es consecuencia de la pandemia, porque no estuvo presente la escuela ni los espacios recreativos como los clubes de barrio. Hace muchos años que el Estado no invierte en polideportivos en los barrios”. Y el asunto lo observó como primordial, porque “son chicos que no cuentan con familias contenedoras de su situación, y cuando se quedan sin instituciones queda la calle. Y si el Estado no está, aparecen las ventas de droga”.

Sobre la realidad que observan cada día, Belay aseguró que “todos los días hay gente joven de hasta 25 años que muere por la droga, y muchos son personas que viven en situación de calle”.

De esta forma reclamó directamente al Estado municipal: “Pedimos que fortalezcan los centros de alojamiento que tenemos, ampliar las plazas porque hoy en Rosario un joven que consume drogas no tiene lugares para su recuperación. Y en el ámbito privado tampoco, los cinco o seis que hay están colapsados y se van a tratarse en otras provincias”.

Aseguró que si bien el diálogo con estratos municipales es nulo, con la Agencia Provincial de Prevención en Adicciones y con Desarrollo Social es más fluido, y desde éstos le hicieron saber que hay intenciones de abrir nuevos centros de rehabilitación en Rosario, “que para funcionar deberían ser mixtos, hacer convenios con privados”, opinó.

El asunto de los jóvenes con las drogas en el conurbano rosarino en los nosocomios tampoco le parece bien abordado: “Por la magnitud del tema, debería ser eje de la gestión municipal, y en cambio las guardias en salud mental son expulsivas, los hacen esperar seis horas un turno y se terminan yendo, cuando ellos deberían ser primeros en atenderlos cuando quieren salir de la droga”. Y aclaró que si bien es un asunto de salud mental, debe ser abordado como consumo problemático, pero “el sistema decide no incorporarlos porque no tiene adónde derivarlos”.

De esta forma, observa la situación como “un círculo de muerte, donde el chico muere por violencia intra familiar, por delitos o suicidio”, ya que recordó que “un chico de nueve o diez años está en pleno desarrollo, y si comienza a consumir a esa edad el daño en el cerebro es irreparable y es más difícil que salga de esto”.

La pandemia como factor agudizante

Belay insistió en que la solución a las drogas en los barrios humildes es que los chicos tengan espacios comunitarios para encontrar la contención que les falta en la familia, y aseguró que en los últimos dos años de pandemia su situación se agravó.

“Fue difícil sostener nuestros espacios de niñez, las escuelas se cerraron, y los clubes donde socializaban, no reabrieron. Mientras la pandemia se fue calmando y reabrieron espacios, la Municipalidad invierte en arreglar las peatonales y arterias del centro, en calles recreativas, mientras los barrios están prendidos fuego. Necesitamos que se invierta en los chicos de los barrios”.