Una balacera, otra más. Esta vez, sobre la puerta por donde se ingresa a la vivienda de una familia que integra una docente y sus dos pequeñas hijas. Y lo peor: pudo haber sido trágico aun cuando los pistoleros erraron en la destinataria. Las balas iban dirigidas a amedrentar a una mujer policía, según el mensaje mafioso que dejaron escrito.

Ocho de la noche del martes en el barrio Molino Blanco. Ayacucho al 6200, el confín sur de Rosario, a metros del arroyo Saladillo y el puente a Villa Gobernador Gálvez. Algunos vecinos apuraban las compras para la cena. Otros esperaban el colectivo en la esquina. 

Cecilia acababa de llegar de su trabajo como docente y maestra de chicos con capacidades diferentes. Tomaba mates junto a sus hijitas cuando unos tres o cuatro estampidos las sobresaltaron.

Comerciantes vecinos contaron luego a RosarioPlus.com que a todos sorprendió la serenidad con la que dos jóvenes llegaron en una moto. Ocultaban bastante sus rostros con sus gorras. Uno sacó el celular y se puso a grabar la escena, y su compañero esgrimió una pistola y gatilló una, dos, tres, cuatro veces tal vez. Y como si tal cosa, guardó el arma, montó la moto de nuevo con su amigo, y los dos se marcharon con la misma normalidad con la que habían arribado segundos antes.

“Yo estaba tomando mate en el comedor de mi casa. Escuchamos un montón de tiros”, contó Cecilia. Su casa está en el fondo de un pasillo, 30 metros después de una puerta de chapa que quedó tachonada por los balazos. “Los tiros pasaron de largo de la segunda puerta e impactaron contra un cantero. Enfrente tengo la carnicería, enseguida me llamaron para saber si estábamos bien o si necesitábamos algo”, contó azorada. 

“Llamé a la policía y no salí hasta que vino porque tenía miedo. No entendía nada. Me asomé y vi que en la puerta había un agujero. Ahí me di cuenta que fueron tiros. Yo estaba tomando mates, recién llegaba de trabajar. No sabía lo que estaba pasando”, completó.

Para mayor estupor, los policías que arribaron tomaron una nota escrita que los tira tiros dejaron junto a la puerta: “Aramis, solucioná la cagada que te mandaste. Vamos a ir por tu mamá”, decía. 

Cecilia entregó la nota a la autoridad y afirmó: “Eso no es para mí, yo me llamo Cecilia, soy docente, trabajo con chicos con discapacidad, doy clases de apoyo, vivo con mis dos hijas de 1 año y 4 meses, la otra de 3 años. Supuestamente esta señora vivía cerca de donde vivo yo y se equivocaron, pero tampoco vive más ahí”, contó.

Los propios policías que la asistieron le manifestaron que conocen a su camarada destinataria de los disparos.

Por todo eso, Cecilia dejó desde anoche un cartel con la siguiente leyenda en la puerta baleada: “Yo no soy Arami. Se equivocaron! Mi nombre es Cecilia, soy maestra y alquilo hace un año y medio acá. Tengo dos bebés!”

Esta mañana ella misma contó que la policía le recomendó poner ese cartel. “Para aclarar que no soy esa persona, y que esas personas se enteren de que no somos quienes ellas buscan”.