Los sicarios que dispararon a Virginia Ferreyra y a su madre el 23 de julio en la parada del colectivo de la plaza Rodolfo Walsh buscaban "matar a cualquiera en el barrio", y así poder liberar la zona para la venta de droga. El dato surge de la audiencia imputativa que se realizó el sábado en el Centro de Justicia Penal. Allí, el fiscal Patricio Saldutti acusó a dos hombres que habían sido detenidos el último jueves por la noche de ser los autores del ataque que terminó con la vida de Claudia Deldebbio en una parada de colectivos del barrio Parque del Mercado. El juez Román Lanzón determinó la prisión preventiva para los presuntos autores del crimen, padre e hijo.

Además, durante la audiencia el fiscal ventiló una información aterradora: por haber asesinado a Claudia Deldebbio, los sicarios cobraron 30 mil pesos. Y durante varias semanas, mientras la hija de la víctima, Virginia Ferreira, continúa internada en el HECA, los tiratiros fueron siguiendo su evolución por las noticias. Si finalmente la profesora de danzas árabes moría, ellos iban a cobrar 30 mil pesos más. Otra condición para el cobro, era que el caso se muestre en los medios de comunicación.

Las precisiones surgen del testimonio de una testigo de identidad reservada que aportó a la Justicia provincial la ruta para dar con los presuntos autores del hecho. Luego de la detención, que se concretó el pasado jueves durante un operativo de saturación policial muy cerca del lugar en el que habían sido atacadas Claudia y Virginia, el fiscal Saldutti pudo corroborar los dichos, complementando con datos de la investigación en los casi dos meses desde el ataque.     

El plan -según la teoría de Fiscalía- fue orquestado desde una prisión por René Ungaro, detenido como preso de alto perfil en la cárcel federal de Ezeiza y líder además de una banda que hace tiempo ejerce una violenta dominación en la zona sur de Rosario, en vinculación con el clan Funes, también con sus jefes detenidos.

Según la hipótesis de la investigación, Ungaro podría haber querido con este ataque recuperar presencia en la zona de la plaza Rodolfo Walsh, en Isola y Maestros Santafesinos, en el barrio Parque del Mercado, para la venta de drogas. La explicación sería que como hace tiempo está preso, le están perdiendo el respeto desde otras bandas e inclusive de la propia. La balacera habría sido entonces una "demostración de fuerza". Y para ello el encargo podría haber sido "disparar a cualquiera" para meter miedo. También se tiró contra el segundo piso de una de las torres del monoblock en esa  esquina de Isola y Maestros Santafesinos. El lugar era utilizado como aguantadero por dos menores de edad, hijos de "La Guachina", una mujer integrante de la misma banda que también está presa. En la misma línea de la pesquisa, podría ser una de las que perdió respeto al jefe. 

La presunta instigación de este crimen desde una celda en Ezeiza vuelve a poner en agenda la necesidad de debatir el funcionamiento del Servicio Penitenciario, tanto en cárceles provinciales como federales. Desde allí, según datos del propio MPA en sus investigaciones, se mandan a ejecutar buena parte de las extorsiones, balaceras y homicidios que sacuden a Rosario.

La suma que se presume fue pagada por Ungaro a los atacantes fue sumada por el fiscal Saldutti a la imputación: la carátula del hecho fue homicidio agravado por promesa de una remuneración. Además, se acusó a los detenidos por la portación ilegítima de arma de fuego. Cuando cayeron, tenían en su poder una pistola que había sido denunciada como robada poco antes por un gendarme.