El narco Esteban Lindor Alvarado necesitaba eludirse sí o sí de la investigación que lo acusaba de ordenar matar a un prestamista llamado Lucio Maldonado que apareció atado y con dos balazos en la nuca en el ingreso de Rosario y con un cartel sugerente: “Con la mafia no se jode”. 

La posible prisión perpetua lo desvelaba a Alvarado tanto que armó una estrategia muy fina digna de un policial de series con varios actores preparado para transferir su responsabilidad en el crimen hacia nada más y nada menos que Los Monos. 

¿Por qué a Los Monos? No los eligió sólo porque resulta verosímil que realicen semejante homicidio, sino por el contexto generado en aquel momento por la banda de Las Flores: las balaceras contra los edificios judiciales.

Esta fue la ventana para poder engañar a los fiscales que investigaban el crimen de Maldonado. La idea fue recrear las balaceras con blancos y modalidades similares a las elegidas por Los Monos. Una vez ejecutados, se inventaron comunicaciones falsas a partir de celulares gemelos de los verdaderos tiradores y miembros de la banda narcotraficante. Por medio de la infiltración de policías de la PDI que trabajaban en la investigación, le llegaban a los fiscales los mensajes de los supuestos autores. Pescado podrido en su mayor dimensión.

 

Lo que quería Alvarado era que los celulares truchos de Leandro "Chulo" Olivera -imputado por los atentados contra la casa de la jueza Marisol Usandizaga y el Concejo Municipal-  y de Rodrigo Ortigala –declaró en contra de Alvarado luego de pertenecer a su riñón- fueran intervenidos.

Allí gente suya se haría pasar por ellos y admitirían balaceras y lo que al fin y al cabo era lo único que le importaba: el crimen de Maldonado. Tal fueron las instrucciones de Alvarado que hizo que la gente que manejaba los celulares truchos se ubicara en la zona de los domicilios de Olivera y Ortilaga así los tomaba la antena. Eso no levantaría ninguna sospecha de los fiscales al intervenir los celulares.

Los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra describieron toda esta estrategia durante horas en la audiencia en la que imputaron a Alvarado por asociación ilísita y tres balaceras: al Centro de Justicia Penal, Tribunales Provinciales, y el frente de la casa de una perito de perfiles económicos de las bandas en Rioja al 500 donde aún hay custodia.

En los dos primeros ataques arrojaron un cartel con la misma leyenda que dejaron al lado del cadáver de Maldonado: "Con la mafia no se jode", pero le agregaron algo para confundir más: "Atte. Esteban Alvarado".

Todo esto demandó meses de investigación y depuración de datos. Lo que mayor información aportó fue el Iphone 8 del propio Alvarado que arrojó al agua el 1º de febrero pasado cuando tres policías lo acorralaron en un camping de Embalse Río Tercero en Córdoba. El teléfono fue encontrado en el agua y luego desencriptado en Estados Unidos. Cientos de audios y miles de mensajes para la investigación.

Los Infiltrados

La película Los Infiltrados de Martin Scorsese se queda corta con lo guiñado por Alvarado. Para llevar a cabo todo lo narrado necesitó de la policía. El jefe operativo de la Policía de Investigaciones (PDI), comisario Martín Rey, y su hermano Marcelo Rey fueron descubiertos e imputados este viernes.

También fue clave el oficial del Organismo de Investigaciones, Pablo Bancora, que trabajaba en la misma oficina de la Unidad Fiscal de Delitos de Gravedad Institucional. Allí cometió un error de principiante que Alvarado no pudo tener en sus cálculos: dejó abierto el WhatsApp Web en su computadora y una empleada de la fiscalía descubrió que le pasaba datos a la comisaria Jorgelina Chávez que también cayó.

Incluso la intervención de los agentes fue clave en la balacera de calle Rioja al 500. Sabiendo que las cámaras de los edificios de la zona captarían los disparos, plantaron un auto para entorpecer la investigación. El Volkswagen Up que se ve en la imagen es igual al que posee Rodrigo Ortilaga (quien declaró en contra de Alvarado y es uno de los que le duplicaron el celular) aunque sin patente. Pero el comisario de la PDI Martín Rey se encargó de hacer pasar la verdadera patente de Ortilaga como la del auto plantado.

Martín Rey también es acusado de insertar un teléfono celular durante un allanamiento que contenían mensajes de texto falsos destinados a ser analizados por los fiscales. De esta forma dirigiría la investigación de las balaceras y el homciidio de Maldonado hacia Ortilaga y Olivera.