Todo es cuestión de fe: de creer que su promesa haya sido sincera, y de que actúen en consecuencia. Lo cierto es que las mayores potencias mundiales -el famoso G7- se pusieron de acuerdo este lunes para avanzar en una política de desarme nuclear, pero a la vez anunciaron "un plan de acción conjunto" para combatir el "terrorismo internacional". Y cuando mencionan a enemigos tan vastos como difusos, cualquier cosa puede pasar, menos hallar razones para desactivar la carrera armamentista.

De todos modos, así lo anunciaron los ministros de Relaciones Exteriores de los siete países más industrializados, que se reunieron -vaya paradoja- en la ciudad de Hiroshima, Japón, la misma que Estados Unidos arrasó en 1945 al arrojarle una bomba atómica. Por cierto, ahí estuvo el actual secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y fue el primero en su función en visitar el memorial en esa ciudad en homenaje a las víctimas de la bomba.

Los cancilleres acordaron un intercambio de datos más intensivo, controles fronterizos más estrictos y medidas para cortar los canales de financiación de milicias terroristas, como el Estado Islámico (EI), al tiempo de avanzar en el desarme nuclear y la no proliferación de armas atómicas.

Tras la visita y la foto histórica en el Museo y el Parque de la Paz de Hiroshima que recuerda a las víctimas del ataque nuclear, Kerry -el funcionario del Poder Ejecutivo estadounidense de más alto nivel que visita el lugar- pidió en rueda de prensa por "un mundo sin armas nucleares". 

"Todo el mundo debería visitar Hiroshima", remarcó y expresó su deseo de que Barack Obama sea el primer presidente estadounidense que acuda a esta ciudad japonesa atacada con la bomba atómica.
Unas 80.000 personas murieron instantáneamente por la bomba atómica lanzada el 6 de agosto de 1945 -165.000 fallecieron al final de año por efectos de la radiación- sobre Hiroshima por el avión B-29 de Estados Unidos, conocido como "Enola Gay". 

En declaraciones a la prensa, el funcionario estadounidense, que se mostró "profundamente conmovido y honrado", destacó que "nunca" podrá olvidar su visita a Hiroshima. Además del importante gesto político, Kerry señaló que "todavía es posible" reabrir las negociaciones con Corea del Norte para que abandone su programa nuclear, aunque señaló que depende de la "disposición" de Pyongyang.

"Corea del Norte viene mostrando un comportamiento cada vez más agresivo", señaló el jefe de la diplomacia estadounidense e indicó que todos los miembros del G7 coinciden en señalar al país asiático "como una de las mayores amenazas para la paz y para la estabilidad mundiales".

Aún así, Kerry dejó la puerta abierta a las negociaciones con el régimen que lidera Kim Jong-un, después de las nuevas sanciones adoptadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -las más duras en 20 años- en respuesta a los últimos ensayos nucleares y de misiles. 

"Todo depende de que Corea del Norte esté dispuesta a iniciar estas conversaciones, y nosotros seguimos trabajando en esa dirección", dijo y sumó: "Corea del Norte supone una aberración ante la dirección en la que se mueve el mundo actualmente". 

Para estas "conversaciones", el funcionario de Obama recalcó la importancia de que Beijing como principal aliado de Pyongyang "pueda desempeñar el papel más importante en este sentido".

Estados Unidos sigue "ofreciendo asistencia económica y todo tipo de ayuda a cambio de reabrir las negociaciones", recordó Kerry, quien ejemplificó con "el gran éxito" del acuerdo nuclear alcanzado con Irán.

En la declaración conjunta, emitida al término de la cumbre que duró dos días en una ciudad del único país del mundo que recibió ataques nucleares, los cancilleres subrayaron la importancia de lograr avances para lograr una revisión del Tratado de No Proliferación (TNP) en 2020.

También se consideró que la entrada en vigor del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBT) constituye una "prioridad fundamental", según informó la agencia de noticias EFE.