Con 16 años, Thiago González debía haber estado en la escuela, alguna cerca de su hogar en el barrio Las Flores. Pero no. A las 3 de la mañana del viernes 23 estaba lejos, en el barrio La Paloma, Ayacucho al 6300, cuando un mensaje por Instagram lo inquietó: Benjamín Gamarra, “Tutu”, le proponía juntarse “por los viejos tiempos”, y “por el Braiton”, para consumir drogas en una casa del barrio.

El asunto es que González y Gamarra no eran precisamente amigos, sí conocidos, pero Thiago mantenía recelo de él luego de un “trabajo” que hicieron por encargo y que salió mal. Y más aún después del oscuro crimen de Braiton. ¿Quién fue Braiton? Braiton Villa era un primo de Thiago, que a los 15 años, en junio del año pasado, dos pistoleros en moto lo mataron a sangre fría en Guatemala al 2300, barrio Villa Urquiza, mientras circulaba como pasajero de un Uber camino a una cita que resultó una emboscada.

Thiago, el viernes 23, moriría en circunstancias parecidas: ambos fueron citados por engaño y ejecutados. Thiago y Braiton tenían 14 años cuando en noviembre de 2023 participaron del fallido rescate de un convicto en el Hospital Provincial, que terminó con el asesinato del policía Leoncio Bermúdez, quien estaba de guardia en la entrada de Zeballos al 400.

Ahora un equipo de fiscales investiga la relación de los crímenes de Braiton y de Thiago con aquel operativo mafioso que fracasó, y que había sido encargado desde la cárcel de Piñero.

Thiago González estaba el viernes 23 en un domicilio del barrio La Paloma que solía visitar lejos de su casa. Su mamá declararía luego al fiscal Alejandro Ferlazzo que si el chico hubiera estado con ella en Las Flores no lo habría dejado ir al encuentro del Tutu Gamarra. “Se regaló”, dijo la mujer.

La cuestión es que Thiago pidió un coche por la aplicación Didi, una de estas que denuncian los taxistas por competencia desleal, y quien vino fue un taxi, tal como ocurre sobre todo a la noche, en el que casi todos los taxistas trabajan con las app no autorizadas.

Thiago ocupó el asiento del acompañante y ordenó dirigirse hasta Ayacucho y calle 529 (ex Guillermo Tell), donde lo esperaba Gamarra. Tutu subió en el asiento trasero del Fiat Cronos y le dijo al chofer que avanzara por 529 hacia el oeste unos metros, para buscar plata para pagar el taxi y seguir. Eran las 3 de la madrugada y ese arrabal del extremo sur de Rosario estaba desierto. A poco de andar, Gamarra descendió y desde la calle, junto a la ventanilla, levantó su pistola y sorprendió a Thiago con un balazo a quemarropa que le destrozó el cuello.

El taxista –se sabría luego, aunque al principio fue investigado como sospechoso– aceleró para escapar de Gamarra y su pistola, y rodeó el barrio sin saber qué hacer, con su pasajero adolescente muriéndose a su lado. Buscó el lugar donde lo había recogido. Finalmente dejó el cadáver en el pavimento de Caupolicán al 200, a unas pocas cuadras de donde Gamarra disparó, y se alejó en shock de espanto hasta entregar el taxi a la dueña. 

Un vistazo a la cuenta Instagram de Thiago bastó para inferir que Gamarra estaba involucrado en el crimen. A la policía no le costó encontrarlo en el mismo barrio donde reside. El juez Fernando Sosa lo imputó de homicidio agravado por uso de arma de fuego con portación ilegítima, y lo dejó en prisión preventiva al Tutu Gamarra, que a los 18 años recién cumplidos se encuentra otra vez tras las rejas.

Ambos, y también Braiton Villa, tienen prontuario abierto en la Justicia penal de Rosario desde antes. El caso más resonante fue en noviembre de 2023, por su participación en la escena del crimen del policía Bermúdez. Ellos, junto a Pablo Sosa, de 22 años (imputado ya como autor material del crimen) acudieron al Provincial con el fin de atacar la custodia del Servicio Penitenciario y liberar al recluso Gabriel Lencina, que aguardaba en la guardia, luego de haberse hecho atender por un cuadro de tuberculosis para lo cual lo habían traído desde la unidad penal nº 11, de Piñero. Los guardiacárceles repelieron la intentona, hubo tiroteo y en ese fragor uno de los delincuentes –se presume que Sosa– ultimó al policía de guardia cuando acudía alertado por el ruido de los disparos.

Hubo desbande, González, Villa y Gamarra zafaron de la imputación penal por su condición de menores de edad. Y ahora la investigación tiene la tenebrosa incógnita de que acaso el grupo mafioso que encargó aquel rescate hoy está eliminando los cabos sueltos, es decir los adolescentes reclutados esa vez para cometer el hecho. Antes Villa, ahora González.

Thiago González también había estado involucrado en otro homicidio por encargo, el de Lorena S., ejecutada en su casa del barrio Stella Maris, zona noroeste, aunque el destinatario de las balas era un hijo suyo. 

Aquel episodio todavía aguarda su turno de juicio oral. Además de Sosa, están imputados como instigadores los convictos Joel Ibarra y Lautaro Nuñez. La instrucción tiene que hubo una promesa de 2 millones de pesos a pagar si liberaban a Lencina.