El domingo por la mañana, unos quince patrulleros irrumpieron con violencia en la zona de Gutenberg y Rueda con el supuesto fin de encontrar al responsable de la muerte de Guadalupe Medina, la niña de 12 años, violada y asesinada la semana pasada en Villa Banana. Según testigos, en presencia de menores y embarazadas, los agentes accionaron sus armas varias veces. En su afán por defender a su familia, un hombre fue demorado en la comisaría 13, donde recibió una brutal paliza que lo obligó a atenderse en dos hospitales diferentes. El lunes, se radicó la denuncia en el Ministerio Público de la Acusación.

Todo comenzó aproximadamente a las 9 de la mañana. Según narró una vecina, el ruido de algunos escopetazos sacó a todos de la cama. “Un hombre fue a ver qué pasaba porque estaban tirando en la puerta donde estaban sus hermanas (una embarazada) y la sobrina. Con el celular, quiso sacarle fotos a las patentes de los patrulleros”, contó la testigo a Rosarioplus.com.

“Supuestamente estaban buscando a un ladrón pero después dijeron que buscaban a los violadores. Al hombre se lo llevaron a la comisaría y a una de las hermanas los policías le pegaron en la calle”, dijo la mujer. “Entre cuatro o cinco milicos le dieron piñas y patadas en las piernas”, agregó.

El hombre en cuestión es David Muñoz, de 29 años, quien todavía sufre las secuelas de una balacera sufrida en marzo del año pasado, días después de que la banda del Pandu -una gavilla que atemoriza el barrio- asesinó a Javier Barquilla, otro vecino del lugar que quiso evitar la usurpación de una vivienda.

La testigo también denunció amenazas de los agentes. Dijo que la Policía disparó al aire para que los vecinos vuelvan a su casa, justo antes de que se lleven a la pareja de hermanos a la polémica Seccional 13, donde durante unas seis horas soportaron una paliza.

“En la 13 los cagaron a palos a los dos. En el cambio de guardia al hombre lo dejaron desnudo, le pegaron en la cabeza, los testículos, la espalda, le lastimaron los oídos”, contó una vecina de Villa Banana. En la Comisaría, además, los policías se hicieron con el celular que los comprometía. “Nunca más lo devolvieron”, dijo la mujer.

Para el agredido la historia no terminó al salir de la comisaría. A las 4 de la tarde fue al Hospital Carrasco, donde le realizaron varios estudios para luego trasladarlo al Clemente Álvarez. La pesadilla del hombre concluyó a las 2 de la mañana, hora en la que pudo regresar a su casa para descansar hasta el lunes a la mañana, cuando radicó la denuncia en Fiscalía.

“Lo que le pasó  ese hombre le puede pasar a cualquiera en el barrio. La Policía anda preguntando hasta a los pibes de 10 años. No podemos vivir así”, concluyó la mujer.