Karina Gómez, la mujer policía que estaba como adicional junto a su pareja la noche que murió Carlos “Bocacha” Orellano, decidió publicar una Carta Abierta en respuesta a “la persecución sostenida” que afirma viene padeciendo. En diciembre, el fiscal Patricio Saldutti la imputó, junto a su compañero Gabriel y a los dos efectivos de la Comisaría 2da. que se desempeñaban como comisario y sumariante, por incumplimiento de las obligaciones de funcionario público y falsificación de actas. 

Vale la pena mencionar que en las últimas horas, hubo novedades sobre el caso. Según la información que dio a conocer la querella, tras realizar una segunda autopsia, el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema Justicia de la Nación indicó que hay signos de que la víctima fue golpeada y ahorcada . Aún resta conocer el ADN de la sangre que apareció en uno de los baños del boliche y el resultado de los estudios técnicos que lograron conocer la causa del fallecimiento. No obstante, Gómez pidió a este medio difundir un documento y anticipó que su voz será escuchada para conocer "la verdad de los hechos", cuando su abogado Rodrigo Mazzuchini se lo permita. 

El texto:

“La continua embestida mediática, la persecución sostenida, la publicación de nuestras fotos por las redes con nombre y dirección bajo el mote de ASESINOS, el encarcelamiento preventivo de mi marido, las amenazas y hostigamiento continuos por parte de personas que se presentan como ' cercanos 'a la familia Orellano, la promesas de' matar a nuestros hijos 'y la angustia mental de esos niños, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión como mujer, madre y trabajadora, y como medida desesperada, after de haber opinado libremente durante todos estos años ”. 

“Cerca del primer aniversario de la lamentable muerte de Carlos Orellano se ha motivado un balance de la acción en documentos y discursos, donde lo que los acusadores llaman ‘aciertos’ son errores, lo que nunca reconocen como errores son hechos que destruyen su precipitada y antidemocrática forma de humillar, maltratar y criminalizar a gente INOCENTE, y lo que a la prensa SIEMPRE le omiten son hechos certeros que confirman nuestra ajenidad en los sucesos que envolvieron la muerte de Carlos Orellano”.  

“Desde el 23 de febrero de 2020 -y con la complacencia de ciertos sectores que nunca nos han oido- derrocaron los acusadores mandatos tan centrales como la presunción de inocencia, la igualdad ante la ley o la protección jurídica, derechos de los que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyen como ejecutores de su política represiva, de criminalización, estigmatización, escarnio público y linchamiento mediático”.

“Al día de hoy, ni siquiera puedo salir a la calle sin temor de que alguien me trate de ‘asesina’, inclusive en presencia de mis hijos. Hago esfuerzos INNUMERABLES para llegar a fin de mes, para visitar a mi marido en una cárcel sucia e infectada, en la que purga una detención ilegítima sin ningún sustento, más que la búsqueda por parte de sectores judiciales de “descomprimir” una situación en la cual se nos ha puesto no por ser responsables de delito alguno, sino por el mero hecho de ser TRABAJADORES POLICIALES”.

“En este sentido, nuestras ‘supuestas conductas sospechosas’ no parecen orientarse a buscar la verdad -qué fue lo que le pasó a Carlos en el lugar y momento de su muerte- sino solamente a compeler la responsabilidad policial en el evento”.

“Llegados a este punto, siendo constitucionalmente INOCENTES y aún habiendo sido blanco de represalias, actos vandálicos, de un linchamiento mediático y un manoseo público exagerado, comprendo que el reclamo social es entendible”. 

“Es fácil para la sociedad creer que haya sido LA policía, pero las causas judiciales no se definen por CREENCIAS sino por PRUEBAS”. 

“Perseguirnos o invadir nuestra vida solo porque somos policías, por nuestra condición, es aplicar el Derecho Penal de Autor”. 

“Ser policías no nos vuelve delincuentes, ni culpables”. 

“De este modo, lamentablemente, se invierten valores democráticos que forman parte de los conceptos más profundos del Estado de Derecho y se reedita una persecución de clase inaceptable en la evolución democrática de nuestro país”.

“Invirtiendo ese camino han restaurado los acusadores la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas, que traban el desarrollo de las políticas más amplias de respeto por los derechos básicos del ser humano, que humillan y ultrajan al pueblo en "primeras planas" y disgregan la Nación”. 

“Como mujer y trabajadora policial, se lo que es vivir a la sombra de la humillación o el desprestigio dentro de un sistema que, en la faz interna me oprime por ser mujer y en la faz externa me desprecia por ser una trabajadora policial. Esta misiva es una manera de romper de una vez por todas esos estereotipos fascistas y antidemocráticos, que son bien conocidos y ampliamente utilizados por los acusadores”. 

“Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de la lamentable muerte de Carlos Orellano he querido hacer llegar a la sociedad en plural ya los acusadores en singular. Sin la esperanza de ser escuchada, con la certeza de ser perseguida, pero sabiendo que como derecho básico de expresión y difusión circulará de mano en mano, y quizá será reproducida por periodistas que busquen informar y no CONFORMAR, enalteciendo aquella máxima que le valió la VIDA y la MUERTE al gran Rodolfo Walsh cuando decidió mantenerse 'fiel al compromiso de dar testimonio en momentos difíciles' ”.